Extracciones por personas entendidas, haginateratzaileak
Aparte de lo visto hasta aquí, que podría considerarse una extracción doméstica de los dientes, se recurría a personas diestras en esta materia. Ya se ha mencionado su papel en párrafos anteriores. En el caso más antiguo se trataba de vecinos que conocían esta labor y disponían de alguna herramienta apropiada para ello aunque su uso no fuese precisamente ese. Otros personajes que en tiempos pasados se encargaron de esta tarea fueron los barberos. Por los pueblos también aparecían sacamuelas, que ya se han citado antes. Más moderno es el recurso a los practicantes o ministrantes, a los médicos generales de los pequeños pueblos y más recientemente a los dentistas. Hoy en día lo normal es que se acuda al dentista lo que a menudo obliga al desplazamiento a poblaciones de una cierta entidad, que es donde habitualmente tienen instaladas sus consultas.
A medida que se profesionalizó la extracción de las piezas dentarias también lo hizo el uso del instrumental adecuado y de la anestesia. Recuerdan los informantes que en tiempos pasados no había más forma de calmar el dolor que recurrir a una copa de coñac o a un licor similar.
En Elgoibar (G) un vecino del barrio de San Pedro se ocupaba de extraer dientes y muelas a sus convecinos utilizando para ello unos simples alicates.
En Goizueta (N) acudían al cercano pueblo de Erasun (N) donde un anciano extraía los dientes con la ayuda de un alambre y sin utilizar alicates ni anestesia. En primer lugar limpiaba bien la boca y después con paciencia y fuerza quitaba la pieza mala. En tiempos más recientes se han empleado alicates.
En Telleriarte (G) se ocupaba de esta tarea un sasimediku que además de no cobrar nada ofrecía un vaso de vino al paciente para que se le renovara la sangre.
En Donoztiri (BN) se acudía al sacamuelas, aginaterazalea, que era el nombre con el que se designaba a los dentistas rurales sin título oficial.
En Améscoa (N) recuerdan que las piezas dentarias se arrancaban en vivo. Alguno acudía a un practicante de Barindano y en San Martín las extraía el carpintero, que tenía alicates y tenazas.
En Apodaca (A) antiguamente sacaban las muelas los barberos; en Lemoiz (B) se acudía al barbero de la vecina localidad de Plentzia. En Sangüesa (N) durante el primer tercio del siglo XX se encargaban de esta tarea los barberos locales mediante unas tenazas. Extraían la pieza en carne viva y una vez arrancada el afectado se enjuagaba la boca con una mezcla de agua con vinagre y sal para combatir la infección.
En Muskiz (B) se ocupaba de esta labor el barbero del pueblo que utilizaba unos alicates y recurría a una copa de coñac como única anestesia. Si hacía falta llegaba a poner la rodilla en el pecho del paciente para hacer más fuerza.
En Carranza (B) hubo un tiempo en que las funciones de dentista eran desempeñadas por los barberos. Se asegura de uno de ellos que sentaba al paciente en una silla, le ponía la rodilla sobre el pecho y le extraía el diente enfermo a estrinconadas. Después le ofrecía un vaso de vino para calmarle el dolor. Jocosamente se asegura que a quienes les gustaba la bebida algo más de la cuenta, se sacaron dientes sanos por probar el vino, tan escaso en aquel entonces.
En Bermeo (B) la extracción de las piezas enfermas también era asumida por barberos especializados en estas lides, al igual que en Lekunberri (N), donde no utilizaban anestesia; aquí, a continuación, solían realizarse enjuagues de agua mezclada con vinagre.
En Viana (N) antes de los años cuarenta era el practicante-barbero el encargado de sacar muelas y dientes mediante una tenacilla y en carne viva. Para cortar la hemorragia se hacían a continuación gargarismos con vinagre.
En Moreda (A) antaño se ocupaba el barbero, que hacía labores de practicante. Utilizaba las únicas herramientas de las que disponía: unas tenacillas y un alicate.
En San Martín de Unx (N) se recurría al barbero o al ministrante. En Mendiola (A) igualmente al barbero o al practicante; en la actualidad acuden a los dentistas de Vitoria. En Eugi (N) antiguamente los sacaban los barberos, después los practicantes y ahora los médicos; en tiempos pasados utilizaban una tenaza y realizaban la intervención sin anestesia.
En Oñati (G) los días de feria llegaba un sacamuelas que sacaba los dientes a carne viva con la ayuda de unas tenazas. Posteriormente, se acudía al médico y en la actualidad a dentistas.
En Lezaun (N) los de los adultos los extraía el ministrante o practicante. También ejercía un sacamuelas en el pueblo de Riezu y había quien se desplazaba hasta Estella (N). Las piezas se sacaban con tenazas y en vivo, ya que con anestesia el precio por la extracción era el doble.
En Agurain (A) a principios de siglo sacaba los dientes el practicante y lo hacía “a lo vivo”, después pasó a ocuparse de esta tarea el dentista, que ya empleaba anestesia.
En Pipaón (A) hasta los años cuarenta se ocupaba el médico o el practicante, en vivo, y posteriormente se empezó a acudir al dentista a Vitoria.
En Bernedo (A) hoy se va al dentista en caso de tener que realizar una extracción, pero antes se ocupaba de esta intervención el médico del pueblo.
En la actualidad son muchos los especialistas que tienen abiertas consultas a las que acude todo el mundo ya que se ha generalizado la asistencia a las mismas. Hoy en día se le da mucha importancia al cuidado de la dentadura y ya no es habitual recurrir a la extracción como antaño; se procura salvar antes la pieza dentaria. Esta preocupación se inicia en la infancia y no sólo para evitar la pérdida de dientes sino también para lograr que éstos crezcan correctamente. Las dentaduras en que los dientes están perfectamente alineados tienen una alta consideración estética. Hace décadas, para conseguir este fin, se comenzaron a utilizar unos correctores metálicos a los que se dio en llamar “aparatos”; “ése lleva aparato” se decía del niño al que se le veía al sonreír. Esta práctica ha comenzado a aplicarse también a algunos adultos cuando consideran que su dentadura no es todo lo perfecta que debiera.