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En Amézaga de Zuya (A) aunque se constata que las cunas antiguas eran fijas, posteriormente las que se balanceaban lo hacían por medio de una especie de hojalata en la base. Los balancines estaban en las patas de la cabecera y en las de los pies y para poner en movimiento la cuna había que asirla por su parte central.
En Moreda y Ribera Alta (A) tenía unos listones curvados que unían las patas delanteras con las traseras. Se ponía en movimiento con la mano o con el pie lo que permitía, en este último caso, realizar otras actividades como coser mientras se mecía al niño.
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En Amorebieta-Etxano y Markina (B) se empujaba con la punta del pie de arriba abajo el extremo de una maderita que sobresalía de la cuna. Igualmente en Orozko (B), donde se mecía con un movimiento de vaivén impulsado por el pie. Casi siempre se ocupaba de esta labor la abuela. Señalan en este último valle que de tanto mecer la cuna los travesaños llegaban a desgastarse.