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Cabañas y casetas

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En su interior podían dormir tres pastores. El sitio más cómodo era el central, ya que el que lo ocupaba se podía incorporar hasta sentarse. Los de los laterales debían permanecer tumbados pues de lo contrario sus cabezas tropezaban con el techo y les caían restos de tierra y brezo.
Los pastores se veían obligados a construir estas cabañas todos los años ya que no resis- tían resistían las inclemencias del invierno; a menudo eran también derribadas por las vacas ''monchinas. ''Se levantaban en la parte más alta del monte, en el ''cordón ''o próximas a él, en los mismos pastos. Antes de anochecer cada pastor reunía a su rebaño en las proximidades de la cabaña donde permanecía toda la noche; no utilizaban corrales para encerrarlos. Era normal que para cuando se despertaran los pastores por la mañana las ovejas se hubiesen ido a pastar.
Estas construcciones se levantaban y se usaban para dormir en ellas únicamente cuando merodeaban lobos o zorros. De lo contrario no se subía al monte a vigilar el rebaño más que una vez por semana o cada quince días; las ovejas no requerían mayores cuidados ya que cuando habían ascendido a pastar en altura estaban secas de leche. Asimismo se recurría a dormir en estas cabañas para evitar los robos durante el período de las fiestas estivales; se daban casos en que vecinos de pueblos altos que carecían de rebaño subiesen a robar ovejas para guisarlas.
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