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Generalmente la comida se termina con la oración, iniciada por el maestro cantor o el primer vecino, incluso el sacerdote si está invitado. Puede dedicarse sólo al difunto pero también se le pueden asociar los demás muertos de su casa, ''etxetik atera diren arimentzat'', así como el primero de la asistencia que va a fallecer. En estos dos últimos casos, vemos claramente cómo se expresan tanto una solidaridad como un vínculo entre el aquí y ahora por un lado y este otro lugar que acoge nuestras almas.<div style="margin-left:0cm;"></div>
Todo ello se producía en la casa, cerrándose así un ciclo.
