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En Bilbao (B), antiguamente, no era frecuente el llevar flores. Cuando las había eran artificiales y las proporcionaban las agencias funerarias. Primero fueron de tela y posteriormente de plástico, en ambos casos se alquilaban. Resultaba más habitual verlas si el finado pertenecía a algún grupo político, deportivo o trabajaba en una empresa. Eran portadas por dos personas que tuvieran especial relación con el difunto. En la conducción iban situadas entre el clero y el furgón funerario, algunas veces junto a la presidencia del duelo.
En Llodio (A), en otro tiempo, el día del funeral se ponía sobre el féretro una corona de flores artificiales hecha de pluma de gallina, pintada de negro o morado, simulando las ho-hojas, con flores de colores de tela en el centro. Según los encuestados, imitaban dignamente a las naturales. En los días lluviosos se utilizaba una corona hecha de metal coloreado. Ambas las proporcionaba el servicio funerario. Hoy en día, las coronas son de flores naturales.
En Portugalete '''Durango (B), '''en tiempos pasadoscon anterioridad a la guerra civil de 1936, se emplearon algunas familias llevaban coronas de flores artificiales difunto en el cortejo fúnebre. Estaban hechas con plumas de ave que después se alquilaban guardaban en la funerariacasa. Algunas personas las confeccionaban con plumas negras También había coronas de tela o de metal ligero pintadas de purpurina blanca o blancas y flores artificialesdorada. Cuando se introdujo la costumbre Hacia los años sesenta, las agencias funerarias comenzaron a encargarse de llevar los ramos esta labor y aunque en un principio las coronas se confeccionaban con flores de flores naturalesplástico, al principio sólo estuvo al alcance de las familias pudientes y el uso más tarde se generalizó a medida que fueron ampliándose generalizaron las disponibilidades económicas de la genteflores naturales.
En Obanos (N) existió la costumbre, que se mantuvo hasta poco después de la guerra civil de 1936, de colocar sobre la caja, si la persona fallecida era soltera, una gran corona hecha de plumas y flores artificiales. Tratándose de mujeres solteras, colgaban de la corona unas cintas que eran llevadas por muchachas pertenecientes a la Congregación de Hijas de María. La corona solía pedirse prestada a familias que se sabía que las tenían. Ya en las décadas de los 50 y 60, los ramos de flores y las flores artificiales era algo raro que apenas se veía en los cortejos fúnebres. A partir de los 70, se ha generalizado la costumbre de llevar una corona detrás de la caja del difunto.