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Aprovechamiento

841 bytes añadidos, 13:29 18 jun 2019
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El aprovechamiento de la hierba puede ser directo permitiendo que el ganado la paste. En un tomo anterior dedicado a la ''Ganadería y pastoreo en Vasconia ''se aborda la alimentación del ganado en el campo mediante pastoreo.
Al hecho de pastar el ganado se le denomina en el Valle de Carranza (B) con el verbo común castellano de pacer, de ahí que a la cantidad de hierba que produce un prado para ser pacida se le conozca como ''pación''. Vender o arrendar las ''paciones ''ha sido una costumbre consistente en alquilarlas, por lo general a un pastor y durante el período invernal, para que aproveche el pasto producido por un prado o una ''finca ''durante un tiempo establecido a cambio de una compensación económica o en especie.  [[File:8.168 Aprovechamiento del pasto. Carranza (B) 1977.jpg|center|600px|Aprovechamiento del pasto. Carranza (B), 1977. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Las hierbas frescas que crecen en un prado después de haber sido segado recibían antaño el nombre de ''brenas ''y en su conjunto el de ''retoño''. El ''retoño ''puede ser pacido o segado para su aprovechamiento.
En el Valle de Carranza (B) en épocas pasadas “el tiempo de la hierba” se iniciaba por san Juan, a finales del mes de junio, que era cuando comenzaban a “segar ''pa seco''” y se recogían los primeros ''coloños. ''El mes en el que se llevaba a cabo la mayor parte de la recolección era julio, a veces prolongándose en agosto si era mucha la que había que segar, a consecuencia de que en julio hubiese venido mal tiempo, o porque en la casa no se contaba con mano de obra suficiente. Por lo general la conclusión de estos trabajos tenía lugar por Santiago.
Excepcionalmente se podía adelantar el final de los mismos si venían primaveras calurosas en que la hierba crecía mucho y acompañaba el sol para secarla. Cuenta un informante que en su casa hubo años de terminar por san Pedro, aunque era una situación poco común, debido a las condiciones climáticas favorables antes citadas, a que era una familia extensa con mano de obra suficiente y a que de ese modo quedaban liberados para ''ajustar ''la recogida de hierba a algún que otro vecino, es decir, le recogían la hierba a cambio de un dinero establecido de antemano. No se trataba de labradores como ellos, sino de propietarios de fincas notables que no dedicándose al campo recogían hierba para alimentar el ganado que poseían y que les cuidaban criados a sueldo.  [[File:8.169 Acarreando hierba verde. Carranza (B) 1977.jpg|center|600px|Acarreando hierba verde. Carranza (B), 1977. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Lanestosa (B) la hierba para seco, que en invierno constituía el principal alimento del ganado, se recogía entre finales de junio y principios de agosto. En tiempos recientes, con la mecanización agrícola, la labor de siega y recogida es menos dura y de más corta duración.
En Berastegi (G) en los prados donde no pastaba el ganado caballar u ovino, se procedía a segar la hierba para secarla a finales de junio. En Ustárroz, Isaba y Urzainqui (N) los prados eran segados entre julio y la primera quincena de agosto. En Izurdiaga (N) los cortes que se dan al forraje suelen ser en mayo y en julioagosto. En Abezia (A) las labores de la hierba comienzan cuando está crecida, poco más o menos por el mes de julio.
 
 
 
 
En Sara (L) la hierba de los prados se siega dos veces al año: por julio y por septiembre. Como ya indicamos antes la que se cosecha por julio se llama simplemente ''belarra'', hierba; la de septiembre, ''urri-soroa''. En Beasain (G) si la primavera es bien húmeda y llueve un poco en verano, se siega dos veces, una entre san Juan y Santiago, y otra en septiembre. En Bedarona (B) “se hace hierba seca” a primeros de verano y a finales.
En Donazaharre (BN) los prados proporcionaban dos cortes al año. Las etapas de secado de la hierba abarcaban cuatro etapas: la siega, ''bedarra moztia''<nowiki>; el esparcir la hierba, </nowiki>''belar-barrea tziabarreatzia''<nowiki>; rastrillar el heno en filas para poder hacer montones, </nowiki>''belar-biltzea''<nowiki>; apilar el heno para que no se humedeciese por la noche, </nowiki>''belar-metatzia''. Estas operaciones se repetían durante dos o tres días dependiendo de la intensidad del sol. Para saber si la hierba estaba bien seca, las personas de edad recogían puñados y los retorcían y frotaban junto a la oreja, si crujían es que estaba seca, “''belar idorra da”''<nowiki>; entonces se podía almacenar sin riesgo a que se rehumedeciera, “</nowiki>''belar itzulia da”''.
En Elgoibar (G) dependiendo del tiempo, se podían obtener hasta tres cortes al año: junio, septiembre y noviembre, aunque normalmente solían ser dos. En épocas de sequía apenas se conseguía hacer un corte.
A continuación recopilamos la forma tradicional de henificación recogida en el Valle de Carranza. Conviene precisar antes de nada que es voz desconocida para los informantes de esta población, que hablan sencillamente de ''secar la yerba'', como tampoco se ha empleado heno sino hierba seca y a veces ''yerba seco''.
=== Siega ===
Al menos hasta los años cuarenta del pasado siglo XX y en décadas posteriores, se empezaba a segar la hierba para secarla a finales del ''mes de san Juan'', junio.
La hierba segada en torno a la festividad de san Juan era más difícil de secar, ya que por lo general el sol aún no calentaba tan fuerte como en julio pero sobre todo porque contenía mucha savia. Se decía que se recogía con “toda la sangre” y se consideraba de excelente calidad por lo que era muy apreciada.
Si era posible, la labor de siega era realizada por varias personas. Dado que las familias eran numerosas todos los participantes podían pertenecer a una misma casa, si bien en ocasiones ayudaban familiares y sobre todo vecinos. En la labor de segar ''para seco ''no solían participar mujeres. Eso no quería decir que no se dedicasen a esta actividad; la diferencia estribaba en que los hombres segaban en los prados “para seco” mientras que ellas lo hacían en las ''campas ''de las ''llosas[[#ftn6|[6]]]''<ref>Recibía el nombre de ''llosa ''el conjunto de terrenos de propiedad privada que tenían una cerca común a todos ellos para evitar que fuesen invadidos por el ganado. Las heredades de cada ''llosa ''eran de escasa superficie a consecuencia de las sucesivas particiones hereditarias, pertenecían a diferentes propietarios de tal modo que cada casa contaba con unas cuantas y no se hallaban cerradas entre ellas por ningún tipo de vallado. Por lo general las heredades más cercanas a las casas que formaban el barrio se labraban y recibían el nombre de ''piezas ''y las más alejadas se destinaban a pradera y se llamaban ''campas''.</ref>, más cercanas a la casa y en menor cantidad: un ''coloño[[#ftn7|[7]]] ''<ref>Un ''coloño ''es la cantidad de hierba contenida en un ''sábano''. Más adelante se describe su forma y modo de cargarlo.</ref> o dos en verde para dar de comer a las vacas que estaban atadas en la cuadra. Transportaban la hierba a lomos del burro y necesitaban ser acompañadas por uno o dos chiquillos que les ayudasen a cargarla en el animal.
El día anterior a segar se preparaban las herramientas que se iban a utilizar prestando especial atención a los ''dallos ''o guadañas que se ''picaban ''bien. Para esta labor se utilizaban los ''picos''.
Antiguamente se segaba con ''dallos'', entendidos como tales las guadañas de hoja ancha, ya que no se conocían las ''dallas'', que son las que la presentan más estrecha y ligera. Recuerda un informante que las marcas que las comercializaban eran el ''Toro ''y la ''Bellota ''y no ofrecían dallas. Estas llegaron al importar una marca extranjera, las ''Tres Liras'', de origen suizo. Además de su ligereza presentaban la ventaja de que “la ''picadura ''duraba el doble”, es decir, segaban durante mucho más tiempo antes de tener que volverlas a ''picar''. Este tipo de dallas se acabó generalizando. Hoy en día los dallos ya no se ven salvo que los viejos segadores asistan por televisión a una prueba de ''segalaris'', pero su nombre ha servido para designar a las antiguas dallas, no usándose ya el femenino.  [[File:8.170 Belarra ebakitzen. Zeanuri (B) 1978.jpg|center|450px|Belarra ebakitzen. Zeanuri (B), 1978. Fuente: Ander Manterola, Grupos Etniker Euskalerria.]]
El día de la siega se acudía al prado de madrugada, a las cuatro o cinco, para poder realizar este duro trabajo con ''la fresca ''ya que para media mañana el sol calentaba tanto que convertía en excesivamente penosa esta labor.
Uno o dos aprovechaban ese descanso para picar los dallos. El problema consistía en regresar al trabajo después de comer; el cansancio acumulado, la tripa llena y el sol que comenzaba a apretar, se aliaban para que reanudar la tarea resultase bastante penoso. Hasta que no se segaban un par de ''lombillos ''o hileras y “se rompía a sudar” costaba mucho, después se continuaba hasta el mediodía o hasta la una o dos de la tarde.
Cuando eran varios los segadores, el que mejor ''picaba los dallos ''se ocupaba de ello una vez comenzaban a desafilarse por su uso repetido o cuando por tropezar con piedras, ''topiños ''(hormigueros) o toperas, perdían demasiado pronto el filo. Esta persona dedicaba varias  Fig. 170. Belarra ebakitzen. Zeanuri (B), 1978. horas a esta labor, lo que a veces le resultaba molesto ya que además de preferir segar, debía adoptar una postura que tras un tiempo resultaba incómoda y le exigía continua atención para no errar el golpe y que el ''dallo ''se ''cartease'', esto es, se cuartease el corte.
Al prado siempre se llevaba bebida, en tiempos pasados agua fresca.
Era condición entre los que realizaban esta tarea llevar el dallo bien ''sentao'', es decir, deslizar la guadaña a lo largo de la cambada con la hoja apoyada en toda su longitud sobre la superficie del prado. Algunos, sin embargo, levantaban el ''tacón ''o ''carcaño ''cada vez que daban una dallada, lo que causaba que la hierba quedase segada a media altura en el arranque de cada cambada. Esto suponía un alivio importante para el trabajador que obrase así, ya que el esfuerzo mayor se realiza al arrancar cada dallada, pero causaba un perjuicio al segador que venía inmediatamente por detrás de él. A este tipo de segadores había quien los llamaba ''chafletas ''y suponían un problema por las desavenencias que ocasionaba su modo de actuar. Además si la hierba quedaba mal segada dificultaba las tareas posteriores de esparcirla y ''arrastrillarla''.
Podía ocurrir que en el grupo de segadores hubiese una persona más débil por razón de su constitución física, por ser mayor o por tratarse de una mujer. Estas personas no segaban un lombillo como los otros ya que no podían hacerlo al ritmo exigente que suponía segar unos tras otros, así que se ocupaban de la tarea conocida como “sacar el lombillo” o “hacer las orillas”. Consistía en segar en el margen del prado y dejar preparado el arranque de un nuevo lombillo para que el segador que terminaba el suyo,  {| style="border-spacing:0;width:16.272cm;"|-|| || |-|| || [[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image015.gifImagen8.png|top]]|-|}Fig. 171. Segadores. Carranza (B)cuando regresaba al punto de partida, años 1940pudiese iniciar otro sin dilación.
cuando regresaba al punto de partida[[File:8.171 Segadores. Carranza (B) años 1940.jpg|center|600px|Segadores. Carranza (B), años 1940. Fuente: Díaz, Miguel Sabino. ''Karrantza. Visión gráfica 1880-1980''. Tomo I. Karrantza: 2008, pudiese iniciar otro sin dilaciónp. 51. ]]
Si el prado a segar era grande y el número de trabajadores reducido se podía segar en ''duchas'', esto es, en franjas, de tal modo que cada lombillo no abarcase de un margen al otro del terreno sino solo una parte del mismo, ya que hacer hileras muy largas resultaba agotador.
Como decíamos, en el caso de cuadrillas cuyos miembros tuviesen fuerzas similares, si uno se dedicaba “a matarla”, es decir, realizaba un esfuerzo menor, no se podía aplicar el sistema de terminar el lombillo y ''cogérselo ''al segundo, este al tercero, etc., porque el que menos se esforzaba salía beneficiado. Por eso en estos casos cada cual segaba su lombillo, de este modo el vago se veía forzado a trabajar con más ímpetu cuando sentía acercarse al segador que le seguía. Además los otros participantes “le echaban la verguenza” a la primera oportunidad que tuvieran, por ejemplo al parar para “echar un trago de vino”. Aquí se ventilaban también “picadillas” entre los participantes y cuestiones de hombría. El más lento al sentirse alcanzado tenía que aumentar el ritmo o “salirse del lombillo”, es decir, abandonar la hilera que estaba segando que era retomada por el que le había alcanzado. Cuando un segador “echaba del lombillo” a otro, este se convertía en la ''risión'', el hazmerreír, de los demás.
=== Secado ===
Una vez segado el prado las siguientes labores iban todas encaminadas a secar la hierba cuanto antes, asegurando que se redujese su grado de humedad hasta un punto que garantizase que una vez almacenada no se generasen mohos que restasen su calidad. Conviene tener presente que el clima de esta zona es un tanto inestable y siempre había un cierto riesgo de que lloviese a causa de una tormenta y se “mojase la hierba” durante el proceso de secado o una vez seca.
La primera tarea una vez se segaba consistía en ''esparcer ''los lombillos tratando de repartir la hierba uniformemente por toda la superficie del prado o de la campa. Esta labor era realizada fundamentalmente por las mujeres y los niños. Por lo general comenzaban a efectuarla antes de que los segadores hubiesen concluido su trabajo, si es que estaban segando un prado grande; cuando segaban las campas de las llosas, dada sus reducidas dimensiones, podían llevar segadas varias antes de que comenzasen a esparcirlas. Si bien los primeros iniciaban sus trabajos de madrugada, mujeres y niños acudían a realizar esta labor de día. Se consideraba conveniente que le “diese algo el sol a los lombillos” antes de esparcirlos. De este modo se secaba la humedad del suelo y de la parte superior de los mismos ya que como indicamos antes se segaba con rocío. Obrando así se conseguía secar la hierba más rápido, ya que si se repartía con rocío, al darle la vuelta tras secarse la capa superficial la hierba seguía mojada retrasando así su secado. Esta labor se debía realizar bien para garantizar que se secase lo más rápido posible.
Los informantes cuentan que antiguamente realizaban este trabajo a mano. Desde la perspectiva actual se sorprenden de que actuasen así dado el riesgo de ser picados por una culebra. Hoy en día son más bien raros estos reptiles pero no antaño. Como contrapartida, los prados solían estar muy limpios, es decir, libres de ortigas, zarzas, cardos y otras especies invasoras que pudiesen causar daño en las manos desnudas. La ventaja de trabajar así era que se adelantaba más que usando cualquier herramienta y esta ventaja era tanto mayor cuanta más hierba proporcionase el prado, ahora bien, como la hierba solía estar mojada por el rocío se terminaba empapado de agua.
Una vez concluida la tarea de dar vuelta a la hierba había que dejar que el sol fuese secándola. Después se debía repetir de nuevo la misma operación. La segunda vez que se le daba vuelta el trabajo resultaba más cómodo, ya que la hierba pesaba menos y además no había que prestar tanta atención a levantar la que permanecía adherida al suelo pues esto ya se había solucionado la primera vez. Sí que ocurría de vez en cuando que se encontraban algunos montones pegados al suelo que se habían colado en la primera ocasión. Destacaban sobre la demás hierba que ya comenzaba a tener un aspecto más seco, por conservar su verdor y humedad. Recibían el nombre de ''pelucones ''y era necesario esparcirlos con detenimiento, tratando de que quedasen en la superficie y que los tallos que los formaban no siguiesen apelmazados.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image017.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 172. Volteando la hierba. Berastegi (G), 1978. |- |}]]El número de veces que había que llevar a cabo este trabajo en un mismo prado dependía básicamente de si el sol calentaba lo suficiente y de la cantidad de hierba que tuviese. También influían otros factores como la época del año ya que la hierba que se segaba temprano, por ejemplo en el mes de junio, tardaba más en secarse; o que se hubiese mojado durante el proceso de secado lo que obligaba a darle un mayor número de vueltas.
Por lo general si el sol alumbraba lo suficiente el número mínimo de vueltas que se le daba era de dos. Transcurrido el tiempo necesario una vez dada la segunda la hierba solía estar lo suficientemente seca como para ser recogida. Excepcionalmente se ha secado con una sola vuelta si la cantidad segada era escasa y coincidía con un día de mucho calor, pero era más habitual tener que darle un número mayor de vueltas.
Si solo era necesario darle dos vueltas porque el sol acompañaba, la hierba se recogía al día siguiente de ser segada. Como se ha indicado antes la siega se realizaba temprano, después se esparcía y tras la comida se le daba vuelta. Al otro día se le volvía a dar vuelta a media mañana y por la tarde se recogía.  [[File:8.172 Volteando la hierba. Berastegi (G) 1978.jpg|center|600px|Volteando la hierba. Berastegi (G), 1978. Fuente: Iñaki Linazasoro, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En tiempos pasados fue habitual no dejar la hierba extendida en el prado, o ''tendida ''que se le decía, cuando llegaba la noche, sino realizar una nueva tarea llamada ''hacer pilucos''. Este trabajo se ejecutaba con la ''rastrilla ''y consistía en hacer pequeñas pilas de hierba reuniendo la que una persona pudiese recoger a su alrededor con la ''rastrilla ''sin mover los pies. Los ''pilucos ''o ''pilos ''debían hacerse por la tarde cuando ya empezaba a “bajar el sol”, a declinar, pero antes de que se ocultase para así evitar que cayese rocío habiendo todavía hierba extendida.
Al día siguiente los pilucos se esparcían de nuevo con la ayuda de la horca o de la ''rastrilla''. Esta labor no se realizaba a primera hora de la mañana sino que se aguardaba a que el sol calentase lo suficiente para que secase el rocío caído sobre la hierba amontonada y sobre el prado segado y ''arrastrillado''. De este modo tras ''esparcer ''la hierba se secaba antes ya que la capa que quedaba en contacto con la superficie del prado segado no solo no recibía la humedad del suelo al haber sido evaporada por el sol sino que lo que recibía era el calor que desprendía el suelo recalentado. El trabajo de esparcir los pilucos era relativamente sencillo y se efectuaba con rapidez.
Al hacer cada pilo se procuraba sacar la hierba más verde y húmeda a la superficie del mismo. Al otro día, como se esperaba a esparcirlos una vez hubiese calentado el sol un tiempo, se conseguía que se secase más rápida, así que este trabajo permitía acelerar el proceso. Por ello si se hacían pilucos no solía ser necesario dar vuelta a la hierba una segunda vez. La razón era que al quedar la hierba más “en el aire” se secaba mejor por la acción de la brisa que corría, solo se mojaba por el rocío en la parte superior de cada piluco y no toda la hierba ''tendida ''y además no se compactaba tanto. Si la hierba estaba extendida por toda la superficie del prado quedaba aplastada contra el suelo por la acción del rocío, se decía que ''se sentaba''. A la hierba que quedaba ''esparcida'', por lo tanto, había que darle vuelta y aún así no se secaba tanto como la que había estado en pilucos.
Cuando el sol no brillaba con intensidad como en los días de nubes altas o con calima (días de ''poca ''sol o de ''resol''), resultaba más difícil secar la hierba. En vez de poder recogerla en dos jornadas era necesario emplear más. En un intento por paliar la falta de sol y acelerar el proceso, muchos le daban vuelta unas cuantas veces y la recogían en pilucos cada noche. Eso suponía dedicarle más trabajo ya que a fuerza de moverla se sabía que se secaba. De ahí que se acuñase el dicho que aseguraba que “la hierba se seca en los ''pinos ''de la rastrilla”, queriendo indicar que cuanto más se trabajase en ella con esta herramienta antes se secaba.
Sin embargo, en algunas ocasiones la segunda opción era la más acertada. Esto era así cuando, por ejemplo, tras una jornada dándole vuelta al otro día lloviznaba o peor aún, caía agua abundante. Si ocurría este percance la hierba que había sido movida se estropeaba más que la segunda, ya que cuando amenaza lluvia es mejor no tocar la hierba, pues si se moja en verde apenas se estropea mientras que si le pilla el agua estando medio seca, después cuando se logra secar completamente queda oscurecida, ''renegrida'', y pierde sus cualidades.
Así que cuando el tiempo atmosférico se presentaba inestable tan importante como efectuar los trabajos adecuados para tratar de secar la hierba, era ser capaz de predecir si iba a llover. Casi todos los informantes de más edad han heredado conocimientos para anticipar el tiempo, que abarcaban desde los relacionados con los tipos de nubes, los vientos y otros meteoros, hasta la observación del comportamiento de los animales. Sin embargo, con el paso de las décadas la atención se desvió hacia los informativos, en concreto al “hombre del tiempo”.
=== Recogida y acarreo ===
Tras realizar las labores descritas en el apartado anterior encaminadas a secar la hierba, el último trabajo en el prado consistía en recogerla para acarrearla hasta la casa. En el mismo participaba toda la familia además de parientes y vecinos que echasen una mano y la distribución de los trabajos tenía que ver con el sexo y la edad, en definitiva con la fuerza física. Los hombres trabajaban con las horquillas, que era el trabajo más duro, las mujeres y las personas mayores iban por detrás ''arrastrillando ''y los niños, si aún ''adevanaban''[[#ftn8|[8]]] <ref> Realizar una tarea de un modo un tanto precario, sin que quede bien.</ref> demasiado con la rastrilla, ''juntaban ''hierba con una horca.
Era frecuente que si se tenía una buena ''tanda ''de hierba que recoger, la familia, después de ''haberle dado vuelta ''o tras realizar otras tareas con alguna hierba que estuviese más verde, se quedase a comer en el prado. Esto era así porque los prados estaban a veces lejos de casa, eso suponía perder bastante tiempo en el desplazamiento además del cansancio adicional que suponía trasladarse caminando hasta la casa y regresar al prado en plena ''calmera'', es decir, en las horas de más calor.
Si bien, como se indicó antes, las herramientas que manejaba cada uno dependían de su edad, sexo y condición física, este era un trabajo duro y cansado en parte por el esfuerzo físico que suponía y también porque requería muchas horas a pleno sol.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image019.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 173. Cargando hierba seca. Berastegi (G), 1979. |- |}]]La primera labor consistía en reunir la hierba en uno o varios puntos bien para hacer ''cinas ''o almiares, si amenazaba lluvia o no había posibilidad de transportarla ese día, o para cargarla en el carro de bueyes a fin de llevarla a casa. Este trabajo se denominaba ''atropar la hierba''.  [[File:8.173 Cargando hierba seca. Berastegi (G) 1979.jpg|center|600px|Cargando hierba seca. Berastegi (G), 1979. Fuente: Iñaki Linazasoro, Grupos Etniker Euskalerria.]]
La celeridad que debía imprimirse al mismo dependía de varios factores: De si había gente suficiente para el trabajo; de la superficie de terreno que tuviesen que recoger y la cantidad de hierba que hubiese en él, y sobre todo de si amenazaba tormenta o no. Si se disponía de ''fuerza ''suficiente y la tarde se presentaba soleada, los participantes podían llevar a cabo este trabajo de un modo más desahogado. El mayor problema se planteaba si se “veía venir el trueno”, esto es, si comenzaban a formarse nubes de tormenta, entonces había que trabajar con rapidez a fin de evitar que se mojase.
La forma de ''juntar hierba ''dependía en buena medida de la orografía del terreno donde se estaba trabajando. La mayor parte de los prados carranzanos tienen una pendiente más o menos acusada así que se comenzaba a recoger por la ''cabecera ''ya que, obviamente, es más fácil desplazarla hacia abajo. Si la pendiente era más acusada entonces resultaba más cómodo “echar hierba abajo” ya que por gravedad tendía a descender. Si la inclinación era la suficiente se ponía en práctica una forma particular que suponía un menor esfuerzo físico y que consistía en hacer ''rodos'', cilindros de hierba alargados que rodaban pendiente abajo.
Con esta técnica se facilitaba notablemente el trabajo. La parte más laboriosa consistía en ir disponiendo la hierba de modo que al hacer girar el rodo que se iba formando diese lugar a un cilindro. Después se hacía rodar ladera abajo. Si la pendiente era acusada lo hacía solo, de lo contrario había que empujarlo desde arriba procurando que no se desbaratase. Como contrapartida, una vez el rodo llegaba a la parte baja del prado, donde se iba a cargar la hierba que contenía en el carro, surgía el problema de soltar la hierba que se había entrelazado al girar el cilindro. A horquilla solía ser difícil, así que se empleaba la ''picona ''que por la disposición curva de sus ''gangas ''o púas permitía clavarla en la hierba del rodo y tirar de ella con fuerza. Si la hierba estaba muy seca se soltaba más fácil, pero si no lo estaba suficientemente era muy costoso hacerlo.
[[ImageFile:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image0218.gif174 Belarretan.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15Berastegi (G) 1976.505cm;" jpg|- style="border:none;padding:0cm;" center|600px| Fig. 174. Belarretan. Berastegi (G), 1976. |- |}Fuente: Iñaki Linazasoro, Grupos Etniker Euskalerria.]] Además de la inclinación también influía que el terreno estuviese ''bien tirao'', es decir, que su superficie fuese uniforme, o por el contrario que tuviese hondonadas u ''hoyadas ''y lomos o ''cuetos''. Esto determinaba la dirección en la que se debía desplazar la hierba, ya que era necesario reunirla en lugares donde se pudiese cargar el carro de bueyes sin correr el riesgo de que después, para salir del prado, se diese vuelta a causa de la inclinación.
Algunos prados en pendiente contaban con ''carreteras'', es decir, caminos acondicionados que los recorrían y que permitían juntar la hierba a lo largo de los mismos facilitando así la labor de carga. En otras ocasiones había rellanos donde se disponía el carro. Si el terreno estaba completamente en cuesta se veían obligados a cavar un hoyo para que entrase en el mismo “la rueda de arriba”, es decir, la que quedaba a mayor altura en la pendiente. Lo que se pretendía era que el carro quedase “de llano”, es decir, lo más nivelado posible a fin de facilitar la labor de carga de la hierba.
La delantera podía ser de dos formas. Una similar a la rabera solo que con los largueros rectos y apoyada en la cartola, de modo que sobresaliese sobre los bueyes hasta prácticamente la altura de la melena. La otra constaba de dos pares de ''grampones ''fijados a ambos lados del ''tirón'', un par a la altura de las paletillas de los bueyes y otro más atrás, de modo que en los mismos se insertaban unos ''rejos ''curvos que vistos de frente describían un par de uves abiertas. Los ''rejos ''de cada lado se unían después mediante unos palos para así retener la hierba.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image023.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:16.193cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 175. Arrastrando hierba seca con la narra. Carranza (B), 1977. |- |}]]No se podía cargar un carro solo con la rabera a pesar de que colocar y cargar la delantera resultaba más complicado. La razón era que del primer modo quedaba cargado muy ''trasero ''y si se tenía que ascender una cuesta el carro se ''pingaba, ''lo que dificultaba enormemente el avance de los bueyes.  [[File:8.175 Arrastrando hierba seca con la narra. Carranza (B) 1977.jpg|center|600px|Arrastrando hierba seca con la narra. Carranza (B), 1977. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
A la cantidad de hierba que se cargaba en el carro, si era grande, se le llamaba ''carretada''<nowiki>; si era normal se empleaba la voz común de </nowiki>''viaje'': “viaje de yerba seco”.
Cuando por las características orográficas de un prado resultaba imposible sacar la hierba con el carro del modo descrito se hacía necesario recurrir a ''narras''. Estos artilugios permitían arrastrar la hierba de un punto a otro cuando los prados eran muy malos, es decir, pendientes e irregulares.
Una vez cargado el carro se llevaba hasta la casa. Si había que regresar al prado con la pareja a por más, se descargaba el ''viaje ''en el portal con la ayuda de la ''picona''. Más tarde esa hierba junto con la que se siguiese trayendo del prado se debía subir al ''sobrao ''o camarote, que era donde se almacenaba para el invierno. Dado que las carreteras y ''cañaos ''no siempre tenían buen firme, antes de iniciar los trabajos de recolección de la hierba los vecinos de cada barrio acudían ''a concejo ''y determinaban “salir un día a caminos” para reparar los desperfectos que durante el invierno el agua hubiese ocasionado en los mismos. De esto modo garantizaban que los carros cargados de hierba, dado el volumen que alcanzaban, no se diesen vuelta en el trayecto de regreso a casa.
[[File:8.176 Recogiendo hierba. Gaintza (G) 1963.jpg|center|600px|Recogiendo hierba. Gaintza (G), 1963. Fuente: Gure Gipuzkoa: fondo Jesús Elosegui.]] === Almacenamiento ===
En Carranza (B) en tiempos pasados toda la hierba “se metía a granel”, es decir, no se enfardaba como comenzó a ocurrir en las últimas décadas del siglo XX. Se almacenaba en el sobrao, la última planta de la casa, formando ''tascones. ''
Al ser la planta más alta de la casa mantenía mejor aislada la hierba de las fuentes de humedad. Además los tejados estaban construidos con tablas separadas entre sí (la ''chilla ''o ''lata''), eso permitía que corriese el aire dentro de este recinto contribuyendo así al secado y dificultando los enmohecimientos. Se decía que la hierba ''iba curando''.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image025.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:16.193cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 176. Recogiendo hierba. Gaintza (G), 1963. |- |}]]Como ya hemos indicado en apartados anteriores, una vez la hierba se había llevado hasta el portal de la casa el siguiente trabajo consistía en subirla al sobrao, tarea laboriosa y dura ya que se realizaba cargando sobre la espalda cada coloño de hierba seca y teniendo que ascender por las escaleras desde la cuadra, es decir, dos plantas. Esta era la razón de que las escaleras fuesen bastante anchas, no demasiado ''pinas ''o pendientes y con las puertas de entrada a la ''vivienda ''y de acceso al sobrao de buena amplitud para que no tropezasen los laterales del sábano cargado, lo que dificultaría enormemente el ascenso con el mismo.
Como contrapartida, este trabajo se realizaba al final del día, prolongándose por la noche y hasta la madrugada, con lo que la temperatura más fresca aliviaba el esfuerzo. Claro que también había que contar con las horas de trabajo acumuladas a lo largo de la jornada.
El frente del tascón se ''peinaba ''regularmente pasando la horquilla de arriba abajo para arrastrar la hierba que sobresaliese. Esta labor la realizaba el que daba hierba y conseguía así un frente vertical.
=== Consumo ===
La hierba seca almacenada en el sobrao servía para alimentar al ganado durante el invierno. Se utilizaba no solo para las vacas sino también para todos los demás animales, a excepción de cerdos y gallinas. En el caso de los bueyes se recurría a la misma al poco de subirla al sobrao si no había otra fuente de alimento seca; para ello se bajaban uno o dos ''carpanchos ''o cestos o bien un ''sabanillo''.
La última tarea realizada en Carranza cuando se vaciaba el sobrao de hierba seca era barrer el ''tamo'', nombre con el que se conocía la mezcla de polvo y ''granilla ''o ''granuja'', y recogerlo para sembrar los prados.
=== Almiares, belar-metak ===
Una práctica muy extendida geográficamente era la de levantar almiares con la hierba seca. Debido a la disposición cónica y a la forma en que eran acondicionados permitían almacenar la hierba de un modo relativamente seguro ya que el agua de lluvia no podía penetrarlos. Por lo común se hacían una vez repleto el espacio de almacenamiento bajo techo con que contaba la casa.
En Lanestosa (B) antaño se segaban todos los prados a dallo, más corto y ancho que la actual dalla, iniciando la siega por la mañana para terminar al atardecer. En algunas ocasiones se aprovechaba la luz de la luna para segar la hierba por la noche y mientras se realizaba esta labor se cantaba como divertimento. Con las ''cambadas ''extendidas (cantidad de hierba en cada corte del dallo) se hacían lombíos con el fin de que el rocío de la noche no mojase toda la hierba. A la mañana siguiente, cuando ya calentaba el sol, se esparcían los lombíos con las ''rastrillas''. Pasadas dos horas se hacían ''piluchos'', unas pilas pequeñas; horas después se extendían nuevamente y se le daba vuelta. Si la hierba se iba a dejar en el prado uno o dos días antes de llevarla al ''payo ''se hacían ''medias hacinas''. Por el contrario, si se iba a dejar en el prado definitivamente se hacían ''hacinas ''grandes acondicionándolas para que en tiempo de lluvia no se mojase la hierba, para lo cual se les colocaba un trozo de sábano o plástico en la parte superior, costumbre que aún se conservaba en las ''hacinas ''la década de los ochenta del pasado siglo XX.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image027.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.505cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Fig. 177. Belar-metak. Gipuzkoa, 2014. |- |}]]La hierba seca se trasladaba a los ''payos ''en carros a los cuales se les colocaba la rabera, una prolongación hecha con dos maderas paralelas terminadas en curva hacia arriba, unidas por tres o cuatro listones cuya finalidad no era otra que la de aumentar la capacidad de carga. De igual modo se colocaba otra de menos longitud que la rabera y sin curva denominada ''telera''. Cuando la cantidad de hierba a transportar no era mucha se hacía en sábanos y a lomos de burro.
Actualmente la hierba para seco se corta con la segadora excepto en aquellos lugares que por su dificultad orográfica se hace a dalla. Se recoge en fardos alquilando para ello una enfardadora del vecino concejo de Sangrices en Carranza y transportándolos al ''payo ''en tractores y carros.
En Urduliz (B) antes no había muchos pastizales, solo unos pocos para sacar a pastar al ganado. Los montes se tenían limpios con hierba que se cortaba con la guadaña en junio haciendo filas, ''lerrotan'', para destinarla a hierba seca. Se dejaba secar durante un par de días, dándole vueltas con la horca, ''sardea'', si el tiempo acompañaba. Luego se apilaba con la ayuda de la horca y el rastrillo. Hasta que comenzó a enfardarse, la hierba se llevaba a la casa tal cual en el carro, cargándola con la horca. Otra persona sobre el carro iba comprimiéndola para que cupiera más y se acarreaba al pajar, ''lastegia''.
También se hacían almiares de hierba seca, ''bedar-metak''. El método era el siguiente: se excavaba un agujero y en él se introducía de pie un tronco, limpio de ramas, de un árbol no muy grueso, y se sujetaba con piedras alrededor. Se hacía también una base con leñas para que la humedad no perjudicara a la hierba. Sobre ella se iba levantando el almiar, apilando la hierba bien apretada hasta la cima. A continuación se cubría con unos largos alambres que tenían colgadas piedras para que con el peso oprimieran bien la hierba y la lluvia corriera sin perjudicar al almiar. A partir de la aparición del plástico, se cubría con este material.  [[File:8.177 Belar-metak. Gipuzkoa 2014.jpg|center|600px|Belar-metak. Gipuzkoa, 2014. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Amorebieta (B) en verano se cortaba la hierba, se henificaba y se guardaba en almiares o en el pajar. Los almiares se hacían en el mismo prado o cerca del caserío. Se ponía una base de ramas de árbol gruesas, encima tres o cuatro tablas de madera vieja y sobre ellas se depositaba la hierba seca formando un cono, recogida alrededor de un poste de madera que hacía de eje en el centro. Se pisaba para que cupiese la mayor cantidad posible de hierba, y una vez dada la forma se cubría la parte superior con algún plástico o saco a fin de defenderla de la lluvia y así evitar que se pudriese.
En los almiares de hierba y de paja, la punta del poste o ''meta-ziria ''estaba coronada por una tablilla horizontal llamada ''txapela ''o de un puchero puesto boca abajo que le protegía.
Sobre el almiar de hierba se colocaba un aro, ''uzteia'', de madreselvas, o de cadena o bien un anillo de hierro. De este aro pendían cada uno por su lado, tres madreselvas, ''ezker-aihenak'', o tres cadenas de metro y medio de longitud, a cuyos extremos inferiores se ataban grandes piedras, maderas o viejos instrumentos de hierro que mantenían tirantes y en posiciones equidistantes las cuerdas de donde pendían. Este dispositivo contribuía a inmovilizar la hierba del almiar.
Este dispositivo contribuía a inmovilizar En otoño era costumbre colocar en la parte superior del almiar de hierba una caperuza, ''zorroa'', de paja de trigo atada alrededor del almiarposte: servía para mantener la hierba al abrigo de las lluvias.
En otoño era costumbre colocar en la parte superior del almiar de hierba una caperuza[[File:8.178 Almiar. Santa Grazi (Z) 1975.jpg|center|600px|Almiar. Santa Grazi (Z), 1975. Fuente: La Salleko Euskal Idazleen Elkartea. Euskal Herria, ''zorroa''I, colección de paja de trigo atada alrededor del postediapositivas. Bilbao: servía para mantener la hierba al abrigo de las lluvias1985, p. 259. ]]
Cuando se disponía de sitio adecuado en casa, se transportaba a ella el heno y se depositaba en un desván metiéndolo por la trampa, ventana grande del desván, elemento reciente, de los años 1940, en la arquitectura rural, consecuencia de la estabulación del ganado. El transporte se hacía en carros o a hombros. En este último caso se utilizaban ''kakola ''y ''bazkasaiala''.
Para medir el heno la unidad de peso usual era el ''kintal ''(50 kilos).
En Donoztiri (BN) las diversas operaciones que se efectuaban con la hierba para su recolección eran ''ebaki ''(segar), ''barreatu ''(esparcir), ''idorrahazi ''(secar), ''bildu ''(amontonar con rastrillos); finalmente la hierba era conducida a casa o apilada en almiares, ''metak ''o ''belhar-metak''. El haz de hierba que el segador cortaba de un golpe de guadaña se llamaba ''maila''. Con posterioridad las máquinas segadoras se fueron generalizando. La hierba recogida servía para alimentar los ganados durante el invierno, ''kabalak bazkatzeko'', dicen los informantes.
En Liginaga (Z) el montón de hierba que el segador cortaba de un golpe de guadaña se llamaba ''naia'', ''belhar-naia''. La hierba segada se secaba al sol en el mismo herbal y después se almacenaba en la granja. Las operaciones que se efectuaban con la misma se designaban así: ''dallatu'', segar; ''naiak ihaurri'', extender la hierba alineada por la guadaña, era operación que se hacía con un rastrillo; ''itzuli'', darle vuelta; ''bildu'', recoger; ''mondoiltu'', apilar; ''sabailat sartu'', meterla en la granja. Los montones de hierba que se hacían para su mejor conservación se llamaban ''mondollak''. Para apreciar la cantidad de heno se pesaba en kilos. Formado el haz, ''haxia'', de heno, se colocaba en ''iratzuña ''y en él se conducía.
En Ustárroz, Isaba y Urzainqui (N) los prados se segaban con guadaña: ''dailua'', ''daila ''o ''taia''. Los segaba la misma familia y solo los grandes propietarios contrataban peones, que gran parte de las veces eran las mismas cuadrillas de segadores. Segada la hierba se dejaba secar en el campo unos días, revolviéndola con la horca para que se secase por todos los lados. Era recogida en montones con un rastrillo largo y se  Fig. 178. Almiar. Santa Grazi (Z), 1975. depositaba en los ''sabaiaos ''de las bordas o de las casas de forma que no se mojase. Se transportaba a caballo o en carro.
En Izurdiaga (N) la hierba se segaba, ''segatu'', con la guadaña, ''talla ''o ''sega'', y se dejaba secar unos días; de mientras se le daba la vuelta con el ''sarde ''todos los días. Cuando se recogía se hacían ''malzas ''o gavillas en un carro.
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