Aplicación de calor y otros remedios
En unas cuantas poblaciones se ha recogido la costumbre de aplicar calor sobre el oído enfermo como remedio para calmar el dolor o al menos atenuarlo (Beasain, Zerain-G; Obanos-N).
En Bernedo, Moreda (A) e Izal (N) se colocaban paños calientes. En Carranza (B) se ponía una cataplasma de leche caliente con sopas. En Lemoiz (B) un emplasto hecho con soma y vino cocidos, envuelto en un pañuelo que se anudaba a la cabeza.
En Ribera Alta (A) y Berastegi (G) recomendaban aplicar calor seco en la zona dolorida. En Bidegoian (G) colocar un paño caliente sujeto con un pañuelo atado a la cabeza. En Aoiz (N) tapar los oídos con un gorro o bufanda. En Lemoiz (B) anudar una bufanda o pañuelo caliente o poner lana de tripa de oveja también envuelta.
En Zeanuri (B) se hervía leche, se ponía rusiente una piedra caliza y se echaba a la misma; el vaho que desprendía se introducía en el oído[1].
En la Ribera Oriental de Navarra se recurría a los vahos que desprendía la infusión de manzanilla para curar los procesos supurativos del oído[2].
En Carranza (B) se conoce otro tratamiento consistente en introducir en el oído un diente de ajo. En Astigarraga (G) aseguran que se calma el dolor poniendo en la zona un trapo con un emplasto de verbena y atándolo. Luego se cubre con papel de periódico para que el emplasto actúe mejor.
En Lekunberri (N) uno de los informantes recuerda que también recurrían a la saliva como calmante. En Lezaun (N) se mezclaba aceite con bicarbonato y untado en una guata se ponía en la oreja.
Hoy en día se recurre a tratamientos farmacéuticos. En Ribera Alta (A) se aplican unas gotas de glicerina yodada que se venden en la farmacia. Las otitis se tratan con antibióticos y analgésicos.