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Apendice 3 chabolas de carboneros ikazkinen txabolak

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Las chabolas más importantes han sido las que han utilizado y utilizan los pastores en el monte. Este tema ha sido ampliamente tratado en otro tomo de esta obra<ref name="ftn32">“Establecimientos pastoriles de montaña” in ETNIKER EUSKALERRIA. ''Ganadería y pastoreo en Vasconia. Atlas Etnográfico de Vasconia''. Bilbao, op. cit.2000, pp. 443-503.</ref>.
En este apéndice se describen las precarias chabolas que los carboneros, ''ikazkinak'', hacían en el monte cuando carboneaban.
Este autor recogió en el segundo decenio del siglo XX un modelo detallado de chabola de carbonero en el monte Aloña (G), situado entre el santuario de Arantzazu y la campa de Urbia.
La principal particularidad era que la construcción se reducía a techumbre, sin paredes y mucho menos cimientos, con una inclinación muy pronunciada de las vertientes. La verticalidad parece que obedecía a dos razones[[File: la necesidad de altura suficiente en el interior y el que las aguas escurrieran rápidamente por deslizarse sobre un material poco resistente<ref name="ftn33">José AGUIRREFIGURA. “Establecimientos humanos y casa rural:png|RTENOTITLE_FIGURA]]
La principal particularidad era que la construcción se reducía a techumbre, sin paredes y mucho menos cimientos, con una inclinación muy pronunciada de las vertientes. La verticalidad parece que obedecía a dos razones: la necesidad de altura suficiente en el interior y el que las aguas escurrieran rápidamente por deslizarse sobre un material poco resistente<ref>José AGUIRRE. “Establecimientos humanos y casa rural: Chozas y cabañas” in AEF, VI (1926) pp. 125-129.</ref>. La techumbre arrancaba directamente del suelo y desarrollaba una planta en forma de “T”, es decir un cuerpo de entrada adosado a otro transversal que hacía de dormitorio y cocina, y que en el caso descrito daba albergue a cuatro hombres dedicados a carbonear en la zona.
La techumbre, armada sobre caballete, pares y cabriales, y con tablazón para recibir las tejas, estaba armada sobre palos terminados en horquilla en el extremo superior donde se trababan. Formaban el caballete otros palos horizontales, determinando el eje de la techumbre. Otros palos inclinados y apoyados en el palo horizontal del caballete y en el suelo hacían de cabriales, y sobre ellos unas ramas más delgadas, colocadas desde el suelo hasta el extremo superior en sentido horizontal, hacían las veces de la tablazón que en otras techumbres servía para recibir el cubierto de teja. El recubrimiento exterior era de tepes, ''zotalak'', dejando sólo una parte al descubierto. Por el predominio de la madera, a las chozas se les denominaba ''etxola ''y ''txabola''.
En el segundo cuerpo, uno de los extremos estaba dedicado a cocina y en el interior, sobre el suelo, estaba colocado el hornillo acomodado con piedras, y para escape de humos dejaban de recubrir con los tepes, desde media altura, una parte del armazón de palos, con lo que quedaba un boquete enrejado por el que se establecía el tiro y escape de humos. Al extremo opuesto se encontraba el dormitorio. Un piso de madera de leña separado y levantado del suelo unos 40 cm, con ligero declive de la cabeza hacia los pies, y recubierto de hojarasca o de helecho, hacía de cama.
  Fig. 423. Antigua ''txabola ''de carboneros en Aloña (G). En Zerain (G) se ha recogido que los grandes bosques tradicionales han sido sustituidos por el pino pero antes de la guerra civil de 1936 el carboneo fue una actividad ordinaria, que incluso tuvo un repunte en los años cuarenta del siglo XX. Las últimas piras, ''txondorrak'', se hicieron a comienzos de los años sesenta. La chabola se construía al empezar la campaña en la zona donde se iba a trabajar. Con dos troncos formaban una horquilla para cada extremo que soportaban la viga superior, ''gañagea'', de la que descendían las paredes en doble vertiente hasta el suelo, formadas por ramas cubiertas con tepes, ''zotala ''o ''zoile''. Un agujero en la esquina del fondo actuaba de chimenea y en el suelo se formaba el hogar con dos piedras. Sin puerta, el hueco se cerraba con unos sacos. En el suelo se formaban los camastros con un cerco de madera, relleno de ramaje, ''xarbak'', y brezo, ''ilarea'', encima, o los más cuidadosos haciendo un somier a base de un trenzado de varas de avellano o haya, previo al relleno de brezo. Se cubrían con una manta. Cerca del fuego dos troncos hacían de banco y mesa formando el llamado ''jarleku''. Una cruz hecha con rama de laurel descorte- zada descortezada se clavaba en la viga superior de la chabola y otra se colocaba en lo alto de cada pira. Los utensilios de cocina eran similares a los empleados en casa: puchero, ''lapikoa''; olla, ''el tzea''; sartén, ''sartagie''; pala de hacer talos, ''taloburnie''; bota, jarra, plato y cuchara.
En Elosua (G) las chozas de carbonero, ''ikazkin-txabolak'', se construían para la temporada del carbón. Eran muy sencillas, para ello se apoyaba un palo largo en una ladera y en el otro extremo un palo vertical con una horquilla. Del madero horizontal descendían los ramajes en doble vertiente hasta el suelo, cubriéndose con ramas y éstas a su vez con paja de trigo. Se prolongaba un costado formando una pequeña escuadra donde estaba situado el fogón, cuya cubierta era de tepes, ''zoixa'', para que no se quemara. En cuanto al ajuar, el camastro de los carboneros consistía en unas ramas de haya, ''pagu-abarra''; broza, ''txi txuki-punta''; u hojas, pero éstas últimas no se aconsejaban porque propician la incubación de pulgas, y para cubrirse una piel de oveja. El ajuar habitual se componía de platos y taza de barro, cuchara de madera, puchero, trébede, sartén y balde de hierro.
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