Mordeduras de serpientes, sugeak pikatu
Las mordeduras causadas por algunos de estos reptiles se han considerado muy venenosas, sobre todo la de la víbora. Así, en Valle de Erro (N) se dice: “Si te pica la víbora, no vivirás una hora”.
En Bedarona (B) en el caso de que una víbora mordiese a alguien y se escapase, al día siguiente se volvía al lugar donde había acaecido el percance para poderla matar pues se decía que este animal siempre regresaba al mismo punto.
En Carranza (B) se cree que las serpientes pican en vez de morder y que lo hacen con el réspere, término con el que se designa su lengua bífida. En Sara (L) también se pensaba que la culebra mordía, aseki (ausiki), con la punta de su lengua, a la que llaman eztena. En Gernika (B) se ha recogido que la culebra pica, pikau o aginka egin, con la lengua, eztena, aunque se sabe que más dentro cuenta con dientes. En Liginaga (Z) son tenidas por venenosas las culebras, sugeak, y la víbora, suge-bipera, que tienen el veneno en la lengua, mihi-sardea.
En Apellániz (A) las picaduras de culebra eran muy temidas:
- Si te pica la culebra,
- La aguja y la hebra.
Para protegerse de las serpientes se ha recomendado tener cuidado al realizar determinados trabajos como los relacionados con la recogida de la hierba. Pero también se han conocido prácticas protectoras de naturaleza mágica.
En Carranza (B) el día de San Juan cada chico recogía una planta de verbena antes de que saliese el sol y la escondía en el campo en un sitio donde no pudiese ser hallada por ningún animal de los que tenían veneno, como la culebra o el lagarto; así no sería mordido. Si alguno de estos animales la encontraba le mordería durante aquel año infaliblemente[1]. De quien recogía la verbena se decía:
- Al que esconde la verbena
- la mañana de San Juan
- no le morderán las culebras
- ni cosa que le haga mal[2].
En Ayala (A) se decía que al que cogía la hierba de la verbena de San Juan, no le picaba culebra, ni sabandija, ni había cosa que le hiciese mal[3].
En Orozko (B) una mujer nacida en el siglo XIX recitaba en castellano, aunque su lengua fuera el euskera, lo siguiente: “Al que recoge berberana el día de San Juan no le morderá la culebra aunque le haga mal”.
En Apellániz (A) se aseguraba que para que no picasen las culebras convenía llevar ajos en el bolsillo y de ninguna manera se debía portar queso. En Baztan (N) se creía igualmente que si en el bolsillo se tenía ajo no picaba la culebra[4]. En Obecuri y Navarrete (A) recomiendan que al monte se lleven ajos en el bolsillo para evitar estas picaduras.
En Yuslapeña (N) y en Barkoxe (Z) se creía que si uno llevaba en el bolsillo piel de culebra no corría peligro de ser picado por estos reptiles[5].
En Aia (G) se decía que si se portaba un amuleto de pepitas de romero no mordían las serpientes[6].
En Liginaga (Z) se decía que el lagarto, xuxkerra, se coloca entre la culebra y las personas anunciando a éstas la proximidad de aquélla a fin de evitar que sean mordidas. Al ver el lagarto debía decirse: “Xuxkerra benedika, sugea madika” (Lagarto bendito, culebra maldita).
En Carranza (B) se creía que el enano o enánago, lución o sirón, era amigo del hombre pues cuando alguien dormía en el campo y una culebra se le acercaba con intención de picarle, el enano se aproximaba a la cabeza de la persona y haciéndole cosquillas en la oreja la despertaba. El lagarto también avisaba si una persona iba a ser mordida. Para ello, según unos, trepaba por el cuerpo del que se hallaba dormido y corría apresuradamente sobre él y según otros le despertaba introduciéndole el rabo por la oreja. Pero este último animal sólo obraba así con el hombre, del que es amigo, no con la mujer.
- ↑ Recogido por José Miguel de BARANDIARAN: LEF. (ADEL).
- ↑ Recogido por LÓPEZ: LEF. (ADEL).
- ↑ Andrés de AGUIRRE. “Medicina popular. Ayala” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo I. Vitoria: 1921, p. 81.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 438.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 438.
- ↑ Juan de IRURETAGOYENA. “Creencias” in AEF, I (1921) p. 86.