Anemia, ahuldura
La anemia recibe el nombre de debilidadea, debilidad, en Abadiano (B). En Goizueta y Eugi (N) auldura. Azkue recogió la voz eruka (Baztan-N). En Lezaun (N) de quien tenía anemia se decía que “estaba negau”.
Aseguran que se manifiesta por una falta de vigor o fortaleza y también por el aspecto triste o decaído del que la padece (Nabarniz-B).
En cuanto a las causas que pueden producir anemia, en Amézaga de Zuya (A) piensan que quien nunca tiene apetito o es muy exigente a la hora de comer puede llegar a sufrirla, en Gorozika (B) que es consecuencia de una mala nutrición y en Orozko (B) que se produce por comer poco y mal.
En Moreda (A) se asocia con una alimentación deficiente, con la debilidad subsiguiente al parto, con personas débiles que por diversos motivos sufren continuas diarreas y hoy en día con los excesos de algunas mujeres por guardar la línea.
En el Valle de Erro (N) se decía que la anemia era frecuente en las mujeres tras el parto. Se les aconsejaba guardar cama y tomar caldo de gallina. Actualmente las informantes opinan que tal práctica era una barbaridad ya que las parturientas permanecían ocho días a caldo sin apenas comer más por lo que no les extraña que se encontraran tan débiles y que hubiera tanta mortalidad tras el parto.
En San Martín de Unx (N) señalan que para evitar la anemia había que comer abundante y fuerte. El mostillo era uno de los alimentos utilizados para sobrealimentar a los niños. Se elaboraba a partir del arrope o mosto de uva hervido y concentrado, al que se añadían nueces, cáscara de naranja picada y una cucharada de harina disuelta en agua que se mezclaba cuando hervía y era útil para darle consistencia. Este alimento se servía extendido sobre el pan para la merienda de los muetes.
Si para evitar contraer anemia se ha recomendado una buena alimentación, una vez que se padece este tipo de carencia, el mejor remedio consiste en comer abundantemente o en tomar alimentos que popularmente se consideren de buena calidad.
En Beasain (G) se aconseja comer bien y tomar vino; en Bidegoian (G) alimentarse con productos naturales y con muchas vitaminas, además de descansar mucho; en Elosua (G) comer bien y descansar; en Arraioz (N) tener una buena alimentación; en Viana (N) comer mucho; en Telleriarte (G) comer bien y comidas fuertes; en Nabarniz (B) comer y beber abundantemente y en Donoztiri (BN) realizar comidas abundantes y de mucho alimento.
Uno de los productos que ha disfrutado de mayor prestigio popular ha sido el aceite de hígado de bacalao (Durango, Muskiz-B; Berganzo, Mendiola-A; Améscoa, Aoiz, Tiebas-N). Su principal cualidad ha sido la de estimular el apetito. En Pipaón (A) se le administraba al afectado para que le entrase el apetito y así comiese más y mejor.
En Allo (N) no conocen más remedio que comer en abundancia. Añaden que para devolver el apetito a quienes lo perdían se les daba a tomar aceite de hígado de bacalao y más modernamente vino quinado. En Lezaun (N) con idéntica finalidad se les administraba este mismo aceite y Ceregumil.
El vino quinado también se ha considerado idóneo para abrir el apetito (Apodaca, Bernedo-A; Izal-N). En Abadiano (B) el vino dulce.
En Amézaga de Zuya (A) a quienes se encuentran débiles se les obliga a beber vinos quinados que se estima que son reconstituyentes, para que entren en calor y recuperen fuerzas.
En Ribera Alta (A) se recomendaba tomar en primer lugar un vasito de jerez quinado para estimular el apetito y después comer en abundancia, especialmente carne roja.
En Nabarniz (B) a los que estaban inapetentes se les daba vino quinado y se les hacía tomar un ponche preparado con yema de huevo bien batida, una cucharada de azúcar y leche caliente.
Entre los alimentos que han gozado de mayor prestigio para combatir la anemia están todos aquellos que a juicio de nuestros informantes contienen importantes cantidades de hierro. Así lo manifiestan repetidas veces.
En Amézaga de Zuya (A) se aconseja comer en cantidad y calidad. Se considera que lo mejor son los potajes, sobre todo de lentejas, y el hígado, porque se dice que tienen mucho hierro.
En Apodaca (A) se recomienda comer hígado poco frito, casi crudo, caldos fuertes de gallina o de cocido y lentejas.
En Berganzo (A) huevos batidos con leche caliente, derivados de la leche, hígado y filetes medio crudos; también se recomienda comer un kilo de filetes de caballo a la semana.
En Mendiola (A) entre los alimentos considerados ricos en hierro figuran las lentejas, los berros, las espinacas y el hígado, además de las legumbres en general y las yemas de huevo disueltas en la leche.
En Moreda (A) aconsejan reposo, ausencia de preocupaciones y una sobrealimentación a base de jugo de carne, caldo de gallina, asadurillas, hígado o productos que contengan sangre, leche, natillas y legumbres ricas en hierro como las lentejas.
En Abadiano (B) tomar alimentos muy energéticos, inderra emotekoak: carne asada, mantequilla, leche condensada, jamón y más recientemente lentejas.
En Carranza (B) se recomendaba una buena alimentación, sobre todo a base de carne o hígado preparados prácticamente en sangre, jugo de carne, vino y ponches de huevo batido con jerez y azúcar.
En Muskiz (B) aconsejaban hacer poco desgaste físico además de comer lentejas, leche, huevos y alimentos que contuviesen fósforo, calcio, minerales y vitaminas.
En Arrasate (G) alimentos con hierro como remolacha roja, zanahoria, espinacas, arroz, nueces, lentejas, lechuga, puerros, cebolla, miel y polen.
En Oñati (G) yemas de huevo con café, azúcar y jerez. Actualmente alimentos ricos en hierro y otras vitaminas.
En Aoiz (N) se recomienda mucho reposo y una buena alimentación rica en hierro. Se solía y se suele tomar carne de caballo y lentejas. Igualmente se consideraba beneficiosa la jalea real y el dulce de membrillo.
En Obanos (N) convenían en que era aconsejable comer mucho, sobre todo hígado o morcilla, que tenían sangre.
En Lekunberri (N) antes se bebía un vaso de vino mezclado con azúcar. También era habitual el jugo de carne crudo y los huevos pasados por agua. Asimismo recomendaban comer habas.
Por esta misma razón se ha aconsejado beber agua de fuentes ferruginosas. Así se ha constatado en Sara (L).
Como ya se ha podido apreciar en párrafos anteriores el consumo de huevos también se ha considerado importante para combatir esta enfermedad.
En Agurain (A) contra la anemia se recomienda una sobrealimentación compuesta de huevos con vino y azúcar, yemas de huevo revueltas en la leche, reconstituyentes y el régimen que ordene el médico. En Lemoiz (B) huevos de cáscara oscura.
En Astigarraga (G) consideran aconsejable una buena alimentación, que puede ser en cantidad o en calidad. En la segunda categoría se encuentran las yemas de huevo con azúcar y leche, los caldos de gallina con puerro, la zanahoria, el aceite, la carne a la plancha y las manzanas asadas. Los más jóvenes se decantan por los alimentos que contengan vitamina C y hierro como lentejas, espinacas, hígado y frutos secos.
En Berastegi (G) recomiendan tomar a media mañana yema de huevo, arraultz gorringoa, con vino, a poder ser vino reconstituyente.
En Elgoibar (G) aconsejan ponches a base de huevo, leche y azúcar antes de comer, como reconstituyentes, y mucha carne.
En Murchante (N) se tomaba yema de huevo batida con vino dulce y café o también una chuleta de carne en cada comida. Se consideraba igualmente eficaz, en la década de los treinta, cocer lentejas, garbanzos y alubias a la vez y el caldo resultante tomarlo a modo de sopa.
En Goizueta (N) se recomienda comer más, incluso sin hambre. Tomar vino cocido con canela, una mezcla de vino, canela, azúcar y yema de huevo, y también café con leche mezclado con yema de huevo. Todos estos preparados servían para intensificar las ganas de comer así como reconstituyentes. El vino, una vez que se le quitaba el alcohol, se consideraba muy bueno contra la anemia.
En Gorozika (B) para abrir el apetito se tomaba caldo, ponche con huevo y jerez o un huevo que se ponía al fuego bajo entre las brasas y que una vez empezaba a sudar se tomaba directamente.
En Carranza (B) uno de los remedios recogidos consistía en poner tres huevos enteros en una taza con zumo de limón durante varios días hasta que se les disolviese la cáscara y quedasen sólo con la fárfara; después se batían en el mismo zumo, se colaba lo obtenido y se le añadía azúcar y por último jerez, albillo, vino blanco o mosto si se preparaba para los niños. Se tomaba un vaso de este preparado antes de cada comida.
En Bermeo (B) se ponían en un cacharro cuatro huevos con cáscara incluida, cubiertos con zumo de limón. Durante una o dos noches se dejaban expuestos al sereno. Al cabo de ese tiempo la cáscara se había disuelto quedando los huevos cubiertos sólo por la membrana, mintza. Se le añadía media libra de azúcar y medio cuartillo de jerez, se batía y se filtraba por un trapo de hilo. El preparado resultante, muy rico en calcio según la creencia popular, se daba a los niños débiles o enfermos antes de las comidas[1].
La leche también ha sido un alimento muy valorado para combatir los estados anémicos. En Zerain (G) se considera buena la leche recién ordeñada sin cocer. Se dice que también es recomendable la de cabra y la de burra.
En Orozko (B) se dice que las anemias se curan bebiendo leche y productos que la contengan como el arroz con leche y las natillas y comiendo mucha carne, huevos e hígado.
A continuación recogemos unos cuantos remedios más.
En Busturia (B) recuerdan que una curandera de Begoña (Bilbao) recomendaba cocer en un cuartillo de agua cuatro hojas de nogal, ya fuesen verdes o secas, y beber la decocción una vez al día.
En Garagarza (G) se preparaba con corteza de roble, aretxen azala, una infusión contra la anemia de la que se tomaban dos tazas diarias.
En Sara (L) se utilizaba el ajenjo, asuntsio-belarra; se introducían unas pocas hierbas en medio vaso de vino y se mantenían en él durante una noche. El enfermo debía ingerir el vino a la mañana siguiente.
En alguna población se ha citado el uso de un producto farmacéutico que se tomaba como reconstituyente, el Ceregumil (Aoiz-N). En Obanos (N) hay constancia de su uso hacia los años cincuenta o sesenta.
En Murchante (N), hasta el decenio de los cuarenta, las mujeres elaboraban un revitalizante casero al que denominaban con este mismo nombre de ceregumil. Tostaban en una sartén, con un poco de azúcar, granos de trigo, avena, cebada y maíz. Después molían la mezcla y la guardaban en un tarro de cristal. Se tomaba a cucharadas. También bajo este mismo nombre de ceregumil se conocía un jarabe preparado con avena y vino rancio.
Hoy en día se toman como revitalizantes preparados farmacéuticos.
- ↑ En Goizueta (N) utilizaban este mismo remedio contra el raquitismo, atribuido a una falta en la alimentación. Se preparaba una bebida elaborada con yemas de huevo, limón y azúcar, añadiendo la cáscara de los huevos; se dejaba dos o tres noches al sereno y se tomaba una copa al día.