Cambios

Saltar a: navegación, buscar

La casa y el fuego del hogar

No hay cambio en el tamaño, 06:25 12 sep 2019
sin resumen de edición
En Bermeo (B) indican que las ánimas pueden introducirse en los hogares incluso sin pasar a través de la chimenea.
 
En Larrabetzu (B), Barandiarán recogió que las ánimas de los antepasados, al regresar a su antigua casa el día de Nochebuena, dejaban las huellas de las plantas de sus pies en la ceniza del hogar. Por ello esa noche, antes de ir a dormir, se debe apilar la ceniza del fuego bajo y a la mañana siguiente hay que inspeccionarla para comprobar cómo han vuelto a visitar la casa los antepasados<ref>AEF, III (1923) pp. 42-43.</ref>.
[[File:7.255 Etxeko sua.jpg|center|450px|Etxeko sua. Fuente: AA. VV. Euskaldunak. Tomos III y IV. San Sebastián, Etor, [1988]. Foto X. Otero.]]
 
En Larrabetzu (B), Barandiarán recogió que las ánimas de los antepasados, al regresar a su antigua casa el día de Nochebuena, dejaban las huellas de las plantas de sus pies en la ceniza del hogar. Por ello esa noche, antes de ir a dormir, se debe apilar la ceniza del fuego bajo y a la mañana siguiente hay que inspeccionarla para comprobar cómo han vuelto a visitar la casa los antepasados<ref>AEF, III (1923) pp. 42-43.</ref>.
En Zeberio (B) se recopila un relato humorístico en que la dueña de la casa es llamada por un difunto a través de la chimenea. Un día le pregunta dónde está, y el ánima le contesta que en el interior de la chimenea, que mire por encima del llar. La mujer se asoma y ve por el agujero la «luna llena», y se lamenta de que antes el difunto tenía dos vivos ojos y ahora sólo uno y oscuro: «''gizontxua, leen begi zoli eta eder bi zeunkazan baia orain bat eta bera iluna baiño ez deutsut ikusten!''».
127 728
ediciones