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Un año antes, en el I Congreso Nacional de Artes y Costumbres Populares (Zaragoza, 1968) había presentado Barandiaran un proyecto con la comunicación titulada ''Bosquejo de un Atlas Etnográfico del Pueblo Vasco. ''En ella, tras realizar un inventario de las aportaciones etnográficas llevadas a cabo hasta entonces en el área vasca, ofrecía un balance crítico señalando los vacíos y las deficiencias más importantes en este campo.
He aquí los puntos programáticos en estas dos comunicaciones:# En muchas de nuestras publicaciones etnográficas el material recogido es exclusivamente el que la tradición popular ha hecho llegar hasta nosotros. Pero nuestra cultura presente no es sólo el conjunto de las vivencias que nos vienen de las fases pretéritas del proceso histórico de nuestro pueblo, sino también las nuevas vivencias que advienen de los cuatro puntos cardinales y son aceptadas por la comunidad vasca donde efectuamos nuestros sondeos.# Una gran parte de nuestros estudios y publicaciones está formada por descripciones estáticas y casi exclusivamente morfológicas de los hechos. Sus autores tomaron del complejo cultural unos materiales y los presentaron como datos puros, imitando en esto al naturalista que aisla y describe los hechos de su especialidad. Pero mientras éstos tienen por sí mismos una significación, aquéllos -los hechos culturales- son signos que nos remiten a unas neutralidades diferentes de la del observador. Es, pues, un error el desintegrarlos, el sustantivarlos y manipular con ellos como lo hiciera el naturalista en su laboratorio con los suyos. Al aislarlos de su contexto humano y objetivarlos los privamos de su auténtica realidad.# No podemos aprehender la cultura con sólo observar los símbolos, sino viviendo la realidad a la que éstos se refieren en contacto con los hombres que actúan en relación con el medio y con sus semejantes. En etnología no es adecuadamente inteligible lo que no ha sido vivido.# La descripción del objeto no debe ser, por lo tanto, puramente estática. En una sociedad, en un pueblo, cada elemento interviene no sólo por sus características físicas -dimensiones, peso, volumen, color-, sino también porque tiene una significación, porque sugiere gestos, conductas, modos de vida, porque se halla humanizado, comporta una significación cultural. Su visión evoca gestos de quienes lo han fabricado y de los que lo utilizan. Es signo visible de un mundo de intenciones, de nociones y de ideas que los hombres cultivan en torno suyo. Así pues en los estudios etnológicos, como en los históricos, no debemos perder de vista la primacía de lo invisible como criterio de interpretación.
1. En muchas de nuestras publicaciones etnográficas el material recogido es exclusivamente el que la tradición popular ha hecho llegar hasta nosotros. Pero nuestra cultura presente no es sólo el conjunto de las vivencias que nos vienen de las fases pretéritas del proceso histórico de nuestro pueblo, sino también las nuevas vivencias que advienen de los cuatro puntos cardinales y son aceptadas por la comunidad vasca donde efectuamos nuestros sondeos.
2. Una gran parte de nuestros estudios y publicaciones está formada por descripciones estáticas y casi exclusivamente morfológicas de los hechos. Sus autores tomaron del complejo cultural unos materiales y los presentaron como datos puros, imitando en esto al naturalista que aisla y describe los hechos de su especialidad. Pero mientras éstos tienen por sí mismos una significación, aquéllos -los hechos culturales- son signos que nos remiten a unas neutralidades diferentes de la del observador. Es, pues, un error el desintegrarlos, el sustantivarlos y manipular con ellos como lo hiciera el naturalista en su laboratorio con los suyos. Al aislarlos de su contexto humano y objetivarlos los privamos de su auténtica realidad.
5. En nuestras publicaciones debemos consignar el índice de vitalidad del material registrado o el grado de aceptación que tiene en el pueblo y así mismo hay que indicar la extensión o área que los elementos de cultura cubren dentro del país o más allá.
6. Existen en el País Vasco muchas zonas que no han sido estudiadas todavía por ningún etnógrafo. En éstas y en otras, sin embargo, el contacto con el maquinismo está haciendo desaparecer todos los modos de existencia tradicionales. Nos debe interesar el fenómeno del maquinismo pero también las fases anteriores del proceso.
A cualquiera podrían asustar, sobre todo en aquellos años de desamparo institucional y sin recursos económicos, las dificultades prácticas que entrañaba la elaboración de un Atlas Cultural. Por otra parte Barandiaran venía insistiendo reiteradamente que era urgente acometer una labor sistemática que recogiera todos los aspectos de la cultura tradicional así como los aspectos relativos a la transición cultural que se estaba operando:
:«He ahí un vasto campo al que el etnógrafo debe acudir pronto a fin de registrar y describir con todas sus variantes, numerosos hechos y objetos que luego van a desaparecer de la escena. El gran problema, el más urgente, es el de la recopilación de noticias, de datos y de objetos y el señalamiento de sus áreas.»
En medios restringidos se había creado un ambiente favorable a este proyecto. Sin embargo era necesaria la elaboración de numerosas monografías etnográficas en todas las comarcas del País; para ello se precisaba formar un cuerpo de colaboradores distribuidos por toda el área que abarcara el Atlas.