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En determinadas montañas existen todavía loberas, es decir, terrenos enmarcados por dos costados con sendas paredes que convergen hacia una fosa profunda. Esta disposición facilitaba el resultado de la caza de ojeo cuando se sabía que algún lobo andaba por la montaña. Donde no había lobera la caza era menos segura. Aun así mediante una batida combinada de un grupo, auxiliado por perros, se procuraba espantar a las fieras obligándolas a huir hacia un desfiladero donde otros cazadores las aguardaban armados con escopetas<refdiv style="margin-left:0cm;">José Miguel de BARANDIARAN. «Aspectos sociográficos de la población del Pirineo Vasco» in ''Eusko-Jakintza'', VII (1953-1957) p. 19.</refdiv>.
Mucho más precarios han sido los procedimientos de asustar a los depredadores mediante el empleo de fuego o realizando fuertes ruidos. Otros recursos como el veneno han tenido por el contrario efectos devastadores.