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El aprovechamiento de la hierba puede ser directo permitiendo que el ganado la paste. En un tomo anterior dedicado a la ''Ganadería y pastoreo en Vasconia ''se aborda la alimentación del ganado en el campo mediante pastoreo.
Al hecho de pastar el ganado se le denomina en el Valle de Carranza (B) con el verbo común castellano de pacer, de ahí que a la cantidad de hierba que produce un prado para ser pacida se le conozca como ''pación''. Vender o arrendar las ''paciones ''ha sido una costumbre consistente en alquilarlas, por lo general a un pastor y durante el período invernal, para que aproveche el pasto producido por un prado o una ''finca ''durante un tiempo establecido a cambio de una compensación económica o en especie. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
Las hierbas frescas que crecen en un prado después de haber sido segado recibían antaño el nombre de ''brenas ''y en su conjunto el de ''retoño''. El ''retoño ''puede ser pacido o segado para su aprovechamiento.
En el Valle de Carranza (B) en épocas pasadas “el tiempo de la hierba” se iniciaba por san Juan, a finales del mes de junio, que era cuando comenzaban a “segar ''pa seco''” y se recogían los primeros ''coloños. ''El mes en el que se llevaba a cabo la mayor parte de la recolección era julio, a veces prolongándose en agosto si era mucha la que había que segar, a consecuencia de que en julio hubiese venido mal tiempo, o porque en la casa no se contaba con mano de obra suficiente. Por lo general la conclusión de estos trabajos tenía lugar por Santiago.
Excepcionalmente se podía adelantar el final de los mismos si venían primaveras calurosas en que la hierba crecía mucho y acompañaba el sol para secarla. Cuenta un informante que en su casa hubo años de terminar por san Pedro, aunque era una situación poco común, debido a las condiciones climáticas favorables antes citadas, a que era una familia extensa con mano de obra suficiente y a que de ese modo quedaban liberados para ''ajustar ''la recogida de hierba a algún que otro vecino, es decir, le recogían la hierba a cambio de un dinero establecido de antemano. No se trataba de labradores como ellos, sino de propietarios de fincas notables que no dedicándose al campo recogían hierba para alimentar el ganado que poseían y que les cuidaban criados a sueldo. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
En Lanestosa (B) la hierba para seco, que en invierno constituía el principal alimento del ganado, se recogía entre finales de junio y principios de agosto. En tiempos recientes, con la mecanización agrícola, la labor de siega y recogida es menos dura y de más corta duración.
El día anterior a segar se preparaban las herramientas que se iban a utilizar prestando especial atención a los ''dallos ''o guadañas que se ''picaban ''bien. Para esta labor se utilizaban los ''picos''.
Antiguamente se segaba con ''dallos'', entendidos como tales las guadañas de hoja ancha, ya que no se conocían las ''dallas'', que son las que la presentan más estrecha y ligera. Recuerda un informante que las marcas que las comercializaban eran el ''Toro ''y la ''Bellota ''y no ofrecían dallas. Estas llegaron al importar una marca extranjera, las ''Tres Liras'', de origen suizo. Además de su ligereza presentaban la ventaja de que “la ''picadura ''duraba el doble”, es decir, segaban durante mucho más tiempo antes de tener que volverlas a ''picar''. Este tipo de dallas se acabó generalizando. Hoy en día los dallos ya no se ven salvo que los viejos segadores asistan por televisión a una prueba de ''segalaris'', pero su nombre ha servido para designar a las antiguas dallas, no usándose ya el femenino. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
El día de la siega se acudía al prado de madrugada, a las cuatro o cinco, para poder realizar este duro trabajo con ''la fresca ''ya que para media mañana el sol calentaba tanto que convertía en excesivamente penosa esta labor.
Podía ocurrir que en el grupo de segadores hubiese una persona más débil por razón de su constitución física, por ser mayor o por tratarse de una mujer. Estas personas no segaban un lombillo como los otros ya que no podían hacerlo al ritmo exigente que suponía segar unos tras otros, así que se ocupaban de la tarea conocida como “sacar el lombillo” o “hacer las orillas”. Consistía en segar en el margen del prado y dejar preparado el arranque de un nuevo lombillo para que el segador que terminaba el suyo, cuando regresaba al punto de partida, pudiese iniciar otro sin dilación.
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Si el prado a segar era grande y el número de trabajadores reducido se podía segar en ''duchas'', esto es, en franjas, de tal modo que cada lombillo no abarcase de un margen al otro del terreno sino solo una parte del mismo, ya que hacer hileras muy largas resultaba agotador.
Por lo general si el sol alumbraba lo suficiente el número mínimo de vueltas que se le daba era de dos. Transcurrido el tiempo necesario una vez dada la segunda la hierba solía estar lo suficientemente seca como para ser recogida. Excepcionalmente se ha secado con una sola vuelta si la cantidad segada era escasa y coincidía con un día de mucho calor, pero era más habitual tener que darle un número mayor de vueltas.
Si solo era necesario darle dos vueltas porque el sol acompañaba, la hierba se recogía al día siguiente de ser segada. Como se ha indicado antes la siega se realizaba temprano, después se esparcía y tras la comida se le daba vuelta. Al otro día se le volvía a dar vuelta a media mañana y por la tarde se recogía. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
En tiempos pasados fue habitual no dejar la hierba extendida en el prado, o ''tendida ''que se le decía, cuando llegaba la noche, sino realizar una nueva tarea llamada ''hacer pilucos''. Este trabajo se ejecutaba con la ''rastrilla ''y consistía en hacer pequeñas pilas de hierba reuniendo la que una persona pudiese recoger a su alrededor con la ''rastrilla ''sin mover los pies. Los ''pilucos ''o ''pilos ''debían hacerse por la tarde cuando ya empezaba a “bajar el sol”, a declinar, pero antes de que se ocultase para así evitar que cayese rocío habiendo todavía hierba extendida.
Si bien, como se indicó antes, las herramientas que manejaba cada uno dependían de su edad, sexo y condición física, este era un trabajo duro y cansado en parte por el esfuerzo físico que suponía y también porque requería muchas horas a pleno sol.
La primera labor consistía en reunir la hierba en uno o varios puntos bien para hacer ''cinas ''o almiares, si amenazaba lluvia o no había posibilidad de transportarla ese día, o para cargarla en el carro de bueyes a fin de llevarla a casa. Este trabajo se denominaba ''atropar la hierba''. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
La celeridad que debía imprimirse al mismo dependía de varios factores: De si había gente suficiente para el trabajo; de la superficie de terreno que tuviesen que recoger y la cantidad de hierba que hubiese en él, y sobre todo de si amenazaba tormenta o no. Si se disponía de ''fuerza ''suficiente y la tarde se presentaba soleada, los participantes podían llevar a cabo este trabajo de un modo más desahogado. El mayor problema se planteaba si se “veía venir el trueno”, esto es, si comenzaban a formarse nubes de tormenta, entonces había que trabajar con rapidez a fin de evitar que se mojase.
La forma de ''juntar hierba ''dependía en buena medida de la orografía del terreno donde se estaba trabajando. La mayor parte de los prados carranzanos tienen una pendiente más o menos acusada así que se comenzaba a recoger por la ''cabecera ''ya que, obviamente, es más fácil desplazarla hacia abajo. Si la pendiente era más acusada entonces resultaba más cómodo “echar hierba abajo” ya que por gravedad tendía a descender. Si la inclinación era la suficiente se ponía en práctica una forma particular que suponía un menor esfuerzo físico y que consistía en hacer ''rodos'', cilindros de hierba alargados que rodaban pendiente abajo.
Con esta técnica se facilitaba notablemente el trabajo. La parte más laboriosa consistía en ir disponiendo la hierba de modo que al hacer girar el rodo que se iba formando diese lugar a un cilindro. Después se hacía rodar ladera abajo. Si la pendiente era acusada lo hacía solo, de lo contrario había que empujarlo desde arriba procurando que no se desbaratase. Como contrapartida, una vez el rodo llegaba a la parte baja del prado, donde se iba a cargar la hierba que contenía en el carro, surgía el problema de soltar la hierba que se había entrelazado al girar el cilindro. A horquilla solía ser difícil, así que se empleaba la ''picona ''que por la disposición curva de sus ''gangas ''o púas permitía clavarla en la hierba del rodo y tirar de ella con fuerza. Si la hierba estaba muy seca se soltaba más fácil, pero si no lo estaba suficientemente era muy costoso hacerlo. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
Además de la inclinación también influía que el terreno estuviese ''bien tirao'', es decir, que su superficie fuese uniforme, o por el contrario que tuviese hondonadas u ''hoyadas ''y lomos o ''cuetos''. Esto determinaba la dirección en la que se debía desplazar la hierba, ya que era necesario reunirla en lugares donde se pudiese cargar el carro de bueyes sin correr el riesgo de que después, para salir del prado, se diese vuelta a causa de la inclinación.
La delantera podía ser de dos formas. Una similar a la rabera solo que con los largueros rectos y apoyada en la cartola, de modo que sobresaliese sobre los bueyes hasta prácticamente la altura de la melena. La otra constaba de dos pares de ''grampones ''fijados a ambos lados del ''tirón'', un par a la altura de las paletillas de los bueyes y otro más atrás, de modo que en los mismos se insertaban unos ''rejos ''curvos que vistos de frente describían un par de uves abiertas. Los ''rejos ''de cada lado se unían después mediante unos palos para así retener la hierba.
No se podía cargar un carro solo con la rabera a pesar de que colocar y cargar la delantera resultaba más complicado. La razón era que del primer modo quedaba cargado muy ''trasero ''y si se tenía que ascender una cuesta el carro se ''pingaba, ''lo que dificultaba enormemente el avance de los bueyes.
[[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]] A la cantidad de hierba que se cargaba en el carro, si era grande, se le llamaba ''carretada''<nowiki>; si era normal se empleaba la voz común de </nowiki>''viaje'': “viaje de yerba seco”.
Cuando por las características orográficas de un prado resultaba imposible sacar la hierba con el carro del modo descrito se hacía necesario recurrir a ''narras''. Estos artilugios permitían arrastrar la hierba de un punto a otro cuando los prados eran muy malos, es decir, pendientes e irregulares.
Una vez cargado el carro se llevaba hasta la casa. Si había que regresar al prado con la pareja a por más, se descargaba el ''viaje ''en el portal con la ayuda de la ''picona''. Más tarde esa hierba junto con la que se siguiese trayendo del prado se debía subir al ''sobrao ''o camarote, que era donde se almacenaba para el invierno. Dado que las carreteras y ''cañaos ''no siempre tenían buen firme, antes de iniciar los trabajos de recolección de la hierba los vecinos de cada barrio acudían ''a concejo ''y determinaban “salir un día a caminos” para reparar los desperfectos que durante el invierno el agua hubiese ocasionado en los mismos. De esto modo garantizaban que los carros cargados de hierba, dado el volumen que alcanzaban, no se diesen vuelta en el trayecto de regreso a casa.
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=== Almacenamiento ===
En Urduliz (B) antes no había muchos pastizales, solo unos pocos para sacar a pastar al ganado. Los montes se tenían limpios con hierba que se cortaba con la guadaña en junio haciendo filas, ''lerrotan'', para destinarla a hierba seca. Se dejaba secar durante un par de días, dándole vueltas con la horca, ''sardea'', si el tiempo acompañaba. Luego se apilaba con la ayuda de la horca y el rastrillo. Hasta que comenzó a enfardarse, la hierba se llevaba a la casa tal cual en el carro, cargándola con la horca. Otra persona sobre el carro iba comprimiéndola para que cupiera más y se acarreaba al pajar, ''lastegia''.
También se hacían almiares de hierba seca, ''bedar-metak''. El método era el siguiente: se excavaba un agujero y en él se introducía de pie un tronco, limpio de ramas, de un árbol no muy grueso, y se sujetaba con piedras alrededor. Se hacía también una base con leñas para que la humedad no perjudicara a la hierba. Sobre ella se iba levantando el almiar, apilando la hierba bien apretada hasta la cima. A continuación se cubría con unos largos alambres que tenían colgadas piedras para que con el peso oprimieran bien la hierba y la lluvia corriera sin perjudicar al almiar. A partir de la aparición del plástico, se cubría con este material. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
En Amorebieta (B) en verano se cortaba la hierba, se henificaba y se guardaba en almiares o en el pajar. Los almiares se hacían en el mismo prado o cerca del caserío. Se ponía una base de ramas de árbol gruesas, encima tres o cuatro tablas de madera vieja y sobre ellas se depositaba la hierba seca formando un cono, recogida alrededor de un poste de madera que hacía de eje en el centro. Se pisaba para que cupiese la mayor cantidad posible de hierba, y una vez dada la forma se cubría la parte superior con algún plástico o saco a fin de defenderla de la lluvia y así evitar que se pudriese.
Sobre el almiar de hierba se colocaba un aro, ''uzteia'', de madreselvas, o de cadena o bien un anillo de hierro. De este aro pendían cada uno por su lado, tres madreselvas, ''ezker-aihenak'', o tres cadenas de metro y medio de longitud, a cuyos extremos inferiores se ataban grandes piedras, maderas o viejos instrumentos de hierro que mantenían tirantes y en posiciones equidistantes las cuerdas de donde pendían. Este dispositivo contribuía a inmovilizar la hierba del almiar.
En otoño era costumbre colocar en la parte superior del almiar de hierba una caperuza, ''zorroa'', de paja de trigo atada alrededor del poste: servía para mantener la hierba al abrigo de las lluvias. [[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
Cuando se disponía de sitio adecuado en casa, se transportaba a ella el heno y se depositaba en un desván metiéndolo por la trampa, ventana grande del desván, elemento reciente, de los años 1940, en la arquitectura rural, consecuencia de la estabulación del ganado. El transporte se hacía en carros o a hombros. En este último caso se utilizaban ''kakola ''y ''bazkasaiala''.
Para medir el heno la unidad de peso usual era el ''kintal ''(50 kilos).
En Donoztiri (BN) las diversas operaciones que se efectuaban con la hierba para su recolección eran ''ebaki ''(segar), ''barreatu ''(esparcir), ''idorrahazi ''(secar), ''bildu ''(amontonar con rastrillos); finalmente la hierba era conducida a casa o apilada en almiares, ''metak ''o ''belhar-metak''. El haz de hierba que el segador cortaba de un golpe de guadaña se llamaba ''maila''. Con posterioridad las máquinas segadoras se fueron generalizando. La hierba recogida servía para alimentar los ganados durante el invierno, ''kabalak bazkatzeko'', dicen los informantes.