127 728
ediciones
Cambios
sin resumen de edición
Desde esta perspectiva el juego infantil está muy lejos de ser un «pasatiempo»; es, más bien, el tiempo plenario; la actividad en la que el espacio y el tiempo se confunden.
A poco que las circunstancias de vida les sean propicias, los niños se agrupan entre sí; constituyen sociedades infantiles de las que quedan excluidos los adultos. No por ello carecen de estructura jerárquica; el grupo será liderado por el niño más fuerte o la niña más habilidosa. Los menos fuertes, los más jóvenes o los no inicia dos cumplirán funciones secundarias. Las relaciones que entablan los niños y niñas en los juegos se regulan ciertamente por normas que trascienden el mundo infantil, pero no hay que menospreciar su carácter autónomo. Estos códigos de conducta infantiles no son meras creaciones ocasionales; presentan características de estabilidad y son transmitidos de una generación infantil a otra.