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Afecciones oculares begiko minak

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Los informantes hablan de remedios para curar las afecciones oculares a menudo sin precisar de qué enfermedades se trata, sencillamente por desconocimiento y porque frecuentemente se manifiestan con síntomas parecidos. Por ejemplo, cuando se produce un enrojecimiento del ojo lo que intentan es que vuelva a recuperar su color blanco, independientemente de cuál sea el mal que lo produzca, que obviamente no se trata de solucionar. Se dice que la medicina popular cura los síntomas y no las enfermedades; en el presente capítulo queda ampliamente demostrada esta afirmación.
En este apartado incluimos además unas cuantas denominaciones populares de enfermedades que en realidad lo que describen son síntomas.
 
Como se verá, los dos remedios más conocidos tanto para los males que aquí se recogen como para los citados en los demás apartados, han consistido en humedecer los ojos con un paño, gasa o algodón empapado en agua de manzanillas o de rosas.
 
El uso de la infusión de manzanillas para curar los ojos se ha constatado entre otras poblaciones en Carranza (B), Oñati (G), Baztan<ref>AZKUE, ''Euskalerriaren Yakintza'', IV, op. cit., p. 230.</ref>, Merindad de Tudela<ref>ARELLANO, “Folklore de la Merindad de Tudela”, cit., p. 203.</ref> y Sangüesa (N). En Aoiz (N) dicen que la misma descongestiona, baja la inflamación y desinfecta. En Améscoa (N) consideran bueno este remedio pero dicen que la manzanilla acorta la vista.
 
En Telleriarte (G) aseguran que para que los ojos se mantengan en buen estado es muy bueno limpiarlos con agua de manzanilla, ''mantzeliña-ura''.
 
En cuanto a la infusión de rosas, en Lekunberri (N) recomiendan la de hojas de rosa roja. En Amorebieta (B) y Baztan (N) se cocía rosa de cien hojas, ''eun ostozko arrosa'', y con el agua obtenida se frotaban los ojos<ref>AZKUE, ''Euskalerriaren Yakintza'', IV, op. cit., p. 230.</ref>. En Liginaga (Z) los ojos enfermos se curaban humedeciéndolos con el cocimiento de ''ehun ostotako arrosa'', rosa centifolia. En Olaeta (A) aconsejan cocer hojas de rosa y flores de saúco y limpiar los ojos con esa agua<ref>Ibidem.</ref>.
 
También se ha recurrido al saúco. En Carranza (B) para tratar las afecciones oculares se recurría a la flor de este arbusto que se recogía el día de San Juan antes de la salida del sol. Se preparaba un cocimiento con tales flores y se lavaban los ojos ayudándose de torundas de algodón. Se debían emplear algodones diferentes para evitar el contagio del ojo más enfermo al que se hallaba en mejor estado. En Zerain (G) para curar los males de ojos, ''begiko miña'', también se limpian con el agua donde se han cocido unas flores de saúco, al igual que en Apellániz, Ayala<ref>Andrés AGUIRRE. “Medicina popular. Ayala” in AEF, I (1921) p. 119.</ref> (A) y Arrankudiaga<ref>Recogido por Francisco de SALAZAR: LEF. (ADEL).</ref> (B).
 
En Bedarona (B) se lavaban con la infusión de la planta llamada ''begi-bedarra''. En Améscoa (N) en el caso de tratarse de ''ojos blandos'', ojos llorosos, se lavan con agua de malvas.
 
En Cripán (A) para curar los ojos consideraban que eran un buen remedio las ''lágrimas ''de las cepas<ref>Los datos referentes a esta localidad han sido tomados de Nazario MEDRANO. “Contribución al estudio etnográfico de Cripán (Rioja Alavesa)” in AEF, XVIII (1961) pp. 57-71.</ref>. En Vasconia continental para sanar el mal de ojos, recomendaban cortar una rama de vid, recoger la savia que caía en un vaso y mojarse los ojos con ella<ref>THALAMAS LABANDIBAR, “Contribución al estudio etnográfico...”, cit., p. 62.</ref>.
 
En Bedarona acudían a bañarse ya que de cían que el agua de mar es muy buena por contener sal. En Carranza (B) se considera bueno lavarlos con “agua de sal” hervida. De hecho cuando se tienen afecciones oculares se considera aconsejable tomar baños en el mar y sumergir los ojos en el agua salada.
 
En Mendiola (A) en los años cincuenta era costumbre lavarse los ojos con el agua que brotaba del manantial situado junto al Molino de Mendiola.
 
También se ha aplicado la propia saliva (Bi- degoian-G, Sangüesa-N), en ayunas, ''txu-barua ''(Oñati-G), para limpiar los ojos. En Aoiz (N) se recurría a la misma como desinfectante para los ojos enfriados. En Zeanuri (B) para curar los ojos de los niños se consideraba buena la procedente de una persona en ayunas<ref>AZKUE, ''Euskalerriaren Yakintza'', IV, op. cit., p. 230.</ref>.
 
En Hondarribia (G) dicen que es aconsejable limpiarse los ojos con leche. En Oñati (G) y en Azkaine (L) para limpiar los ojos se utilizaba leche de la madre que estuviera amamantando. En Olaeta (A) se consideraba cosa buena verter en los ojos del niño leche de una madre<ref>Ibidem.</ref>.
 
En Vasconia continental cuando el niño de pecho tiene mal los ojos, la madre debe limpiárselos con la leche con que le amamanta. Directamente debe hacerla caer con la mayor rapidez desde su pecho a los ojos de la criatura<ref>THALAMAS LABANDIBAR, “Contribución al estudio etnográfico...”, cit., p. 60.</ref>.
 
De antiguo hay también constancia de la utilización de orina con esta finalidad<ref>El recurso a la orina humana para tratar las afecciones oculares debe de ser antiquísimo a juzgar por el hecho de que ya Herodoto lo constata: El faraón enfermó de los ojos y quedó ciego; y así durante diez años estuvo ciego. Pero en el año undécimo le llegó de la ciudad de Buto un oráculo según el cual se había cumplido su tiempo de castigo y volvería a ver si se lavaba los ojos con la orina de una mujer que sólo hubiese tenido comercio con su marido y no conociese a otro hombre. Y primero hizo la prueba con su mujer y como no recobrara la vista probó con muchas otras. Y cuando la hubo recobrado las reunió a todas, excepto a aquella con cuya orina se había lavado y recuperado la vista, en una ciudad que ahora se llama Eritrebolos y una vez reunidas allí las hizo quemar a todas junto con la ciudad. Pero aquella con cuya orina se había lavado y recobró la vista, él mismo la tomó por esposa. (HERODOTO. ''Historias''. Lib. II-III).</ref>. En Mendigorria (N) se recomendaba el uso de la orina caliente<ref>Arantzazu HURTADO DE SARACHO. “Medicina popular” in ''Navarra. Temas de cultura popular''. Núm. 86. Pamplona: 1986, p. 30.</ref>. En Apellániz (A) para que los niños tuviesen buena vista se les lavaban los ojos con su misma orina. En Vitoria (A) para tener buena vista aconsejaban lavarse los ojos con orina de niño<ref>LÓPEZ DE GUEREÑU, “La medicina popular en Álava”, cit., p. 264.</ref>. En Vasconia continental para las afecciones de los ojos se recomendaba bañarlos con la propia orina; este remedio era usado casi únicamente por los pastores<ref>DIEUDONNÉ, “Médecine populaire...”, cit., p. 198.</ref>.
 
En la Montaña Alavesa para curar el mal de ojos es bueno frotarse los párpados con un huevo que acabe de poner una gallina<ref>LÓPEZ DE GUEREÑU, “Folklore de la Montaña Alavesa”, cit., p. 27.</ref>. La misma práctica se ha registrado en Peñacerrada (A) para curar el dolor de ojos<ref>Idem, “La medicina popular en Álava”, cit., p. 264.</ref>. En Apellániz (A) consideraban eficaz frotar los párpados de los niños con un huevo de gallina, recién puesto y todavía caliente, para que tuvieran buena vista. En Vasconia continental para conservar la vista dicen que es muy bueno acariciarse los ojos con un huevo recién puesto para aprovechar su calorcillo<ref>THALAMAS LABANDIBAR, “Contribución al estudio etnográfico...”, cit., p. 59.</ref>. En Sara (L), para conservar la vista, también se consideraba útil el uso de pendientes de oro.
 
En Améscoa (N) cuando se ha tenido un golpe en el ojo y éste adquiere mal aspecto, se le aplica “sopa de vino”, es decir, se pone sobre el ojo un trozo de pan empapado en vino bien caliente.
 
En Zarautz (G) para curar el mal de ojos aplicaban el humo que producía la flor de saúco al quemarse<ref>Juan IRURETAGOYENA. “Medicina popular. Zarauz. Aya. Remedios supersticiosos” in AEF, I (1921) p. 119.</ref>.
 
En Obanos (N) mencionan el padecimiento de una nube en los ojos a causa de golpes o pedradas. En Muskiz (B) también hablan de nubes. En Carranza (B) para curar este mismo mal, metían en una bolsita nueve hojas de cierta yerba llamada ''hoja de nube ''y según se secaban las hojas iban curándose las nubes de los ojos<ref>Recogido por Manuel LÓPEZ: LEF. (ADEL).</ref>.
 
En Orozko (B) el dolor de ojos, ''begiko mina'', se curaba lavándolos con manzanilla. En Amorebieta (B) también manzanilla hervida y aplicación de baños varias veces, resistiendo todo el calor que se pudiese; después se tapaban los ojos.
 
En Améscoa (N) aseguran que cuando duelen es conveniente lavarlos con agua de rosas o malvas. Antiguamente después de la procesión del Corpus recogían las rosas que habían adornado los arcos y altares que se levantaban en las calles y las guardaban para curar el mal de ojos. Se cocían y se lavaban los ojos con el líquido obtenido.
 
En Zerain (G) para curar el dolor de ojos, ''begiko miña'', se cocían las ramas tiernas de zarza y se lavaban con esta agua. En Arrankudiaga<ref>Recogido por Francisco de SALAZAR: LEF. (ADEL).</ref> (B) y Apellániz (A) se recurría al agua de malvas.
 
En Sara (L) para mitigar o curar dolores de ojos los lavaban con un cocimiento de hojas de zarzamora, ''laar-ostoa'', o de hojas de rosal o de manzanilla.
 
En Gorozika (B) para curar el lagrimeo constante, ''begiko negarra'', se hervía manzanilla y con un trapo se aplicaba en el ojo.
 
También se han constatado varias prácticas de naturaleza creencial. En Salazar (N) para quitar el mal de los ojos al ir a la cama se quitaba del pie la media y se ponía al revés sobre los mismos. Había que tenerla así hasta la mañana siguiente<ref>AZKUE, ''Euskalerriaren Yakintza'', I, op. cit., p. 76.</ref>.
 
En Lekeitio (B) quien tenía hinchado el párpado debía guardar en un alfiletero rabo de lagartija y cuando se secaba éste se curaba el ojo<ref>Ibidem.</ref>. En Bermeo (B) estos edemas del párpado inferior, en forma de bolsas, reciben popularmente el nombre de ''begi-putzak''.
 
En Barkoxe (Z) se decía que si el ojo izquierdo estaba parpadeando alguien estaba hablando mal mientras que si se trataba del derecho estaba hablando bien<ref>Ibidem, p. 77.</ref>.
 
En Vasconia continental las cocineras evitaban el lagrimeo que provoca la cebolla al picarla poniendo entre los dientes un trozo de su corteza<ref>THALAMAS LABANDIBAR, “Contribución al estudio etnográfico...”, cit., p. 62.</ref>. En Sara (L) se colocaban sobre la cabeza un trozo de cebolla.
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