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== Incubación ==
En Carranza (B) la incubación de los huevos no se realizaba junto a las otras gallinas sino en un recinto apartado, a menudo el ''sobrao ''o camarote de la casa. Allí se le preparaba el ''nidal ''con una bañera o un cesto viejo, rellenándolos de hierba seca o paja. En su interior se depositaban los huevos, siempre un número impar<ref>Este tipo de creencias y otras similares relacionadas con la incubación de las gallinas se recogen en un capítulo de este mismo tomo dedicado a las creencias sobre el ganado doméstico.</ref>. Recuerdan que no tenían por qué ser de la propia gallina, se elegían los procedentes de las buenas ponedoras; también los más grandes, para que los pollos al nacer tuviesen el tamaño adecuado; y los menos puntiagudos, para que saliesen hembras, ya que existía la creencia de que se podía determinar el sexo de los futuros pollos eligiendo la forma de los huevos; se decía que de los más redondos nacían pollas y de los más puntiagudos pollos<ref>No deja de resultar interesante la coincidencia entre la determinación del sexo del futuro pollito por la forma del huevo y un procedimiento, recogido en un volumen anterior de este mismo Atlas, utilizado para averiguar el sexo del bebé antes de su nacimiento por la forma del vientre de su madre. Vide ''Ritos del nacimiento al matrimonio en Vasconia''. ''Atlas Etnográfico de Vasconia''. Bilbao, 1998, p. 130.</ref>. En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) para que una gallina ''encobara ''huevos, elegían los más frescos y redondos<ref>José Antonio GONZÁLEZ SALAZAR. «Vida agrícola de Bajauri, Obécuri y Urturi» in AEF, XXIII (1969-1970) p. 38.</ref>.
En esa misma población vizcaina cuando se carecía de gallo había que cambiar los huevos de las gallinas propias, que no estaban fecundados, por los de una casa en que sí lo estuviesen. El vecino efectuaba entonces la selección de los que consideraba mejores. En ocasiones también se realizaban trueques re cíprocos para evitar la consanguinidad.
En Urkabustaiz (A) se colocaba la clueca en un cesto con paja y junto a ella se ponía agua. Después se cubría con algo para que no escapara. Las «buenas madres» se acostumbraban y no se movían.
En Allo (N) depositaban los huevos en un cajón en el granero. Si la gallina estaba muy ''culeca'', como era lo corriente, no se apartaba de ellos casi ni para comer; si por el contrario se movía demasiado le ponían por encima un ''cunacho ''durante varios días para acostumbrarla. En Carranza al principio se alimentaba con maíz y trigo. Durante los últimos días de la incubación, en que la gallina apenas comía, se le proporcionaba ''cocedura ''compuesta de patata cocida, harina de maíz y leche, todo ello caliente y amasado. Si al final dejaba de comer, de vez en cuando se le hacía tomar a la boca abajo un par de cucharadas de vino y algo de leche para que permaneciese caliente y pudiese ''sacar ''los huevos.
En Carranza al principio se alimentaba con maíz y trigo. Durante los últimos días de la incubación, en que la gallina apenas comía, se le proporcionaba ''cocedura ''compuesta de patata cocida, harina de maíz y leche, todo ello caliente y amasado. Si al final dejaba de comer, de vez en cuando se le hacía tomar a la boca abajo un par de cucharadas de vino y algo de leche para que permaneciese caliente y pudiese ''sacar ''los huevos. A veces ocurría con alguna gallina que se le pasaba la cloquera y abandonaba la puesta en pleno proceso de incubación. El dueño trataba entonces de sustituirla por otra que estuviese ''llueca'', y si no tenía ninguna, recurría a algún vecino para que se la prestase. Mientras tanto, para que no se enfriaran los huevos, calentaba un jersey de lana y los cubría con él. Cuando en Allo (N) una gallina se ''desculecaba ''sin haber cumplido los 21 días reglamentarios la dueña también pedía otra ''culeca ''entre las vecinas y si nadie la tenía había que tirar los huevos; se decía entonces que estaban ''culecos''.
En Carranza cuentan que se podía tener incubando a la vez varias gallinas en función de las necesidades de pollos y de las posibilidades para alimentarlos, asunto este de gran importancia en tiempos pasados. Si así era, debían permanecer separadas ya que la eclosión de los pollos no ocurría simultáneamente y la que tardaba más, al oír su piar, se ''ahuecaba ''y abandonaba sus huevos.
En Ajangiz, Urduliz y Muxika (B) recuerdan que en ocasiones era la misma gallina la que escondía sus huevos en un lugar distinto al habitual y pasado un tiempo aparecía con la prole de polluelos, siendo el hecho celebrado por sus dueños. En Orozko a estos polluelos se les llama ''lapur-txitak.''
La eclosión de los huevos tenía lugar a los 21 días de incubación. Cuentan en Carranza (B) que en ocasiones se presentaba el problema de que uno o varios pollitos salían con demasiada antelación sobre los otros. La gallina, al oírlos piar, se ''ahuecaba ''y dejaba de dar calor a los demás huevos. Para solucionar este problema se esperaba a que los primeros nacidos se secasen y entonces se llevaban al calor del hogar.
En Lezaun (N) cuando eclosionaban los huevos y se quería que la ''culeca ''incubara otra tanda, se intentaba que los pollitos recién nacidos siguieran a un capón y de ese modo no se desperdigaran. Para ello se le azotaba con un manojo de ''achunes'', ortigas, debajo de las alas. Por efecto de los mismos, el capón adoptaba gestos propios de una gallina ''culeca ''y así los pollitos le seguían sin ningún problema.
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En San Martín de Unx (N) dicen que la paloma pone huevos una vez por mes, en días alternos y en número de dos, que son empollados indistintamente por el ''masto ''y la hembra, si bien con arreglo a un horario: el ma- cho de 9 a 16 horas y la hembra el resto de las horas. Eclosionados los huevos, puede conocerse el sexo de los pollos según hacia dónde tengan dirigidos los picos: si hacia el mismo lado, son de igual sexo, pero si lo hacen hacia lados distintos «son pareja». Sin embargo, hasta los tres meses no se sabe con certeza el sexo de los pichones, y ello «porque meten distinto ruido», porque el macho es un poco mayor y porque la hembra tiene la cabeza más alargada.
En la comarca de Gernika (B) cuentan que el periodo de incubación de patas y ocas dura una semana más que el de las gallinas. En Allo (N) colocaban de 13-15 huevos de pata, siempre un número impar, a una gallina clueca, que los incubaba durante 28 días.