Efecto de la maldición, madarikazioa
De las maldiciones, así como de los malos deseos o quereres, podían sobrevenir desgracias y enfermedades e incluso la muerte. Las principales causantes de estos males eran las brujas que se cebaban sobre todo en los niños; así se constata en la comarca de Bernedo (A). En Aoiz (N) existía antaño la creencia de que una mujer que vivía en el pueblo cercano de Meoz era bruja y que tenía poder para hacer sortilegios; mediante estos actos las plantas, los animales o las personas que ella quisiese enfermaban.
En Donoztiri (BN) se creía que, mediante la maldición, sakrea, madarikazionea, se podían acarrear enfermedades y aun la misma muerte a personas y a animales. Similar creencia mantenían en Liginaga (Z) donde eran las brujas, belagileak, las que echaban la maldición, maledizionea y sakrea.
En Sara (L) se creía que las maldiciones, othoitz gaixtoa, (oración maldita) y las acciones mágicas como la de encender la vela contra alguien podían causar enfermedades. También en Uharte-Hiri (BN) creían que se podía ocasionar una enfermedad a la persona a quien se le echaba una maldición. De quien enfermaba tras una maldición se decía: “ori xarmatua duk” (ése está fascinado).
En Heleta (BN) era creencia que se puede provocar ira en personas y animales mediante maldiciones y aojamiento.
Dicen en Zerain (G) que el acto de maldecir, madarikatu, transmitía de forma oculta y reservada el daño que se quería hacer a una persona determinada; estuviera ésta cerca o lejos. Para ello la persona que por venganza deseara la muerte de otra, concentraba toda su “fuerza” (intención) en una vela; a medida que ésta se consumía se iba consumiendo la vida del enemistado. Algún informante precisa que al encender la vela hay que rezar un Credo; y tambien que “si se retuerce la vela, antes de encenderla, la muerte se produce con mayor sufrimiento”.
En Goizueta (N) se creía que aquellos que tenían malas intenciones podían echar maldiciones, erregu txarrak, y hacer sortilegios; pero lo común era que esto lo hicieran las brujas o los gitanos. Estas maldiciones podían incluso ocasionar la muerte. Si se le hacía un sortilegio a una persona, ésta lo notaba, se daba cuenta de ello. “Andik atera ditzake erregu txarra eta naigabea”.
No solo las maldiciones formuladas, incluso los malos pensamientos contra una persona pueden producirle enfermedades, accidentes o mala suerte (Abadiano-B).