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Clases de fiebre

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Las encuestas han reflejado también distintas clases de fiebre, atendiendo a otros criterios, a saber:
En las encuestas de Astigarraga y Beasain (G) la diferencia estriba en la importancia de la enfermedad y así distinguen entre la fiebre propia del catarro y la de la pulmonía que es muy alta. En Carranza (B) los encuestados señalan que unas clases de fiebre han preocupado más que otras en función del tipo de enfermedad, y la edad y el estado de salud del afectado. Así por ejemplo la fiebre causada por la primera dentición del niño no era motivo de inquietud, en cambio las tifoideas se consideraban graves. En Elgoibar (G) distinguen entre las fiebres que producen escalo- fríosescalofríos, mareos y fuertes dolores de cabeza.
En Zerain (G) se ha recogido otra distinción que remite a que el agente sea interno o sea causado por enfermedad o externo, como por ejemplo una insolación. En Oñati (G) se habla de fiebres intestinales. En Durango (B) y en Allo (N) mencionan también la fiebre ''orticaria ''o urticaria que no era mortal ni dejaba secuelas irreversibles y dicen los informantes que sobrevenía al ingerir alimentos en mal estado de conservación, o ya pasados. En Durango, antes de que se comercializaran las pomadas especiales, aplicaban polvos de talco para aliviar la situación.
En Allo y San Martín de Unx (N) recuerdan las fiebres palúdicas de las que se dieron algunos casos aislados en mozos que lucharon en la guerra de África o que cumplieron el servicio militar en alguna de las posesiones españolas en el continente africano. En la última localidad mencionada se recuerda que quienes las padecían iban de romería a la ermita de Santa Zita que se encuentra en el propio pueblo. También en Oñati (G) se han recogido datos de un informante que estuvo haciendo el servicio militar en África y recuerda las fiebres tercianas o palúdicas y en la encuesta de Eugi (N) se habla de tercianas y cuartanas. Las encuestas de Apodaca y Mendiola (A) mencionan asimismo la malaria o paludismo.
En Obanos (N) señalan las fiebres puerperales, que se daban con cierta frecuencia y so lían llevar a muchas madres a la tumba. Alguna mujer que las sufrió echaba la culpa a la co- madrona comadrona que no era demasiado limpia. También el mal de pecho daba mucha fiebre. Los remedios contra las fiebres postparto eran escasos hasta que se descubrió la penicilina y, según señalan las informantes, para que no pasara nada, lo mejor era encomendarse al patrón de las parturientas, San Ramón Nonato.
== Fiebres tifoideas, sukar ustela ==
En Bermeo (B) se ha recogido que el tifus se asociaba con el período en que maduran los higos, es decir, con los meses de septiembre y octubre. Se explicaba esta relación, por los insectos, sobre todo moscas y hormigas, que se acercan a la boca del higo, por donde rezuma el líquido azucarado, y lo contaminan con su contacto. En algunos casos aislados, en el segundo decenio del siglo XX, se han aplicado como remedio popular baños de asiento con agua caliente y a continuación baño de agua fría en la bañera. A los enfermos se les formaron unos granos grandes en la zona baja de la espalda y en las piernas, que luego se abrieron y expulsaron abundante líquido oscuro.
En Allo (N); Durango y Orozko (B) señalan que las fiebres tifoideas se consideraban sumamente contagiosas y graves por el alto grado de mortalidad. En Orozko estas fiebres se conocen como ''kalenturak ''y recuerdan que se aislaba al enfermo en la habitación y le atendía una persona que ya hubiera padecido la enfermedad. En Durango la ropa del enfermo se lavaba aparte en agua muy caliente y se desinfectaba con lejía. Quien cuidaba del enfermo debía tener precaución para no su- frir sufrir el contagio. En Abadiano (B) a los enfermos de tifus se les tenía bastante tiempo tomando sólo agua.
En Telleriarte (G) el tifus se conoce como ''gaitz-zorroa ''y la consecuencia peor que acarrea es ''sukar-zurria''.
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