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Balcones. Balkoiak

312 bytes añadidos, 08:53 18 sep 2018
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En Isaba, Urzainki y Uztárroz (Valle de Roncal-N) algunas casas contaban con un balcón de madera, ''baranda ''o ''zoladura'', alargado y saledizo, en la pared trasera, que servía como secadero de alimentos, por lo que tenía su propia cubierta.
 
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Estas consideraciones son válidas para otros territorios. Así, en el Valle de Carranza (B) los balcones tienen un papel destacado en las fachadas. Su distribución guarda relación con el número de plantas. En la mayoría de los casos se puede encontrar un balcón en el primer piso y un segundo a la altura del ''sobrao'', mientras que en otras casas únicamente aparece en el primero. En ambos casos, mayoritariamente, siempre bajo la cubierta de amplios aleros. En cuanto al tipo constructivo, habitualmente son balcones corridos cuya plataforma sale fuera de los muros a lo largo de toda la fachada. En las casas de un solo balcón se pueden encontrar dos tipos: balcón corrido o balcón simple; en este último caso la plataforma ocupa la parte central de la fachada y en muchos casos no queda resguardada por el alero sino bajo un pequeño tejado o tejaroz. Todo el entramado de los balcones: postes, zapatas, tirantillas, barandas, balaustres y suelos son de madera. Aparecen además pintados habiendo sido predominantes los colores verde y rojo que contrastan con la pared de la fachada principal, generalmente blanca. Debido a que antaño eran los lugares elegidos como secaderos de los productos de las cosechas (alubias, maíz, castañas, etc.) fue habitual su cierre mediante un entretejido de varas de avellano o ''bardanasca ''entre los balaustres a fin de impedir la caída de estos productos fuera del balcón.
Cuando Urabayen escribió lo anterior a finales de la segunda década del siglo XX ya observaba cierta tendencia a la desaparición del balcón secadero a la altura del desván, pues los que existían estaban muy descuidados como si se pensara en abandonarlos definitivamente y los que se construían eran muy raros. La razón de este hecho la buscaba el autor en la facilidad de las comunicaciones que permitían el rápido intercambio de todos los productos, perdiendo el desván la función de conservarlos y convirtiendo en inútil el balcón secadero a la altura de aquél<ref>Leoncio URABAYEN. ''La casa navarra''. Madrid, 1929, pp. 130, 131 y 133.</ref>.
 
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En Navarra existe con abundancia otra variedad, que es el balcón miradero. Su objeto no es otro que el de aumentar el horizonte visible. Con todo, las casas de los pueblos de Navarra, en la mayor parte de los casos, no llevan esta clase de balcones. En cambio en los de cierta importancia donde suele haber una o varias calles principales que son estrechas, el balcón miradero abunda. Pero aún en esos mismos pueblos y fuera de esas calles lo predominante son las ventanas. La ley del menor esfuerzo unida a la curiosidad y a la necesidad de espacio explican este tipo de balcón. Por eso aparece no sólo en las calles estrechas, donde el horizonte es muy limitado y este balcón lo amplía, sino en las mismas plazas donde al ser frecuente presenciar espectáculos públicos, suele darse con abundancia<ref>Leoncio URABAYEN. ''La casa navarra''. Madrid, 1929, pp. 133 y 135.</ref>.
En cuanto a los materiales empleados en los balcones lo corriente es la madera y el hierro para las barandas. En el caso navarro, la madera en las barandas es característica de las regiones del Bidasoa del Urumea, encontrándose también ejemplares, aunque en menor medida, en La Burunda, Barranca y valles de Larraun y Ultzama. Otras zonas con abundantes balcones con baranda de madera se extienden por los valles de Aezkoa, Salazar y Roncal. Las dos zonas son abundantes en bosques y así se explica esa preferencia por la madera, pero lo cierto es que en comarcas completamente desprovistas de árboles maderables como Tudela y Viana, también se encuentran bastantes balcones de este tipo. Lo más general, no obstante, es el de baranda de hierro que generalmente suele estar formado por sencillas barras. El piso en los balcones de madera es también de madera y en los de baranda de hierro está formado por ladrillos cogidos entre barras de aquél. En Lekunberri, Huici y Leitza hay muchos balcones cuyo piso está formado por grandes losas<ref>Leoncio URABAYEN. ''La casa navarra''. Madrid, 1929, pp. 135 y 137.</ref>.
 
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En Goizueta (N) en las casas del siglo XVIII se pueden ver balcones grandes. Desde entonces y hasta ahora muchos son de madera o hierro, igual que los miradores, ''behatokiak''.
Puede apreciarse por los datos de campo que la presencia o ausencia de balcones en una localidad no siempre ha sido constante a lo largo del tiempo.
 
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En Abezia (A) las construcciones más antiguas carecen de balcones. Más recientemente, sin embargo, su presencia se hizo habitual a la altura del piso superior o desván. Normalmente son volados, es decir, salen hacia el exterior, y aparecen protegidos por el alero. Están construidos en madera, tanto la base como la barandilla. Sin embargo hay otros que se adentran en la propia fachada. Carecen de cualquier tipo de adorno y la madera no está tallada. Más recientemente se han introducido las barandillas de hierro y los balcones en el segundo piso.
En Ezkio-Itsaso (G) en las casas de antigua construcción cuando se realizó la encuesta en el tercer decenio del siglo XX no había balcones, pero sí en las que eran modernas cuando aquello.
 
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En Irisarri (BN), por el contrario, las casas de los agricultores parecen haber tenido balcones a juzgar por las marcas de trabazón. Como resultan frágiles para estas tierras húmedas, no se han renovado, pero hubo casas con dos hileras de balcones.
En Artajona (N) los balcones salientes no se han estilado hasta época reciente, si exceptuamos casos muy singulares. Hubo algunos con balaustrada de madera, sujeta a los marcos del balcón y con grandes puertas. La costumbre de hacer balcones salientes de la fachada se extendió desde principios del siglo XX. Algunos tienen solera de piedra, los más de emparrillado de hierro sobre el que se colocaban los ladrillos. Otras soleras están hechas con yeso y cascotes de teja. Más recientemente se ha empleado el cemento. En determinados casos se rasgaron las ventanas, incluso las que daban sobre el arco de la portada estropeando algunas veces la clave y el escudo que la decoraba.
 
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En Lezaun (N) los balcones más antiguos están formados tan sólo por un hueco en la pared ya que no tienen vuelo o repisa hacia el exterior. En las reformas acometidas a lo largo del siglo XX se fueron configurando nuevos balcones, principalmente en cocinas y comedores. En origen fueron de tabla y rápidamente de cemento, para cuya armadura se emplearon buena parte de las camas de hierro que había por las casas y en general hierros de procedencia variopinta a modo de ferralla. En contadas casas existió un hueco más amplio en el pajar que en realidad se trataba de un compartimento exterior llamado ''solana''. Cumplía la función de secadero de los productos recolectados en el campo y también servía para tender la ropa.
En el Valle de Zuia (A) constituyen un elemento constructivo bastante frecuente. Se localizan principalmente en la planta primera y en el desván en la fachada principal. Los más antiguos son volados, con el voladizo y barandilla de madera. Los hay sencillos y muy sofisticados. Entre los sencillos están aquéllos hechos de tabla y entre los segundos se encuentran los que han sido trabajados con diferentes tallas. Los voladizos de los balcones también pueden ser de piedra labrada, así como de cemento los más modernos. Otro tipo de balcón abundante en este Valle es el rasante cuyos antepechos son de hierro principalmente. Estos balcones consisten en aberturas rectangulares que permanecen alineadas con el paramento de la pared externa. Se ubican en los distintos pisos del edificio y las barandillas o antepechos protectores son de hierro o de madera, predominando los primeros. Otro balcón que podemos encontrar en este Valle es el remetido, que se sitúa en el desván, casi siempre en la fachada principal y rara vez en la lateral.
 
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En Valdegovía (A) el balcón suele estar centrado en la fachada principal y al mismo se accede desde el comedor; puede tener una barandilla de hierro forjado y unas veces es rasante y otras voladizo. La puerta del mismo es de dos piezas y la mitad inferior no tiene cristales, es ciega y de madera. Las solanas, situadas en el piso superior o ''sobrao'', son de forma rectangular y con una barandilla de madera. En algunas casas existen miradores acristalados que usualmente están situados al sur, aunque en alguna ocasión también aparecen al norte.
En Bedarona (B) los caseríos no contaban con balcón como hoy en día; algunos tenían en su lugar una puerta larga con dos hojas que se abrían hacia adentro, de tal modo que la parte de abajo era de madera y la de arriba de cristales. Se cerraba con tapas de madera por dentro y con pestillos igualmente de madera. En su parte exterior algunos mostraban una barandilla de madera para poder asomarse. Otros caseríos, en la fachada, sólo tenían ventanas. En Andraka (B) las puertas de los balcones son de una hoja, sin huecos para los cristales, salvo en las construcciones modernas en que son de dos hojas y con cristales.
 
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En Oñati (G) los caseríos carecen de balcón que sobresalga. Únicamente la sala o el comedor cuenta con uno rasante con la fachada.
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