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En las localidades encuestadas se ha recogido que el cableado antiguo consistía en un cordón trenzado forrado de goma y tela, que se estropeaba con facilidad produciendo cortocircuitos. En algunas localidades (Aoiz, Mélida-N) se ha consignado que los cordones de la luz se adornaban con papelinas de colores rojos o verdes. Se cortaban tiras de papelinas y se enrollaban alrededor de los cables. También se cortaban cartones o papelinas en forma de cono que hacían las veces de lámparas en torno a las bombillas. Para evitar la peligrosidad del cableado fue sustituyéndose con tubo Bergman, que consistía en empotrar los cordones en un tubo que ofrecía mayor seguridad. Los interruptores de luz eran de porcelana y se colocaban en el dintel de las puertas. En las cabeceras de las camas se han usado los interruptores llamados ''peras''. Con carácter general puede decirse que la luz eléctrica primero se incorporó a la cocina, comedor y habitaciones, y poco tiempo después se introdujo en las cuadras, cabañas y edificaciones auxiliares. Las bombillas que se usaban eran las de bayoneta, después pasaron a ser de rosca.
[[File:2.317 Pera en la cabecera de la cama. Melida (N) 1997.jpg|center|600px|Pera en la cabecera de la cama. Mélida (N), 1997. Fuente: M.ª Luisa García, Grupos Etniker Euskalerria|class=nofilter]]
A continuación se aportan algunos ejemplos que son aplicables a otros lugares. Así en Allo (N) a principios del siglo XX llegó la luz eléctrica. Durante décadas funcionó el sistema de luz conmutada con dos bombillas, de las que una estaba en la planta baja y en el primer piso la otra. Este sistema preveía que cuando una de ellas se encendía, la otra se apagaba. Los puntos de luz estaban estratégicamente colocados, de suerte que pudiera alumbrarse al mismo tiempo el mayor número posible de habitaciones.