Cambios

Saltar a: navegación, buscar

El caso de Luzaide Valcarlos (N)

465 bytes añadidos, 11:55 24 oct 2018
sin resumen de edición
En la mayor parte de las donaciones de términos pirenaicos del siglo XI se habla de seles como datos reseñables que corroboran la dedicación de sus habitantes. El autor toma el ejemplo de Luzaide/Valcarlos, perteneciente al sistema atlántico y zona típica de caseríos. En una donación de 1071 se señalan expresamente algunos términos de pasturaje, en cambio no se habla de edificios. En 1110 vuelve a ocurrir lo mismo. En un documento de venta a favor de Roncesvalles (1271) se incluye la única novedad de dos hospitales existentes como caseríos en la población actual. Frente a tan escasas edificaciones, un instrumento de concordia entre los vecinos del Valle de Erro y Roncesvalles reconoce a la Colegiata la propiedad de 52 seles en los montes que van desde Donibane-Garazi hasta el puerto de Ibañeta. Ya en el primer tercio del siglo XIV se roturan terrenos en Luzaide/Valcarlos, lo que suscita un gravoso pleito entre el obispado de Baiona que reclama los diezmos del producto cultivado y Roncesvalles que se niega a satisfacerlos. Por entonces se establecen las primeras familias en el pueblo y se dedican a hospedar a los romeros del Camino compostelano.
La distinta mentalidad del ganadero y del labrador es un factor decisivo a la hora de estudiar el fenómeno de la dispersión de la vivienda. En este sentido, el caserío aislado recoge la herencia más antigua de la vida pastoril, nómada y dispersa, anterior a los asentamientos agrícolas de los cultivadores del campo. La vivienda del pastor ha conocido distintas fases que no han afectado demasiado al estilo de construcción, si exceptuamos el caserío. La choza o cabaña del pastor sigue siendo rudimentaria, con poca alzada de muros a base de piedras superpuestas. Su interior se habilita para cocina y dormitorio, e incluso se almacenan allí mismo los quesos. La techumbre a dos aguas consta de vigas de madera no muy espaciadas y recubiertas de tablillas, piedra, helechos o tepes. El hogar ocupa el centro y alrededor de él están dispuestos los camastros, de tal suerte que los pies de quienes en ellos se tienden estén próximos al fuego del hogar. Disposición análoga debieron observar los antiguos vascos en sus moradas, puesto que en las cavernas con yacimientos prehistóricos el fuego se halla generalmente en sitio céntrico, a veces en medio del vestíbulo. La creación del caserío con las características peculiares de vivienda estable y personalidad propia empieza a surgir en el siglo XVIII. Pasa por una fase intermedia de establo o borda hasta convertirse en habitación y vivienda del pastor. Desempeña papel importante en esta innovación el establecimiento de prados acotados y el almacenamiento del heno que se da por entonces. Se aparta, en parte, del modelo más primitivo del pastor sin propiedades y da como resultado el caserío<ref>José María SATRÚSTEGUI, . “Caseríos y aldeas en el País Vasco”in ''Páginas de historia del País Vasco. Homenaje de la Universidad de Navarra a D. José Miguel de Barandiaran (Abril-Mayo, cit1977)''.Pamplona: 1980, pp. 139-159, 163-164.</ref>.
El aprovechamiento de los prados para almacenaje de la hierba es tardío en Navarra. Supuso una importante innovación de edificios más estables que la cabaña primitiva. El casero actuaba con sentido práctico y empezaba a levantar cubiertos en las inmediaciones de los prados. Esta dependencia se destinaba en principio a establo del ganado y recibía el nombre de borda. Más tarde llegó a tener autonomía propia y constituyó el punto de partida de los caseríos actuales.
El siglo XVII fue decisivo en la historia del caserío vasco. La costumbre de secar los pastos constituyó el punto de partida de una nueva actividad que iba a procurar reservas para el invierno. El ganadero sintió entonces la necesidad de construir su vivienda cerca de los pastos. La administración, sin embargo, era contraria a estos deseos y creó disposiciones que obstaculizaban la dispersión de las viviendas. Así, era una vieja aspiración de los vecinos de Luzaide/Valcarlos edificar sus propias casas. Después de varios intentos frustrados y sucesivas causas perdidas una sentencia de 1646 revocó las disposiciones anteriores facultando al Concejo de Luzaide/Valcarlos para dar licencia de nuevas edificaciones en su término con la condición de levantarlas junto a las ya edificadas. De esta disposición creada por las directrices administrativas nacieron las ''bordas ''que juntamente con la vivienda constituyeron el binomio obligado de todas las haciendas; hubo heredades que contaron con dos o tres de estos edificios. De hecho durante el siglo XVIII se generalizó el término ''borda ''como componente de palabras precedidas por el nombre de la casa a la que pertenecían, tal es el caso de ''Betiriborda'', ''Echepare-borda'', ''Bordachuri'', ''Bordaberri'', etc. Poco a poco empezaron a ser habitadas por pastores de la familia que más tarde se convirtieron en renteros y llegaron a hacerse propietarios. ''Borda ''pasa a ser así apellido familiar de quienes vivían en ella.
El proceso de emancipación de la borda para convertirse en caserío independiente se consuma plenamente en el siglo XIX. Generalmente deja de ser propiedad de la familia radicada en el pueblo y pasa al dominio de quienes explotan la hacienda. Esta regla deja de cumplirse en el caso de ciertas familias pudientes que siguen conservando la posesión. En cualquier caso, perpetúan el nombre de sus antiguos propietarios. Lo normal es que el caserío apartado del pueblo lleve como primer elemento el nombre de una casa-nodriza. Es un fenómeno que se puede constatar en cualquier pueblo de la región atlántica. Así, los nombres de los caseríos de Ituren son: ''Palazioko borda'', ''Sotilleneko borda'', ''Altxuneko borda'', etc.<ref>IbidemJosé María SATRÚSTEGUI. “Caseríos y aldeas en el País Vasco” in ''Páginas de historia del País Vasco. Homenaje de la Universidad de Navarra a D. José Miguel de Barandiaran (Abril-Mayo, 1977)''. Pamplona: 1980, pp. 154-158.</ref>
Este mismo autor también aporta información sobre factores históricos que han afectado a la población de Luzaide/Valcarlos. En 1428 contaba con catorce casas que vivían del paso de los peregrinos a Compostela. Es así como se explica la primitiva disposición del poblado en línea recta cubriendo las catorce casas otros tantos kilómetros de camino que mediaba entre la primera casa y la Venta de Gorosgaray. Todas ellas se levantaban a la vera del camino, que discurría por la ladera más soleada del barranco. Cada una de ellas venía a ser coto redondo. Las tres primeras edificaciones que aparecen en Luzaide/Valcarlos fueron otros tantos hospitales pertenecientes a Leire. A la primitiva disposición lineal a lo largo del camino de peregrinaje siguió una etapa de reagrupamiento de un núcleo central, alrededor de la iglesia: Elizaldea. Sin embargo esta nueva pauta no nació de una tendencia espontánea sino que el Tribunal del Consejo Supremo que dictó la autonomía de Luzaide/Valcarlos facultando al Concejo para conceder licencia de nuevas edificaciones en su término lo hizo con la condición de que se levantasen junto a las ya edificadas. Fue ésta una medida impopular ya que habiendo aumentado considerablemente el vecindario y viéndose obligados a vivir del cultivo de unos campos que a veces distaban mucho de la casa, lo normal hubiera sido que organizaran su vida de modo que les fuera más cómodo atender sus obligaciones. Así nacieron las bordas, más cerca de la realidad de su vida diaria que sus propias casas. Incluso las casas tradicionales dejaron de vivir primordialmente del hospedaje al decrecer el número de clientes e hicieron de sus casas el centro de una explotación agropecuaria. Pero éstas tenían la ventaja de estar situadas en el lugar mismo de sus ocupaciones habituales por estar constituidas desde el principio en cotos redondos. Tras la Revolución Francesa quedó perfectamente definida la fisonomía actual de Luzaide/Valcarlos con cuatro barrios principales además del núcleo central del pueblo y un total de casi ochenta caseríos<ref>IdemJosé María SATRÚSTEGUI. “Las casas de Valcarlos” in AEF, XXI (1965-1966) pp. 14, 16.</ref>.
Efectivamente, la limitación impuesta por la ley en el sentido de no construir viviendas dispersas duró hasta la Revolución Francesa en que perdió vigencia, obligada por las circunstancias. El día 25 de abril de 1793 los habitantes del pueblo tuvieron que abandonar sus casas por la invasión de las tropas francesas y no volvieron hasta tres años más tarde. Encontraron todos los edificios incendiados y optaron por rehabilitar las bordas, abandonando el emplazamiento de las antiguas viviendas. De este modo la borda de Luzaide/Valcarlos deja de ser desde entonces una dependencia auxiliar y recibe en sentido pleno el nombre y las funciones de la casa originaria. El solar del antiguo edificio pasa a ser huerta que se cita con el nombre del caserío: ''Toloxado baratzea'', ''Bidarteko baratzea'', en el lugar del antiguo emplazamiento dentro del núcleo urbano. A diferencia de la mayoría de los pueblos en que se ha conservado el componente borda en la denominación del caserío, la casa de Luzaide/Valcarlos lo ha perdido y se designa, simplemente con el nombre primitivo. Se trata de un traslado en sentido pleno de edificio, familia y denominación originaria con todos sus derechos y obligaciones. En ocasiones, de los restos de la casa primitiva surge la borda, como en el caso de la borda de Doray, en tanto que el antiguo edificio auxiliar dio origen al verdadero caserío. Por lo tanto se invierten los términos. Finalmente se da el caso de la desaparición de la casa troncal y pervivencia hasta el presente del caserío que no ha perdido su componente borda: ''Barberainborda'', ''Xatanenborda''. Es así como se configura la fisonomía actual de Luzaide/Valcarlos, con sus ochenta caseríos apartados del núcleo central (''Karrika'') y que configuran cuatro barrios principales<ref>IbidemJosé María SATRÚSTEGUI. “Las casas de Valcarlos” in AEF, XXI (1965-1966) pp. 158-159.</ref>.
127 728
ediciones