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En Artajona (N) hasta bien entrado el siglo XX, cuando alguien quería construir una casa acudía a un albañil de su confianza y entre los dos, amo del terreno y albañil, convenían cómo había de ser. El albañil echaba sus cálculos, dibujaba el plano y se convenía el precio. En las casas antiguas del pueblo se adivina que muchas fueron proyectadas y hechas por maestros de obras entendidos<div style="margin-left:0cm; otras, sin embargo, acusan haber sido levantadas por personas poco competentes. “Las casas se empezaban sin más, siempre sin arquitectos”, hasta el año 1930 aproximadamente, en que comenzaron a exigirse planos y la aprobación oficial."></div>
En Allo (N) la construcción de una casa no requería antaño la elaboración previa de planos y de estudios de situación del terreno. Normalmente se hacía mediante un arreglo al que llegaban el dueño y el albañil o constructor. Ellos mismos ajustaban el precio y determinaban las características y materiales de la nueva vivienda. El ayuntamiento tenía un veedor de obras, de profesión cantero o albañil.