La menopausia, erretiroa
Menopausia es la retirada de la menstruación o regla de la mujer, hecho que se produce cuando se encuentra en torno a la edad de cincuenta años. Algunas informantes creen que es mejor que sobrevenga más tarde, entre los cincuenta y dos y los cincuenta y seis años (Durango-B). No sucede de golpe ya que los síntomas se presentan paulatinamente y a algunas mujeres les afecta de forma significativa. En Apodaca y Amézaga de Zuya (A) indican que sobreviene un cambio hormonal y se pierde la fertilidad lo que afecta no sólo al carácter sino también al estado físico. En Nabarniz (B) antaño se decía que la mujer que no tenía problemas en la menopausia tenía de qué dar gracias porque se evitaban las muchas complicaciones que de ordinario acarreaba.
La menopausia es un cultismo y popularmente para designarla se han recogido estas denominaciones: “retirada de la menstruación” (Moreda-A); “retirada” (Durango-B); “retiro” (Mendiola-B); “cambio de naturaleza” (Aoiz-N); estar “con desarreglos” o “con la retirada” cuando se está entrando en la menopausia (Muskiz-B). En euskera es común la voz erretiroa (Nabarniz-B; Eugi, Goizueta-N); se ha constatado también erretiradea (Nabarniz).
La molestia más habitual de las mujeres en la etapa pre y posmenopáusica suele ser la de los sofocos, berotasunak. Invade a la mujer un calor súbito que le produce sudoración y hace que se le coloreen las mejillas. Las sudoraciones, a menudo, son nocturnas. Para mitigarlo, en Orozko (B), la mujer solía darse aire con el borde de su propia falda. Hoy en día en las zonas urbanas algunas menopáusicas llevan abanicos en sus bolsos.
La mujer con la menopausia sufre también otras alteraciones como pérdida de humor (Eugi-N) y decaimiento, que en Oñati (G) llaman bizipozik eza, tristeza generalizada. Cuando el abatimiento se agudiza puede derivar en depresión (Amézaga de Zuya, Mendiola, Moreda-A; Muskiz-B; Berastegi-G) e incluso en locura, sobre todo en personas con antecedentes familiares (Aoiz-N). También se ha recogido que algunas mujeres en ese trance engordan y están melancólicas o irritadas (Durango-B).
Puede acarrear también descalcificación ósea. Se achacan a la menopausia muchos trastornos de huesos (Apodaca-A; Arraioz-N); dicen que entonces aparecen la artritis y la descalcificación de los huesos (Valdegovía-A). Se ha consignado el dato de que muchas mujeres sufren hemorragias en esa época (Pipaón-A) y se cree que se produce un cambio tan fuerte en el organismo de la persona que pueden aflorar enfermedades que han estado ocultas (Aoiz-N).
A pesar de que la menopausia ocasiona trastornos en la salud algunas mujeres desconocían que ambas cosas estuvieran relacionadas; se consideraba algo normal y como tal no se trataba (Moreda-A; Oñati-G; Aoiz, Goizueta, Murchante-N), se pensaba que el paso del tiempo era el mejor remedio (Mendiola-A); la encuesta de Obanos (N) aporta el testimonio de una anciana que siendo joven, después de tener ocho hijos le desapareció la regla. Ella pensaba que estaba embarazada del noveno y al ver que no engordaba se percató de que era la retirada.
Se ha consignado la conveniencia de que la mujer se cuide más en esta época. Ha de tomar sobre todo alimentos que aporten vitaminas, calcio y hierro y llevar una vida tranquila evitando los disgustos y trabajos duros (Aoiz-N); por la gran descalcificación procuran ingerir leche, queso y yogur (Durango-B); deben sobrealimentarse (Bidegoian-G). Recomiendan a las menopáusicas que se distraigan y a las personas de su entorno que sean comprensivas y amables con ellas. Las infusiones de tila y otros calmantes les ayudan a sobrellevar la depresión presente en algunas de ellas (Muskiz-B).
La curandera de Moreda (A) cuando ella se encontraba con la “retirada de la sangre” llevó a cabo un tratamiento consistente en tomar veintiún limones en ayunas, en otros tantos días, la mayoría de las veces solos y en alguna ocasión acompañados de bicarbonato. Lo completó con tomillo y cola de caballo. Asegura que le limpió bien todo el cuerpo.
En Vasconia continental, según se registró en los años cincuenta, las menopáusicas cuando sufrían hemorragias graves tomaban durante cuatro o cinco días una tisana hecha con puntas de ortigas, de la que no debía abusarse porque podría perjudicar al organismo ya debilitado[1].
Hoy en día, al menor desarreglo de la menopausia se acude al ginecólogo (Elgoibar-G, Obanos-N); quien practica controles y revisiones médicas (Aoiz-N, Moreda-A). Se reconoce que ahora hay medicamentos para hacer más llevadera esa etapa de la mujer (Murchante-N); se ha generalizado la utilización de parches hormonales que se pegan en la piel para paliar las molestias menopáusicas (Mendiola-A); además de parches que se cambian semanalmente, hay posibilidad de aplicarse cremas o geles. Se ha generalizado la imposición de la “lenteja” que consiste en la introducción en la piel de un pequeño disco que va soltando hormonas durante más de un año (Durango-B).
Los servicios médicos públicos de todos los territorios han promovido campañas de detección precoz de cáncer de mama que las siguen la práctica totalidad de las mujeres menopáusicas.
- ↑ DIEUDONNÉ. “Medécine populaire au Pays Basque” in Gure Herria. Tomo XXVI. Bayonne: 1954, p. 200.