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Refugios y cabañas de campo. Txabolak

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El propio don José Miguel describe varios de los refugios ''ibéricos'', es decir, los de la zona meridional de Vasconia. Algunos están hechos con losas que cierran en falsa bóveda y cubiertos de tierra, son de planta circular o de forma cónica, donde la luz entra por la puerta y unos huecos, a modo de saeteras, que llaman ''viseras''. En las paredes hay alacenas para colocar viandas y otros objetos. Otros son cuevas artificiales abiertas en peña viva o en taludes de tierra arcillosa compacta.
Los refugios ''pirenaicos ''se corresponden con la parte septentrional del territorio y son diferentes. Son construcciones menos sólidas, de menor estabilidad. La planta es rectangular, el techo a dos vertientes rápidas que descienden de una viga cimera o caballete y descansan sobre el suelo<ref name="ftn9">José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio de los refugios del País Vasco” in AEF, VIII (1928) pp. 41-47. También puede consultarse: Fermín LEIZAOLA. “Las txabolas cupulares en Euskalerria” in ''Pyrenaica''. Núm. 115 (1979) pp. 54-60.</ref>. 
En Allo (N) hay cabañas de campo cuya finalidad primordial es la de proteger a los campesinos de la lluvia, sobre todo en tiempos pasados. Pertenecen al dueño de la finca donde están situadas, si bien pueden cobijarse en ellas cuantos se encuentren en las inmediaciones cuando comienza una borrasca. Son generalmente de planta cuadrada, reducidas dimensiones, con estrechas aspilleras y puerta, orientadas al abrigo del cierzo. A menudo se construyeron aprovechando desniveles del terreno o ribazos. El suelo es de tierra y el techo de losas de piedra dispuestas en forma cupular y cubiertas en el exterior con sarmientos y tierra.
En Obanos (N) se encuentran con frecuencia por todo el término municipal pequeñas chozas, de planta cuadrada o rectangular, con sillares a veces perfectos, y cubiertas de falsa cúpula realizada por aproximación y despiece de los sillares hacia el centro. Están cubiertas al exterior por tierra y ramajes. La construcción se hace en las lindes de los campos de cultivo para protegerse los días de lluvia. En general, se excavan en pequeños montículos naturales o contraterreno, en ribazos. Pertenecen al dueño de la finca que las ha construido pero no se cierran y pueden ser utilizadas por quien lo necesite. No se recuerdan cabañas grandes con falsa cúpula destacada, como las que se conocen enpueblos próximos tales como Zirauki, Mendigorria y Tierra Estella hasta Viana.
En San Martín de Unx (N) se ha constatado que la cabaña es una construcción campestre de planta rectangular, de la altura media de un [[Image:Picture 76263.png|top]] Fig. 419. Choza de piedra o guardaviñas. Moreda (A), 1999.hombre y de paredes de mampostería. Antes de levantarla se enrasaba el terreno, aunque podían erigirse aprovechando las condiciones del lugar, dejándolas a contrapendiente o exentas. Su cubierta es de losa de piedra imbricada para formar una bóveda similar a la del horno doméstico de pan, que termina en redondo. La costumbre obligaba a veces a echar tierra sobre ella para asentarla mejor, impedir que el agua no pasase o camuflarla. Lo mismo solía hacerse con las paredes aunque no era tan necesario porque el agua no consigue pasar a través de los intersticios de la piedra. En uno de los lados de la pared, el mejor orientado, se hacía la puerta, utilizando un dintel de piedra o ''cabezal ''que permitiera la entrada de las personas de una en una. En otra se hacía una ''trainera ''con el fin de tener visibilidad en las tormentas y como escape de humos. El interior era capaz de albergar de ocho a doce hombres y algún perro, y adosada a la pared se ponía alguna piedra para usarla como asiento.
También se encuentra en el campo de San Martín un tipo de cabaña mayor, de 12 a 18 m<sup>2</sup>, con cubierta de cañizo o de bóvedas y sobre ellas teja curva corriente. La puerta permite la entrada de una caballería, la pared conserva la ''trainera ''para escape de humos y el interior presenta pesebres, sin tabiques de ninguna clase ya que la cabaña es de uso ocasional. Estos refugios, tanto los pequeños como los grandes, pueden ser utilizados por todas las personas para guarecerse de las tormentas y no son de uso exclusivo de los vecinos de la localidad.
En Moreda (A) hay dos tipos de construcciones rústicas utilizadas por agricultores y pastores: chozas de piedra y abrigados. Las chozas de piedra o guardaviñas están levantadas con lajas de piedra en seco. Las hay de planta cuadrada, circular y ovalada. Poseen puerta de acceso, ventanas y algunas llevan grabado el año de construcción. El techo es de piedras y tierra. La mayoría se levantaron en el siglo XIX. Junto a ellas hay unas pequeñísimas edificaciones llamadas roperos de piedra que sirven para que el labrador guarde la alforja con la comida y la bebida para que se conserve fresca. Las chozas de piedra son de titularidad privada aunque de uso público, hay casi un centenar de ellas. Los abrigados suelen estar hechos a terrero, es decir, horadando en un ribazo de tierra. También los hay que tienen alguna pared de piedra y no están cerrados ni cubiertos a diferencia de las guardaviñas.
 
[[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
En Sara (L) recogió Barandiaran la existencia en algunos viñedos de unas chozas de viñedo llamadas ''maasti-etxolak''. Se trata de pequeños cobertizos de planta rectangular, hechos como el gallinero pero sin ventana. Tienen un óculo sobre la puerta por donde entran la luz y el aire de fuera. Sirven para refugio de los trabajadores de la viña, así como para guardar las herramientas que aquéllos emplean.
La bóveda semiesférica o cónica se consigue por sucesivas hiladas de piedra colocadas en anillos decrecientes hasta alcanzar la cima de la abertura central. El único acceso adintelado, bastante bajo y al sur, carece de puerta. La salida del humo se verifica o por el orificio superior o por algún hueco lateral. A veces alcanzan hasta los cinco metros de altura.
En La Rioja alavesa, en numerosas localidades, ha habido rudimentarios refugios de piedra, chozas con cúpula de sección circular o cuadrada, y pequeñas cuevas artificiales, llamadas ''cuevachas'', que han servido para guarecerse. Los refugios de piedra son similares a los descritos en Viana. Las ''cuevachas ''a veces cuentan con muretes laterales coronados con un dintel, a modo de pequeño túnel, que sirve de protección del frío y del calor. En otros casos se aprovecha una losa en forma de visera, levantando unos muros en los bordes a piedra seca<ref name="ftn10">Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU IHOLDI. “Refugios de La Rioja” in ''Ohitura ''Núm. 1 (1982) pp. 19-39; ''Ohitura ''Núm. 3 (1985) pp. 47-73 y ''Ohitura ''Núm. 4 (1986) pp. 77-104.</ref>.
Unas cabañas de mayor entidad son las del tipo que se describe a continuación que eran más grandes y permitían que varias personas pudieran vivir en ellas temporalmente.
[[ImageFile:FIGURA.png|thumb|left|{| style="border-spacing:0;margin:auto;width:9.144cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 420. Cabaña en las Bardenas Reales al pie de Laralla (N), 2000. |- |}RTENOTITLE_FIGURA]] En Valtierra (N) los informantes conocen y han utilizado las cabañas o chozas de las Bardenas Reales, que servían de refugio en caso de inclemencias del tiempo y para pasar la noche. En el pueblo se servían de ellas los pastores, los que realizaban tareas agrícolas de varias jornadas, los recolectores de esparto y, en tiempos turbulentos, quienes se refugiaban de los avatares políticos o sociales. La construcción era rústica, de piedra, adobe y barro. En el techo, troncos o maderos sin pulir, cañas, sacos y barro endurecido y apelmazado. Muchas no tenían tejas. En el interior, un hogar con agujero en el techo para la salida de humos, donde asaban o cocinaban la caza del día, unos asientos de piedra o troncos y el suelo para dormir. El ajuar lo tenía que llevar cada uno o, si iban en grupo, uno se encargaba del ajuar común, de los condimentos y el vino. El agua se iba a buscar a los regatos que corrían hacia las lagunas o charcas donde abrevaban los animales.
En Mélida (N) las principales habitaciones temporarias han sido las cabañas de las Bardenas cuya existencia se explica por el peculiar régimen de aprovechamiento de esta tierra. En las cabañas se solían quedar durante la semana las personas que iban a labrar la tierra. La estructura era sencilla. Se construían en piedra con tejado a dos aguas cubierto por tejas y una puerta de acceso. El techo interno se componía de vigas de madera y ramajes o cañizos. En el centro solía haber un gran poste de madera. El espacio interior tenía un pesebre para las caballerías que se separaba del resto por un murete. El pesebre, de sección en “V”, era de obra y tenía armazón de madera, quedando ésta visible en todo el perímetro donde los animales introducían la cabeza. Para atar a los animales solían colgar algunas argollas de las paredes.
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