Remedios creenciales
En Amaiur (N) recogió el P. Donostia a primeros del s. XX este remedio para curar la hidropesía, intrufizia: se tomaba una cinta de color rosa, bendecida, y se ataba a la cintura; se bebía durante nueve días un licor del estilo del vino rancio, haciendo antes de las tomas esta invocación: “San Intrufiziaren izenean zazpi Credo” (en nombre de San Intrufizian siete credos). A los dos o tres días la cinta se iba aflojando y reduciéndose la hinchazón. Otra informante de esta localidad precisaba que durante nueve días debía el enfermo hacer comidas “de vigilia”. Luego había que recoger dinero para encargar una misa; las tres primeras personas en dar la limosna tenían que ser viudas[1].
En Vasconia continental, para sanar la hidropesía había que hacer antaño un novenario que consistía en lo siguiente: a los toques del ángelus del amanecer, mediodía y tarde se bebía un poco de agua bendita y se rezaban tres padrenuestros, avemarías y glorias. El enfermo se ataba a la cintura una cuerda bendecida y tenía que hacer bendecir la ropa interior. Si al noveno día se le caía la cuerda a los pies de por sí es que se había curado. De lo contrario el procedimiento a seguir era que tres viudas del vecindario pidieran en las casas el dinero suficiente para encargar una misa por el enfermo en la capilla de santa Estropika de Lesaka (N)[2].
- ↑ APD. Cuad. 4, ficha 409. “La limosna de la viuda” que se mencionará repetidas veces en este apartado responde a un hecho narrado en los evangelios (Mc. 12, 41-44. Lc. 21, 1-4) donde Jesús valoró grandemente la pequeña limosna que dio una viuda pobre. (Nota de la redacción).
- ↑ Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo XI. Vitoria: 1931, p. 63.