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En los años veinte, treinta o cuarenta, dependiendo de unas localidades u otras, se produjo una transición en el modo de vestir para entierros y funerales. Los hombres abandonaron las grandes capas y la indumentaria con la que se vestían era<div style="margin-left: camisa blanca, traje negro oscuro, corbata negra y zapatos negros. Estuvo muy extendida la costumbre de llevar un brazalete negro colocado en la manga izquierda de la chaqueta y, en invierno, sobre las prendas de abrigo o la gabardina. También se llevaban pequeños triángulos de tela negra cosidos en uno de los ángulos de la solapa de la chaqueta y botones y escarapelas negros en el ojal. En Vascoñia continental se utilizaron unas prendas singulares como la pequeña capa denominada ''taulerra ''y la zamarra, ''xamarra''.0cm;"></div>
Fue costumbre generalizada que los hombres fueran descubiertos, con la boina en la mano, durante el desfile de la comitiva fúnebre. Parece que el origen de esta tradición es una superstición por miedo a los peligros que amenazaban en la conducción de cadáveres<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid, 1935, p. 223. Observó que la misma costumbre existía en algunos lugares de Alemania. La afirmación de que el origen es una superstición fue hecha por Paul Sartori.</ref>.
