Medicinas que se guardan en casa
Las medicinas que, generalmente, se guardan en casa en lo que se ha denominado el “botiquín doméstico” nos delatan cuáles han sido y son las necesidades más perentorias en la vida ordinaria. Como se comprobará seguidamente por los datos recogidos, se tenía a mano algún remedio para las pequeñas heridas causadas en las labores domésticas y agrícola-ganaderas, y para los golpes; vendas; un ungüento para las quemaduras y el agrietamiento de la piel; hojas de ciertas plantas para hacer inhalaciones; yerbas con las que preparar infusiones para las dolencias estomacales y los problemas de estreñimiento, y pocas cosas más. Junto a ello, en una pequeña parcela de la huerta doméstica se cultivaban determinadas plantas que estaban destinadas a fines terapéuticos al igual que otros productos hortícolas propiamente de uso culinario pero que, eventualmente, tenían aplicación medicinal. Finalmente, otras plantas y yerbas se recogían en el campo o en el monte, en la época en que se daban, para luego secarlas y guardarlas en el desván y utilizarlas según las necesidades.
Hacia mediados del s. XX va disminuyendo el acopio de plantas medicinales y se va incrementando el de productos y preparados adquiridos en la farmacia, sobre todo como consecuencia de la generalización de la asistencia sanitaria a través de la Seguridad Social. Hoy día, en las casas, prevalecen estos últimos sobre los remedios medicinales populares, sobre todo cuando un miembro de la familia padece alguna enfermedad y está siguiendo un tratamiento.
Como los testimonios consignados en las localidades encuestadas son similares y repeti tivos se muestran varios ejemplos de los distintos territorios que se pueden extender a toda el área objeto de nuestro estudio. No se especifica, normalmente, la dolencia o enfermedad para la que se aplican porque ello corresponde a los remedios empíricos que vienen descritos en el capitulado de la obra.
En Agurain (A) los remedios que se conservaban en casa eran: árnica, agua sublimada, yodo, agua oxigenada, alcohol, mercromina, carrasquilla, cebada, malva, linaza, mostaza, tila, aspirina, cafiaspirina, manzanilla, té, saúco y purgantes.
En Mendiola (A) distinguen los remedios contra el dolor de cabeza, para lo que tenían aspirina y optalidón, de los de las heridas para lo que contaban con mercromina, tintura de yodo, alcohol, agua oxigenada, vendas, gasas, esparadrapo y algodón. También se ha solido tener, aunque no es tan frecuente, algún antibiótico y pomadas antiinflamatorias. Además si algún miembro de la casa padece alguna dolencia específica como estreñimiento, reuma, etc. se cuenta con fármacos específicos para remediar dicho mal. Antaño se solían tener también cataplasmas de mostaza y parches Sor Virginia.
En Ribera Alta (A), el botiquín doméstico se compone de yodo, alcohol, agua oxigenada, algodón, trapos limpios, gasa estéril y trapos encerados. Las yerbas que se conservan en casa son: manzanilla, té, tila, tuera, flor de malva, romero, espliego, tomillo y hierbasanta o hierbabuena. Se usaban también pero no se tenían en casa: saúco, corteza de nogal o de encina, árnica, ortigas y tortero. Asimismo se guardan, o en su caso se toman en el momento, ungüentos, jarabes y brebajes elaborados con los siguientes elementos: linimento de farmacia, aceite de ricino, coñac, vino hervido, cebolla asada, agua, sal y vinagre; arcilla amasada con agua; infusiones de hojas de nogal, de saúco, de árnica, de ortigas, de hojas de llantén, de hojas de fresno, de pelo de la mazorca de maíz, de tortero; corteza de encina, romero cocido en vino, leche con huevos batidos y café con sal.
En Abadiano (B) desde antiguo se ha tenido alcohol, solimau, tintura de yodo, manzanilla, hojas de sen, aceite de ricino y trapos limpios blancos; también ungüento casero para quemaduras. Más tarde se introdujeron la mercromina, untura gorria; el agua oxigenada, las aspirinas, el termómetro, el esparadrapo y las gasas esterilizadas. El solimau consistía en unas pastillas rojizas que se disolvían en agua hirviendo, guardándose el preparado en una botella que se destinaba a limpiar y desinfectar heridas. Se decía que era venenoso y cuando el médico venía a casa lo utilizaba para lavarse las manos. Las hojas de sen y el aceite de ricino se utilizaban contra el estreñimiento. En casa o en la de algún vecino solían conservarse yerbas para curar ciertos males. Unas veces se echaba mano de plantas secas y otras se recogían en el momento que se requerían.
En Gorozika (B) lo habitual era contar más o menos con los siguientes remedios: aspirinea; mantzanilea; tila; senaren orriak, purga moduan; labatibea; pomadak, erreentzat, zaldarrentzat, ebakientzat, granoentzat; alkohola, zanbedarra granoentzat, merkromina eta oxigenada ura. (Aspirina, manzanilla, tila, hojas de sen para purgarse, lavativa, pomadas para quemaduras, diviesos, cortes y granos; alcohol, llantén para los granos, mercromina y agua oxigenada).
En Beasain (G) las medicinas compradas que se tienen en casi todas las casas son: aspirinas, mercromina, alcohol puro, agua oxigenada, algún analgésico para bajar la fiebre, pomada para quemaduras o escozores, vendas, apósitos esterilizados y esparadrapo para curas de urgencia. Además, las medicinas específicas que necesite alguien de la casa que esté siguiendo un tratamiento.
En Aoiz (N), los remedios conservados en casa antiguamente eran: saina (manteca de cerdo), hojas y flor de saúco, belladona, cola de caballo, escaramujos en anís, aceite de ricino, tila, manzanilla, planta curalotodo, alimentos bendecidos el día de San Blas y té. Hoy día: manzanilla, tila, té, menta y eucaliptus; y alimentos bendecidos el día de San Blas. Los productos farmacéuticos conservados en casa en tiempos pasados eran: jarabe de manzana, bicarbonato y agua boricada, agua de Carabaña, aceite de ricino, pomada belladona, aspirinas, algodón y alcohol. En los años sesenta se puso de moda, sobre todo entre las mujeres, el optalidón. Hoy día: aspirina, sal de frutas, pomadas para quemaduras, pomadas para golpes y torceduras, medicamento para alergias, mercromina, yodo, alcohol y agua oxigenada. Remedios elaborados en casa son: saina para las heridas, diversos anises y jarabes, y algunos brebajes.
En Obanos (N) siempre, antes y ahora, suele haber en las casas: manzanilla, té, valeriana, tila... para problemas estomacales y limpieza de ojos; también anís de pacharán (endrino, Prunus spinosa) para los dolores de tripas. Además, antes de la Guerra Civil de 1936 se tenía la pomada Margarita que era buena para heridas infectadas y quemazos. Para cortar y curar hemorragias, cuando no había otros medios, se utilizaban telarañas; también servía el papel de fumar que se vendía en librillos. El emplasto de malvas era el remedio para curar heridas y madurar infecciones. Pero lo más normal era acudir a la botica con un frasco o una taza a pedir el ungüento o pomada que se necesitara; el boticario tardaba una hora en prepararla y cada cual se la llevaba en su recipiente. Hasta que se generalizó la Seguridad Social, en los años setenta, se solían guardar en casa aspirinas, agua oxigenada, algodón (guata), esparadrapo y tipolín (gasas impregnadas en una sustancia amarillenta desinfectante que se ponía sobre las heridas). Se contaba con bicarbonato que tenía diversos usos como digestiones pesadas, gárgaras con agua hervida, lavado de pies cansados, etc. Para cortar las pequeñas hemorragias se usaba papel de librillo de fumar. Hoy día en las casas hay aspirinas (más antiguamente también optalidón) o paracetamol, tiritas, gasas, alcohol, agua oxigenada, mercromina, jarabe para catarros, termómetro y réflex o un producto similar para golpes. Si hay niños se tienen cosas específicas para la fiebre, dolores de oídos y catarros; y si hay personas mayores, muchas medicinas que se recetan y compran a través de la Seguridad Social.
En Donibane-Lohitzune (L) en las casas solía haber tintura de yodo, agua oxigenada, alcohol y lavativas, aiutak, para los niños. Luego se introdujeron los bálsamos para la piel; en otro tiempo, en invierno, para suavizar la piel se ponían nata, esne-gaina.