Maldiciones y malquereres comunes
Las maldiciones podían provenir también de vecinos enemistados por cuestiones de tierras o de familiares malavenidos por temas de herencia o por causa de venganzas (Mendiola-A, Muskiz-B).
En Bermeo (B) la maldición, maldiziñoa, solía ser el remate de una discusión o de un enfado; las lanzaban a viva voz o entre dientes las mujeres que trabajaban en el puerto, deseando a su oponente un daño o negándole algún bien. Una fórmula era “Au pasako jatzu!” (¡Te va a pasar esto!), concretándole el daño. Otra fórmula podía ser: “Ez dozu gozako ori zeuk!” (Eso no lo vas a disfrutar tú). Las personas a las que se dirigía la maldición tambien tenían sus réplicas: “Zeuretzako ori!” (¡Eso para ti!) o bien: “Zeure aotik urteten dauena, zeuretzako!” (¡Lo que sale de tu boca, que sea para ti!).
En esta misma localidad se dice que el mero hecho de oir una maldición puede ser nocivo, ya que una vez lanzada puede afectar a cualquiera, bien sea al que va dirigida o bien puede volver al propio maldiciente o incluso afectar a un tercero que no tenga nada que ver en el asunto. Para dar a entender el peligro que tiene el lanzar la maldición, incluso para el que la lanza se dice en Bermeo (B): “Maldiziñoa ez da oraziñoa egundo be!” (La maldición nunca es una oración). Este dicho se ha recogido también en Elgoibar (G) “Maldizioa ez da gero orazioa”.
En Beasain (G) no se cree por lo general en los efectos que puedan causar los sortilegios y las maldiciones; con todo, cuando no se encuentra una causa convincente de un mal ocurrido a alguna persona o a algún animal de la casa se suele decir “Orroko orrek egingo zigun ‘birau’; guri au gertatzeatik” (Ese de ahí habrá lanzado la maldición para que nos suceda esta desgracia); al tiempo se nombra a una persona con la que no son buenas las relaciones o con la que se ha tenido algún enfrentamiento reciente.