Otras enfermedades
En las localidades encuestadas se han mencionado otras enfermedades sobre las que se han aportado escasos datos y que al igual que las anteriores pueden afectar tanto a los niños como a las personas mayores.
Una de ellas es la viruela, para la que en euskera se han constatado las siguientes denominaciones: naparria / nafarria / nabarria (Abadiano, Bermeo, Durango, Gorozika-B; Bera-N), nabarreria (Eugi-N), pikota (Donibane-Lohitzune-L), baztanga (Zerain-G), perlesia (Beasain-G).
Los informantes señalan que resulta fácilmente reconocible por los granos de la cara que aún después de curados dejan orificios en la piel; la dolencia produce fiebre y es contagiosa (Abadiano). En tiempos pasados, según recogió Azkue en Olaeta (A) y en Zeanuri (B), decían que la viruela, naparreria, necesitaba calor para ser curada[1]. En algunos lugares recuerdan que vendaban las manos con unos trapos para no andarse en los granos que salían porque al rascarse quedaba marca (Berganzo-A).
Como en tantas dolencias, también para remediar o prevenir ésta se recurrió a las virtudes curativas del ajo. Barriola recogió que en Bilbao, en el primer decenio del siglo XX, en la visita a un varioloso en la zona minera, un médico fue recibido por un viejo casero que tenía una cabeza de ajo en cada ventana nasal para no contagiarse por el aliento y otras cuantas atadas a la muñeca para que la enfermedad no le entrara en la sangre[2]. En Bermeo (B), se recuerda una epidemia de viruela padecida en esa misma época en la que los fallecidos eran llevados al lazareto de Matxitxako para ser enterrados. Todavía ese lugar es conocido por los marineros como Nazaretoko puntea.
Otra enfermedad que en su día fue origen de discapacitación en los niños y que hoy en día está prácticamente desaparecida de la población infantil debido a las vacunas es la poliomielitis. El nombre que vulgarmente se le da es el de “polio”; también se han recogido las denominaciones de polioa (Arberatze-Zilhekoa-BN) y kotxotasuna (Orozko-B).
La meningitis ha sido y continúa siendo una enfermedad muy temida porque frecuentemente es mortal y aun en caso de curación deja importantes secuelas. Los primeros síntomas suelen consistir en fuertes dolores de cabeza. Las personas mayores de Durango (B) recuerdan que en estos casos, en épocas pasadas, solían aplicar agua de nieve sobre la cabeza; en Berganzo (A) hielo o paños de agua fría. En Goizueta (N) se ha consignado un remedio creencial que consistía en colocar encima de la cabeza del enfermo un sapo recién cogido, que se encargaba de eliminar el mal. Si no se actuaba a tiempo, no tenía cura.