Clases de fiebre
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Las clases de fiebre más mencionadas en las encuestas han sido la gripal, la tifoidea y las de Malta, enfermedad conocida también como brucelosis, si bien se enumeran algunas otras.
Las fiebres gripales aparecen mencionadas en todas las localidades encuestadas. Las fiebres tifoideas, que en algunas localidades denominan fiebres tifuideas o tifudeas, son conocidas popularmente como tifus (Agurain, Amézaga de Zuya, Apodaca, Berganzo, Mendiola, Moreda, Pipaón, Valdegovía-A; Abadiano, Amorebieta-Etxano, Bedarona, Carranza, Durango, Muskiz, Nabarniz, Orozko-B; Arrasate, Beasain, Oñati-G).
Los informantes de Mendiola y Valdegovía (A) señalan que los síntomas de todas las fiebres son escalofríos o tiritonas, calenturas o morreras, cansancio y malestar general. Las fiebres tifoideas –dicen– provocan fiebres altas y los dientes se ennegrecen. Las fiebres de Malta producen grandes escalofríos. En Abadiano (B) se ha recogido que los síntomas del tifus son la fiebre, la sed y la caída del cabello.
En localidades vascófonas se han recogido estas distinciones y denominaciones:
En Zerain (G) diferencian entre kalentura ariñak, fiebres ligeras, y kalentura gogorrak, fiebres fuertes. En Goizueta (N) la apreciación es similar, sukar txikiak son las fiebres livianas que se cogen con catarros y enfermedades corrientes y sukar andia, la fiebre importante, la que produce el tifus y otros males mayores. En esta localidad también distinguen las fiebres que una vez cogidas se llevan siempre o durante mucho tiempo con uno mismo de aquellas otras que, aunque sean altas, desaparecen. En Bedarona (B) diferencian la fiebre gripal, la tifoidea que duraba 40 días y la fiebre negra, kalentura baltza. En Donoztiri (BN) sukarra es la fiebre gripal; sukar berrogei egunekoa o fiebre de cuarenta días, la fiebre tifoidea; y sukar bel tza o fiebre negra, es la del tifus[1]. En Sara (L) sukarra es la fiebre simple y sukar ustela, la fiebre tifoidea.
En Apodaca (A) se ha recogido una diferenciación similar a las mencionadas pues hablan de fiebres benignas (catarros, anginas, etc.) y fiebres malas (tifus, pulmonía y Malta).
Las encuestas han reflejado también distintas clases de fiebre, atendiendo a otros criterios, a saber:
En las encuestas de Astigarraga y Beasain (G) la diferencia estriba en la importancia de la enfermedad y así distinguen entre la fiebre propia del catarro y la de la pulmonía que es muy alta. En Carranza (B) los encuestados señalan que unas clases de fiebre han preocupado más que otras en función del tipo de enfermedad, y la edad y el estado de salud del afectado. Así por ejemplo la fiebre causada por la primera dentición del niño no era motivo de inquietud, en cambio las tifoideas se consideraban graves. En Elgoibar (G) distinguen entre las fiebres que producen escalofríos, mareos y fuertes dolores de cabeza.
En Zerain (G) se ha recogido otra distinción que remite a que el agente sea interno o sea causado por enfermedad o externo, como por ejemplo una insolación. En Oñati (G) se habla de fiebres intestinales. En Durango (B) y en Allo (N) mencionan también la fiebre orticaria o urticaria que no era mortal ni dejaba secuelas irreversibles y dicen los informantes que sobrevenía al ingerir alimentos en mal estado de conservación, o ya pasados. En Durango, antes de que se comercializaran las pomadas especiales, aplicaban polvos de talco para aliviar la situación.
En Allo y San Martín de Unx (N) recuerdan las fiebres palúdicas de las que se dieron algunos casos aislados en mozos que lucharon en la guerra de África o que cumplieron el servicio militar en alguna de las posesiones españolas en el continente africano. En la última localidad mencionada se recuerda que quienes las padecían iban de romería a la ermita de Santa Zita que se encuentra en el propio pueblo. También en Oñati (G) se han recogido datos de un informante que estuvo haciendo el servicio militar en África y recuerda las fiebres tercianas o palúdicas y en la encuesta de Eugi (N) se habla de tercianas y cuartanas. Las encuestas de Apodaca y Mendiola (A) mencionan asimismo la malaria o paludismo.
En Obanos (N) señalan las fiebres puerperales, que se daban con cierta frecuencia y so lían llevar a muchas madres a la tumba. Alguna mujer que las sufrió echaba la culpa a la comadrona que no era demasiado limpia. También el mal de pecho daba mucha fiebre. Los remedios contra las fiebres postparto eran escasos hasta que se descubrió la penicilina y, según señalan las informantes, para que no pasara nada, lo mejor era encomendarse al patrón de las parturientas, San Ramón Nonato.
Fiebres tifoideas, sukar ustela
En Amézaga de Zuya, Moreda (A); Durango (B); Lezaun, Obanos y Valle de Erro (N) se ha recogido que las fiebres tifoideas sobrevienen por beber agua contaminada. En Obanos recuerdan a este propósito que cuando una persona mayor o un niño presentaba o presenta fiebre, lo primero que le pregunta la familia y el médico es si ha bebido agua de alguna fuente o charca. En Amézaga de Zuya también señalan como causa el tomar un alimento en mal estado.
En Lezaun (N) aportan el dato de que si bien en la propia localidad no se conocieron casos de fiebres tifoideas, en los años treinta sí se dieron en el cercano pueblo de Bearin y en el decenio de los cuarenta en Olazagutia donde se atribuyó a que el agua se había contaminado con los fusilados que durante la Guerra Civil de 1936-39 se habían tirado a la sima de Urbasa.
En Bermeo (B) se ha recogido que el tifus se asociaba con el período en que maduran los higos, es decir, con los meses de septiembre y octubre. Se explicaba esta relación, por los insectos, sobre todo moscas y hormigas, que se acercan a la boca del higo, por donde rezuma el líquido azucarado, y lo contaminan con su contacto. En algunos casos aislados, en el segundo decenio del siglo XX, se han aplicado como remedio popular baños de asiento con agua caliente y a continuación baño de agua fría en la bañera. A los enfermos se les formaron unos granos grandes en la zona baja de la espalda y en las piernas, que luego se abrieron y expulsaron abundante líquido oscuro.
En Allo (N); Durango y Orozko (B) señalan que las fiebres tifoideas se consideraban sumamente contagiosas y graves por el alto grado de mortalidad. En Orozko estas fiebres se conocen como kalenturak y recuerdan que se aislaba al enfermo en la habitación y le atendía una persona que ya hubiera padecido la enfermedad. En Durango la ropa del enfermo se lavaba aparte en agua muy caliente y se desinfectaba con lejía. Quien cuidaba del enfermo debía tener precaución para no sufrir el contagio. En Abadiano (B) a los enfermos de tifus se les tenía bastante tiempo tomando sólo agua.
En Telleriarte (G) el tifus se conoce como gaitz-zorroa y la consecuencia peor que acarrea es sukar-zurria.
En tiempos pasados, en numerosas localidades tal y como se ha consignado en Agurain (A) en los casos de epidemias de tifus los enfermos eran ingresados en el Lazareto de la localidad, que en el caso de la villa de Agurain distaba alrededor de 1 km de intramuros de la villa y dependía del Hospital municipal, ambos ya desaparecidos.
Fiebres de Malta
En las encuestas de Álava y de Navarra para referirse a estas fiebres se ha recogido la expresión “fiebres maltas” o “las maltas”. En Bernedo (A) se ha consignado que los síntomas suelen ser agotamiento, cansancio y altibajos de fiebre.
En Amézaga de Zuya, Berganzo, Bernedo, Mendiola, Moreda, Pipaón, Valdegovía (A); Muskiz (B); Beasain (G); Valle de Erro (N) constatan que se transmite al ingerir leche de cabra cruda; en San Martín de Unx (N) puntualizan que antaño se bebía mucha leche de cabra pues la de vaca era muy cara. En Murchante y Tiebas (N) señalan que las fiebres maltas las puede producir la leche cruda o el queso de cabra o el contagio de la cabra misma. En Valdegovía (A) dicen que se contagia por las ovejas y los quesos de leche de oveja; en Durango (B) las fiebres de Malta se atribuyen a comer queso de cabra en mal estado.
En Mendiola (A) se cree que la transmiten los animales domésticos; en Astigarraga (G) y Arraioz (N) se ha recogido que se contagia del ganado y la padecen por tanto quienes están en contacto con animales vacunos y ovinos. Una informante de Arraioz señala que es fácil contagiarse si alguien con una herida en la mano ordeña o sacrifica un animal que tenga fiebre de Malta. En Moreda (A) dicen que se transmite al pisar y después tocar con la mano cualquier porquería de un animal contaminado.
En Obanos (N), en los años cuarenta, se consideraba que la producían los helados que se vendían traídos de fuera del pueblo; hoy se atribuyen a la leche de cabra y prácticamente no se conocen casos.
Respecto a sus efectos, algunas encuestas han aportado estos datos. En Allo (N) precisan que aunque no era mortal, el proceso evolutivo de la fiebre de Malta era muy lento. En Moreda (A) dicen que afecta a las articulaciones, piernas, etc. En Murchante (N) se ha recogido que se caracteriza porque las fiebres son muy persistentes y alcanzan altas temperaturas; recuerdan también que fueron frecuentes en la primera mitad del s. XX. En Berganzo (A) señalan que tanto las fiebres de Malta como las tifoideas daban mucha fiebre lo que provocaba una enorme sudoración y hacía que hubiera que cambiar la cama del enfermo dos o tres veces en una misma noche. La casa afectada se ponía en cuarentena.
- ↑ El Diccionario de María Moliner en la voz tifus diferencia entre esta enfermedad a la que define como fiebre infecciosa acompañada de desórdenes cerebrales y erupción de manchas rojas en el cuerpo, transmitida por cierta especie de piojo y fiebre tifoidea que es otra enfermedad de síntomas parecidos a la anterior, pero producida por causas completamente distintas.