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Leche de mujer. Belarriko mamorroaren egarria kendu

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En Carranza (B) si se trataba de un niño pequeño se le vertían un par de gotas de leche directamente del pecho de una mujer que estuviese dando de mamar. Era un remedio muy conocido y del que los informantes atestiguan su eficacia. Era tan conocido como el del aceite y además de a niños también se aplicaba a adultos obteniendo, según los informantes, óptimos resultados.
En Olaeta (A), Arrona (G) y Donibane-Garazi (BN), en tiempos pasados, se creía que cuando un niño tenía dolorido el oído era conveniente verterle leche del pecho de una mujer para apagar la sed del gusano que se alojaba en su interior<ref>Resurrección M.ª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid: 1935, p. 78.</ref>.
En la Montaña Alavesa también creían que el dolor de oídos era debido a un gusano que tenían dentro. Para curar el mal había que echarle leche del pecho de una mujer y así se le quitaba la sed<ref>Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “Folklore de la Montaña Alavesa” in AEF, XX (1963-1964) p. 27.</ref>.
En Romanzado, Urraul Bajo y en Tiebas (N) también se ha constatado que si se deseaba calmar el dolor a una niña la leche debía proceder de una mujer que criara un niño y viceversa, si era para un niño de una mujer que criara niña.
En Mundaka (B) se creía igualmente que cuando el oído dolía el gusano que se alojaba dentro tenía sed por lo que era bueno verter unas gotas de agua bendita. Este gusano tenía en Arratia (B) el nombre de ''belarriko mamarroa''<ref>Resurrección M.ª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 231.</ref>.
Un anciano de Azkaine (L) también decía que en el fondo del oído se alojaba un gusano que cuando estaba sediento comenzaba a agitarse y que no se calmaba hasta que se hacía con un poco de bebida.
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