Higiene doméstica y alimentaria
Las conducciones de agua corriente y las redes de saneamiento que se han implantado en todos los pueblos del territorio encuestado han contribuido a mejorar la higiene gracias a la instalación de agua caliente, retretes y baños como avances más significativos en la vida diaria para prevenir muchas enfermedades. Asimismo la implantación de la electricidad en zonas rurales ha desembocado en la proliferación de lavadoras, frigoríficos y otros aparatos electrodomésticos que proporcionan un mayor bienestar que redunda en la salud. La calefacción para combatir el frío es otro factor positivo que evita contraer enfermedades.
Las transformaciones constructivas llevadas a cabo en granjas y caseríos han posibilitado la separación física de personas y animales que antaño convivían, en muchos casos, bajo un mismo techo; esta separación ha contribuido en gran medida a sanear e higienizar la vivienda rural.
Es dato común a todas las localidades encuestadas que en los hábitos alimentarios se han operado cambios importantes. Los potajes y la carne de cerdo han sido sustituidos por alimentos más ligeros. En general ha disminuido mucho el consumo de grasas animales y de pan, mientras que ha aumentado la dieta de pescado, fruta, verdura y productos lácteos.
Las campañas de vacunación han erradicado las enfermedades infantiles reduciendo extraordinariamente la mortandad infantil de antaño.
Se ha erradicado así mismo el raquitismo y las avitaminosis y la estatura media ha crecido notablemente. El agua clorada y la leche en buenas condiciones evitan las diarreas. Las enfermedades digestivas, tan corrientes en el pasado, han dado paso a las enfermedades circulatorias y coronarias y los excesos de azúcares se traducen en abundancia de caries dentales entre la población infantil y en aumento de la diabetes entre los adultos.