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Disposicion de manos y pies

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Se constatan también otras razones de orden práctico. En Artziniega, Llodio (A) , Izpura y Oragarre (BN) señalan que era importante el atarle al difunto las manos y los pies para que el cuerpo cupiera en el ataúd. En Berganzo (A) aducen que si el cuerpo se quedaba frío, al intentar doblarle los miembros, se le rompían los huesos. En Salcedo (A) , Muskiz (B) , Izal y Mélida (N) lo hacían porque ocupara el menor sitio posible y consecuentemente poder introducirlo en la caja sin dificultad. En Berastegi, Elgoibar, Getaria (G), Eugi, Murchante y Sangüesa (N) una de las razones aducidas para este comportamiento es la estética. En Abadiano (B) y Obanos (N) señalan que el enderezar el cuerpo, cruzarle las manos y juntarle los pies se efectuaba tanto por facilitar su introducción en el féretro como por motivos estéticos. En Salvatierra (A) no se le cruzaban las manos, se le dejaban los brazos estirados a ambos lados.
En Salcedo (A) lo hacían con el fin de que el cadáver no se corrompiera antes de ser inhumado. Le ataban fuertemente con una cuerda de bala, un brazo y una pierna (ésta por el muslo); pero en tal forma que si el brazo derecho era el atado, fuera la izquierda la pierna atada, o viceversa. Solían atarles también las manos juntas y los pies juntos, para soltárselos cuando llegaban a enfriarse por completo pues no tenía otro objeto tal operación que el de ponerles estos miembros en forma decorosa. En Galarreta (A) en caso de que el cadáver estuviese hinchado le ataban los pies para poder meterlo más fácilmente en el ataúd<ref>AEF, III (1923) pp. 48 y 55.</ref>.
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