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Cabañas y casetas

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Estas cabañas de piedra, que se ubican principalmente en las zonas altas de la Sierra de Ordunte, eran compartidas en otro tiempo por tres o cuatro pastores; en los últimos años, antes de dejar de utilizarlas, dormía en ellas uno solamente. Se abandonaron a mediados de la década de los sesenta coincidiendo con la desaparición del lobo.
[[File:3.161 Cabaña en Saldipiñia montes de Ordunte. Carranza (B). Abajo croquis de la cabaña.jpg|framecenter|600px|Cabaña en Saldipiñía, montes de Ordunte. Carranza (B). Abajo, croquis de la cabaña. Fuente: Miguel Sabino Díaz, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Otro tipo de cabaña, más rudimentaria, es la que se levanta con palos y tepes. Se colocan en el suelo dos maderas inclinadas formando un triángulo en cada uno de los laterales; se unen entre sí por otra horizontal que hace de ''cumbre. ''Los hastiales se cierran con muros hechos con trozos de césped dejando un pequeño hueco para puerta. La cubierta, a dos aguas, consiste en un trenzado de varas a modo de ''bardanasca ''sobre el que se apoyan los trozos de césped con la hierba hacia abajo. Algunos pastores acostumbraban a cubrirla por último con una capa de ''cagolitas ''o excrementos de las propias ovejas, con el fin de impermeabilizarla mejor.
En su interior podían dormir tres pastores. El sitio más cómodo era el central, ya que el que lo ocupaba se podía incorporar hasta sentarse. Los de los laterales debían permanecer tumbados pues de lo contrario sus cabezas tropezaban con el techo y les caían restos de tierra y brezo.
Los pastores se veían obligados a construir estas cabañas todos los años ya que no resis- tían resistían las inclemencias del invierno; a menudo eran también derribadas por las vacas ''monchinas. ''Se levantaban en la parte más alta del monte, en el ''cordón ''o próximas a él, en los mismos pastos. Antes de anochecer cada pastor reunía a su rebaño en las proximidades de la cabaña donde permanecía toda la noche; no utilizaban corrales para encerrarlos. Era normal que para cuando se despertaran los pastores por la mañana las ovejas se hubiesen ido a pastar.
Estas construcciones se levantaban y se usaban para dormir en ellas únicamente cuando merodeaban lobos o zorros. De lo contrario no se subía al monte a vigilar el rebaño más que una vez por semana o cada quince días; las ovejas no requerían mayores cuidados ya que cuando habían ascendido a pastar en altura estaban secas de leche. Asimismo se recurría a dormir en estas cabañas para evitar los robos durante el período de las fiestas estivales; se daban casos en que vecinos de pueblos altos que carecían de rebaño subiesen a robar ovejas para guisarlas.
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