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En la cultura tradicional no se concebía otra forma de producir alimentos o criar animales que mediante el esfuerzo físico. Solo en décadas recientes con la generalización del uso de maquinaria pesada se ha roto en buena medida este vínculo. En la casa de labranza todos los miembros de la familia se ocupaban de las labores del campo solos o con la ayuda de los animales, si bien existían diferencias en función de la edad, el sexo y el estado de salud de cada uno.<div style="margin-left:0cm;"></div>
Para que la diferenciación sexual del trabajo se manifestase con nitidez en una casa, debía haber una familia extensa con un número adecuado de miembros. Entonces se apreciaba una diferencia más o menos clara entre las dedicaciones del hombre y de la mujer.