Consideración social y forma de contraerlas
Las enfermedades sexuales han sido un asunto tabú que tanto el afectado como su familia mantenían en secreto y no difundían (Agurain, Berganzo, Mendiola-A; Hondarribia-G; Obanos-N); en algunas localidades cuentan que evitaban hablar del problema de tal forma que llevaba a pensar que no existía (Ribera Alta-A, Lekunberri-N). Se ocultaba por temor a las repercusiones sociales que provocaba (Muskiz-B); los hombres eran más proclives que las mujeres a hablar de estos asuntos y lo hacían en la taberna (Moreda-A).
La causa más común para contraer una enfermedad venérea, según se ha recogido en las localidades encuestadas, es ser mujeriego y mantener relaciones sexuales con prostitutas. En las encuestas de Amézaga de Zuya, Bernedo, Berganzo, Mendiola (A) y Bedarona (B) culpan a las mujeres del contagio. En Moreda (A), Orozko (B) y Beasain (G) señalan que los jóvenes contraían enfermedades sexuales durante el servicio militar, se descuidaban y enfermaban por andar con mujeres de la vida y frecuentar casas de prostitución a las que se les achacaba falta de higiene. En Moreda se referían al hecho de contagiarse mediante la expresión de que “Fulanita de tal” les había pegado el paquete.
En Bermeo (B) se ha recogido que las enfermedades venéreas las contraen los solteros, generalmente con prostitutas. Este tipo de enfermedades se incrementaron con la ampliación de las áreas de pesca lejos de las costas europeas, a partir de mediados de los cincuenta, que obligaba a los marineros a permanecer largos períodos de tiempo alejados de su ambiente habitual.
En San Martín de Unx (N) para las enfermedades sexuales se ha registrado la denominación de purgaciones. Una informante señala que algunos hombres, contagiados por mujeres, volvían de la guerra con venéreas por lo que a éstas se les conocía como “enfermedades de mujeres” y reconoce, como se ha dicho anteriormente, que se hablaba poco del asunto. La expresión utilizada para referirse a un contagiado era: “ése está cogido...”. Los informantes dicen que “se cogían en Pamplona o Tafalla donde había bares con camareras”. Las purgaciones eran dolorosas pero la sífilis revestía mayor gravedad y además se transmitía a los hijos.
En Elgoibar (G) señalan que las purgaciones se deben a una infección de la uretra que se curaba limpiándola bien. La sífilis tiene para los informantes la consideración de enfermedad masculina, “ori beti gizonen gaitza”, que contraían los promiscuos. También en Durango (B) tiene la consideración de enfermedad que padecen los hombres. En Berganzo y Moreda (A) las enfermedades sexuales se consideran incurables.
En Abadiano (B) el contagio por enfermedades sexuales, purgaziñoak artu, se ha conocido tanto en hombres, que solían acudir al practicante a que los curara, como en mujeres, ordinariamente contagiadas por sus maridos, que en ocasiones morían porque por pudor no buscaban ayuda o lo hacían cuando ya no había remedio.
En Carranza (B) el contagio de una enfermedad venérea se conoce popularmente como enganchada. Se decía que a algunos se les extendía la enfermedad por el cuerpo, quizá por ello se pensaba que los hombres de aspecto demacrado con abundantes granos y manchas epidérmicas tenían una enganchada. Se estima que la mayoría de los contagios, si no todos, se producen en el trato sexual con prostitutas. Para evitar el contagio algunos hombres utilizaban condones, llamados irónicamente calcetines de viaje. Las enfermedades venéreas se han asociado predominantemente al hombre, pero algunos informantes indican que cuando se manifestaban en mujeres embarazadas, éstas podían sufrir un aborto o tener el hijo enfermo.
Una consideración especial merece el sida, enfermedad que aparece mencionada en muchas localidades encuestadas como un mal temido en los tiempos actuales y que se relaciona también con las enfermedades de transmisión sexual. Se dice que está más o menos controlada pero que por ahora no tiene curación.