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Calentar la leche con piedras candentes esne-harriak

No hay cambio en el tamaño, 10:35 23 jul 2018
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En castellano se han constatado las denominaciones de ''piedras royas ''(Aria-N) y ''piedras rosientes ''(San Román de San Millán-A). Al proceso se le conocía en Lezaun y la Sierra de Urbasa como «hacer el pote» y en Berastegi (G) ''esnea erre, ''quemar la leche.
 
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José Miguel de Barandiaran recogió de boca de un vecino de la localidad alavesa de Oikina el dato de que los pastores de la Sierra de En- tzia (A) cuando necesitaban tomar su alimento favorito, la leche, hacían fuego de la mejor manera posible y arrojaban en él varios cantos o piedras llanas. Mientras las piedras se ponían al rojo, hendían con su hacha el extremo de un palo, y entre las dos ramas de la parte hendida metían una brizna o astilla a manera de cuña con lo que conseguían que aquéllas se mantuvieran separadas. Después, aprisionando una de las piedras ya candentes entre las puntas de la rústica horquilla, la introducían en la leche para sacarla poco después, porque de lo contrario se descompondría la piedra dándole mal sabor. Repetían la operación con las demás piedras hasta que la leche entrara en ebullición.
En la Sierra de Codés (N), a finales del siglo XX, había algún pastor que ocasionalmente calentaba la leche con piedras candentes. Se trataba de piedras calizas de la misma sierra, aplanadas y estrechas, de unos diez centímetros de largura que calentaban al fuego. Algunos pastores también han utilizado pequeños guijarros conocidos como ''grijos''. Valiéndose de un palo con una ranura en uno de sus extremos pinzan las piedras calentadas al fuego para introducirlas en la leche. Este procedimiento da un sabor a requemado a la leche que gusta a algunos pastores.
 
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En Arraioz-Baztan (N) las piedras que se utilizaban para cocer la leche de oveja se solían recoger en las torrenteras de los riachuelos entre los cantos rodados; son piedras que pueden calentarse al rojo blanco como si se tratara de trozos de hierro, sin que se agrieten o abran por el calor, ni exploten ni se descompongan con él como ocurre con otros muchos tipos de roca; no deben contener arena, porque al enfriarse saltarían dentro de la leche; tampoco conviene que sean de forma esférica, por la dificultad que presentarían en su manejo con las tenazas, usándose preferentemente piedras planas de contornos redondeados; algunos informantes señalan que se les llamaba ''burdiñ-arriak'', piedra de hierro, otros que tienen un color oscuro con pintas, hablando los menos de piedras alargadas con puntos rojizos; se trata en todos los casos de ejemplares planos de roca ofita, muy frecuente en el Valle de Baztan. Si no se disponía de piedras de esa clase, se utilizaban trozos alargados de hierro calentados al fuego vivo.
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