Pacientes, begizkodunak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Barandiaran registró la creencia existente en muchas partes “de que el mal de ojo parte el corazón de la criatura; de ahí que el saquito de tela con el que se confeccionaba el kutun o amuleto protector tuviera en muchos casos forma de corazón[1].

Los informantes de Zerain (G) dicen que los niños eran los preferidos para recibir el begizkoa, especialmente los más hermosos. Por ello ante la sospecha de que una persona pudiera tener este poder o de que fuera una bruja, sorgiña, se procuraba que los niños no se le acercaran; y si ella se aproximaba a la casa que éstos no estuvieran al alcance de su mirada. La creencia de que este mal fundamentalmente se transmitía a los niños hermosos y guapos se ha constatado también en Bermeo (B). Los informantes de esta localidad consideraban que el simple acto de alabar las cualidades del niño, diciendo por ejemplo, “es muy guapo” o “está muy hermoso” sin añadir al final la coletilla “Jaungoikoak bedeinkaturik” (bendito por Dios) podía aojar al niño.

Las muchachas jóvenes y bellas podían ser víctimas de aojamiento (Bermeo, Nabarniz-B). Si una persona miraba fija y continuadamente a otra, ésta le decía a aquélla: “Begizkoa egingo deustazu ala?” (¿Acaso pretendes echarme el mal de ojo?). También era frecuente la expresión: “Begizkoa egin deutsola” (Que fulano le ha aojado) (Nabarniz-B).

En Elgoibar (G) creían que el mal de ojo se producía cuando a una criatura recién nacida se le decía repetidamente: “qué bonita es, qué guapa es”. Recuerda una informante que a una criatura que era muy apacible la estaba paseando su madre; se le acercó una mujer mayor y le repitió varias veces: “zein ederra, zein polita” (qué hermosa, qué bonita); la criatura rompió a llorar de repente y la madre le dijo: “Angela! Mesedez ez esan ainbeste bidar, begizkoa egin bear diozu umeari, ta”. (Ángela, no se lo digas tantas veces, que vas a aojar a la niña). La mujer se marchó pero no hubo manera de calmar a la niña hasta pasado un rato y gracias al kutun que llevaba.

En Orozko (B) señalan los informantes que no se debe permitir decir de un niño que es hermoso, ume ederra, ya que ello puede desembocar en aojamiento; hay que decir en su lugar, ume bedeinkatua, niño bendito. Azkue recogió en varios pueblos (Olaeta-A; Valle de Arratia, Elorrio-B; Ataun-G; Baztan-N) que el que decía “Ze ume ederra” (qué hermoso niño) hacía mal de ojo a ese niño; para librarle del maleficio, alguien que estuviese presente debía añadir “Jaungoikoak bedeinkatu dagiala” (Dios le bendiga)[2].


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. “Paletnografía vasca” in Euskalerriaren Alde, X. San Sebastián: [s.n.], 1920, p. 458.
  2. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid: 1935, p. 126.