Remedios para curar el reumatismo
Se han constatado numerosos remedios para el tratamiento de los dolores reumáticos, siendo además de muy distinta naturaleza todos ellos. Quizá esta abundancia de prácticas se deba a que lo único que se consigue con su aplicación es calmar los síntomas sin lograr que curen la enfermedad. Los propios informantes son conscientes de que tan sólo se alivian los dolores.
El más conocido es posiblemente el consistente en la aplicación de calor. Relacionadas con esta práctica se hallan las fricciones, la asistencia a baños termales y la toma de vahos. Se conocen además variados remedios que tienen como base productos vegetales y que se administran bien en forma de infusiones o de decocciones. El ajo, uno de los recursos más utilizados para todo tipo de enfermedades, también se considera eficaz para combatir las enfermedades reumáticas. Algo similar ocurre con la aplicación de métodos basados en las ortigas. Un tratamiento particular consiste en dar frotaciones con grasa de lirón y de otros animales.
Entre los remedios de naturaleza creencial es ampliamente conocida la costumbre de portar pulseras de cobre o de llevar en alguno de los bolsillos una patata o una castaña. Como en la mayoría de las enfermedades, en esta ocasión también se ha pensado que se puede curar o aliviar con visitas a ermitas.
Se han recogido asimismo varios procedimientos que tienen características particulares que no permiten clasificarlos en los siguientes apartados.
En Zerain (G) se recurre a la hierba de reuma, erreuma-belarra. Se recoge un puñado de la misma, se forma una bola, se le coloca una tira de tela alrededor y se aplica sobre la zona dolorida. Se mantiene como máximo una hora. Produce una gran ampolla que se pincha con una aguja para extraerle el líquido acumulado. Este remedio quita el dolor. Si la piel de la ampolla se rompe la herida tarda mucho en curarse.
En Sangüesa (N) se cocía en agua ceniza con algo de jabón y se aplicaba sobre el miembro dolorido todo lo más caliente que se pudiera resistir.
Se considera que el veneno que liberan las abejas alivia los dolores reumáticos por lo que se dice que es muy bueno para los afectados de este mal que les piquen estos insectos (Apodaca, Valdegovía-A; Carranza-B; Zerain-G; Lezaun, Obanos-N).
En Moreda (A) se recomienda trabajar moderadamente y colocarse una faja para sujetar las vértebras. En Astigarraga (G) si el reuma se localiza en la cintura también aseguran que va bien fajarse.
En Apodaca (A) ponían pegados de Santa Catalina, que eran una especie de sellos de 15 x 8 cm a los que se quitaba la tela protectora tras lo cual se pegaban en la zona dolorida.
En Mendiola (A) se aconseja poner debajo del colchón una herradura de caballo.
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Aplicación de calor
La aplicación de calor sobre la región afectada se considera conveniente ya que alivia el dolor (Oñati-G; Goizueta-N; Bedarona, Zeanuri[1]-B).
En Lekunberri (N) el dolor producido por el reuma se solía atenuar a base de aplicar calor seco, calentando previamente un paño. En Agurain (A) también se recomienda aplicar calor seco.
En Berastegi (G) e Izal (N) se dice que se cura con mucho calor y reposo en cama. En Izal (N) y Bidegoian (G) con paños calientes.
En Carranza (B) el procedimiento más generalizado para calmar los dolores reumáticos, aparte de los medicamentos, es poner calor sobre la zona dolorida.
En Apodaca (A) se recurre a emplastos o cataplasmas de mostaza o remoyuelo, salvado, muy caliente envuelto en una faja o pañuelo y colocado donde duele.
En Moreda (A) para aplicar el calor dicen que conviene ponerse ropa caliente, colocar bolsas de agua o cualquier otro medio que confiera calor a la parte afectada. En casa se colocan junto al radiador de la calefacción y antiguamente cerca de la cocina económica.
Una peculiar forma de aplicar calor ha sido la recogida en las poblaciones alavesas de Bernedo y Amézaga de Zuya, donde se introducían las piernas en el horno después de que se hubiera cocido el pan y hubiera bajado la temperatura.
En Olaeta (A) se hacía un gran fuego en el horno, después se limpiaba con estropajo y se introducía al enfermo en el mismo, manteniéndole allí hasta que se enfriase el horno[2].
En Apodaca (A) se recogen muchas hojas de yedra y se calientan sobre la chapa de la cocina. Si se trata de una cocina baja se ponen en un caldero. Cuando están muy calientes se meten en un saco de los de arpillera. La persona que tiene reuma o lumbago se introduce dentro del saco a excepción de la cabeza y permanece un buen rato. Dicen que para el día siguiente ya está curada. En Bedarona (B) se aplicaban por la noche hojas de berza calientes.
En Bernedo (A) otro procedimiento consistía en desnudarse y cubrirse con una manta, menos la cabeza, colocando unos trozos de vela encendidos dentro. De este modo se sudaba y se aliviaba el reuma.
En Trapagaran (B) recomendaban enterrar en la arena de la playa la parte afectada durante algún tiempo todos los días.
Otra forma de aplicar calor ha sido mediante vahos.
En Zerain (G) se considera bueno tomar vahos durante nueve días seguidos de la siguiente forma: se cuecen juntas nueve hojas de nogal y cinco flores de saúco, y cuando está hirviendo el agua se coloca el recipiente en el suelo. Encima se pone una silla donde se sienta el enfermo desnudo. Con una manta se le cubre desde el cuello hasta abajo, dejando la cabeza fuera. Cuando acaba de tomar los vahos se le seca bien. Normalmente se toman por la noche antes de acostarse y se piensa que es un remedio muy eficaz. También son recomendables los vahos donde se ha cocido hiedra. En Valdegovía (A) los vahos son de saúco. En Ataun (G) cuando el reuma producía inflamación se cocían flores de saúco, intxusa-lorak, y se aplicaba el vapor. También se cocía romero en vino y cuando estuviera hirviendo, con el vapor se “ablandaba” el reuma. O se cocía hiedra, untze, y se aplicaba el vapor, tras lo cual se envolvía con una manta al afectado. En Hondarribia (G) bajo una silla sin asiento se ponía agua hirviendo en un brasero con hierbas varias como romero e incienso. El afectado se inclinaba sobre ello y se tapaba con una manta resistiendo el vaho y el calor. Solía acabar completamente sudado.
En Obanos (N) se toman vahos de ortigas o achunes o de cal viva. Se pone un gran puchero con agua a hervir y se cuecen allí ortigas y a falta de ellas, cuando hierve, se echa un puñado de cal viva. Se coloca al paciente sentado en una silla con el puchero entre las piernas y se le envuelve con una manta para que reciba el vaho.
En Telleriarte (G) se aplicaba el vapor de varias plantas. El vapor de la piedra caliza, kare-arria, se consideraba muy bueno por mitigar el dolor de los que padecían reuma. En Ataun (G) cuando producía rigidez se echaban piedras calizas rusientes a la leche y se aplicaban los vahos sobre la zona rígida.
En Astigarraga (G) tomaban vahos de asiento como remedio para lo que llamaban reuma gota. Pero en esta ocasión el elemento utilizado en la cocción eran pezuñas de ternero recién sacrificado, que se traían del matadero aún humeantes. En esta misma población para combatir el reuma y la artrosis se recurre a vahos de alcohol.
En Bera (N) para el reuma ponían a cocer en una caldera con agua, vino, canela y una pata de vaca. Cuando estaba hirviendo se cogía una manta o sábana grande y colocándola holgadamente sobre el cuerpo, se recibía dicho vapor[3].
En Oiartzun (G) cuando alguno sentía los dolores causados por el reuma, para aliviarlos debía tomar sahumerios de hiedra, untza. Se ponía una teja curva con la parte cóncava hacia arriba y en la misma se depositaban unas cuantas brasas o tizones encendidos. Encima de los mismos se echaban hojas de esta planta y después se colocaba la parte del cuerpo dolorida, algo distante y cubierta por una manta para que no escapase el humo[4].
En Ataun (G) se arrojaba romero a las brasas y se aplicaba el humo resultante, o se obraba del mismo modo pero echando un poco de aceite y un ajo.
Un procedimiento indirecto de recibir calor y así aliviar los dolores reumáticos ha consistido en trasladarse temporalmente a áreas de clima cálido.
En Moreda (A) señalan que gracias al beneficio que reporta el calor en verano se necesitan menos remedios que en invierno por lo que a las personas propensas al reumatismo les van mejor los climas cálidos y secos que los fríos y húmedos.
En Amézaga de Zuya (A) se recomendaba igualmente el cambio de clima, en concreto viajar hacia zonas menos húmedas y más cálidas. En Muskiz (B) dicen que viene bien el clima seco.
En Busturia (B) aseguran que los cambios meteorológicos se perciben en las articulaciones de los huesos y que para el reuma es mejor el calor.
En Sangüesa (N) recuerdan a una persona que se aplicaba en la rodilla un hierro rusiente y obtenía muy buenos resultados. Llamaba a esta operación ponerse “botones de fuego”.
Fricciones
La práctica de las fricciones para combatir el reuma también ha estado notablemente extendida. Las friegas más conocidas han sido las de alcohol. Su uso se ha constatado en Amézaga de Zuya, Apodaca, Berganzo, Moreda, Pipaón (A); Carranza, Nabarniz, Orozko (B); Ataun, Bidegoian (G); Allo, Sangüesa, Viana (N) y Donoztiri (BN).
En Mendiola, Valdegovía (A) y Astigarraga (G) se ha recurrido a las friegas con alcohol de romero; en Ribera Alta (A) con alcohol normal o de romero; en San Martín de Unx (N) con alcohol normal o alcanforado y en Murchante (N) con alcohol de romero o alcanforado.
En el Valle de Erro (N) cuando dolían las articulaciones se frotaban con aguarrás. También se ha recurrido a este producto en Berganzo, Pipaón (A); Améscoa y Sangüesa (N). En Ataun (G) se echaba yema de huevo a medio litro de aguarrás, mezcla que se colocaba sobre la zona dolorida durante un día completo. Después se volvía a mezclar y con ello se frotaba la parte afectada dos veces al día hasta que desaparecía el dolor.
Asimismo se han recopilado algunos tipos de fricciones en los que la preparación de los componentes es más elaborada o bien se ha recurrido a productos diferentes a los citados.
En Aoiz (N) se pone un puñado de eucaliptos, dos ajos, un poco de alcohol puro y yodo en una botella con agua hasta llenarla. Se deja macerar y luego con ello se dan friegas en la zona afectada.
En Sangüesa (N) ponían a macerar en un litro de alcohol dos docenas de hojas de laurel y con el producto obtenido se daban friegas en las articulaciones.
En Durango (B) para los dolores reumáticos de las articulaciones, en una botella se ponía alcohol alcanforado y se echaban unos granos rojos de la planta conocida popularmente como comida de culebras, el aro, y se dejaban en maceración unos días. Después se daban friegas.
En Ataun (G) se machacaban las pepitas de gamón, irustarbiaren pipitak, se mezclaban con alcohol y se guardaban en una botella. Este remedio se aplicaba mediante friegas.
En Gorozika (B) se recurre al agua de pita, pitaren ura, pero se dice que hay que utilizarla con cuidado ya que si no quema; también se considera bueno aplicar el jugo de bayas rojas, potin gorritxuen ura, que suele haber al lado de los arroyos. En Izal (N) aconsejan igualmente frotarse con pita tras quitarle el pellejo o con ortigas. En Ataun se consideraba bueno frotar la zona con agua de ágave americana, erroma-belarra.
En Bedarona (B) se frotaban con ortigas, asun baltzak, y con el líquido que se obtenía de machacar sasi-okanak, ciruelas silvestres.
En Améscoa (N) frotaban la parte afectada con ortigas o con ajos. En San Martín de Unx (N) con vino cocido con romero, con ortigas o fomentos calientes.
En Zerain (G) recogían los granos de la uva silvestre, txori-matsa o txori-aienaren piporrak, y frotaban con ellos la zona dolorida. En Amorebieta-Etxano (B) recogían una planta que denominaban onura-bedarra, la partían en trocitos y con el montón obtenido frotaban la zona afectada.
En Ataun se trituraban las pepitas rojas del gamón, irasarbiaren pipitak, y se frotaba la zona dolorida con la masa obtenida, tras lo cual se dejaba encima sujetándola. También se cocía sauquillo, anduerea, en una cazuela, se humedecía un paño y se frotaba la zona. Asimismo se cocía saúco, intxusea, en aceite hirviendo y se mezclaba con estiércol de yegua, que tenía que ser recogido fuera de la cuadra; luego se colaba por un trapo y se realizaban las friegas con el líquido obtenido.
En Hondarribia (G) para quitar los dolores de las articulaciones, incluso los crónicos, se considera muy buena la caléndula (Calendula officinalis). Se cogen tres o cuatro flores y se aprietan sus corolas sobre el punto de la articulación que duele, atándolas seguidamente para que se mantengan toda la noche. Aseguran que repitiendo la operación durante dos o tres días se calma el dolor.
En Abadiano (B) se dice que también ayuda el frotar con yodo la zona dolorida. En Goizueta (N) se frotaba dos veces al día la parte afectada con una mezcla de amoniaco, vinagre y aceite. En Sangüesa (N) se daban fricciones de agua con sal y vinagre. En Sara (L) las fricciones estaban indicadas en casos de reuma y de calambres, arpa. Se daban con alcohol o vinagre. En Liginaga (Z) se recurría a fricciones, que se daban con la mano sola, para curar el reumatismo.
También se han utilizado linimentos de farmacia (Amézaga de Zuya-A, Astigarraga-G).
Baños
Un remedio más consiste en la toma de baños, que puede hacerse en centros termales, siendo a éstos a los que se ha concedido un valor curativo mayor, y también en la mar, en el río o en la propia casa.
En cuanto a los baños termales señalan los informantes que en tiempos pasados esta posibilidad no estuvo al alcance de todos los bolsillos.
En Abadiano (B) se recurría a menudo a los baños, sobre todo la gente adinerada. Pero incluso los que contaban con economías más modestas acudían a los mismos en caso de enfermedades. Eran famosos los baños de Zestoa (G) y Arnedillo en La Rioja, y más cercanos los de Zaldibar (B). Cuando más se utilizaban era en los casos de reuma.
En Valdegovía (A) se acudía también a Arnedillo y al balneario de Fitero en Navarra. La época apropiada para asistir a los mismos era el final del verano y el principio del otoño. Se iba para el tratamiento del reuma. La asistencia a estos balnearios no sólo es propia de los tiempos actuales sino también de los pasados, con la salvedad de que antaño no estaban al alcance de todos los bolsillos.
En San Martín de Unx (N) quienes podían pagárselo acudían a los baños de Tiermas (Zaragoza), Fitero, Betelu (N) o Panticosa (Huesca).
En Allo (N) aquellas personas que podían costearse una temporada en algún balneario o baño público solían acudir a Fitero, Panticosa, Arnedillo, Betelu, o Urberuaga. Las aguas de Fitero y Arnedillo se consideraban muy buenas para las enfermedades reumáticas. Un remedio muy socorrido eran también los baños de lodo que se tomaban en Arnedillo.
En Viana (N) los reumáticos solían acudir a los baños de Arnedillo en La Rioja. Algunas familias pudientes fueron en tiempos pasados a los de Zestoa (G). En Tiebas (N) algunos iban a Zestoa y ahora suelen ir a Fitero (N). Dicen que antes era un artículo de lujo. En Oñati (G) los más pudientes acudían a casas de baños en la temporada más fría. En Durango (B) también eran las familias adineradas las que se desplazaban a los balnearios de Zestoa; Artea, Villaro, Zaldibar (B) o Arnedillo. En Berastegi (G) reconocen que los balnearios eran prohibitivos para la gente de extracción rural.
Como ya se ha indicado en los párrafos anteriores uno de los balnearios al que con más frecuencia se ha acudido es al de Arnedillo, en La Rioja. Así en Amézaga de Zuya (A) acudían para aliviar sus dolores de huesos tomando baños de agua y barro, y en Lezaun (N) en los casos graves de reumatismo. En Bernedo (A) las personas mayores que por culpa del reuma quedaban torpes de las piernas e incluso padecían dolores iban dos veces al año, en primavera y otoño. En Ribera Alta (A) para sanar problemas reumáticos o de articulaciones acudían anualmente en los meses de septiembre u octubre y en Oñati (G) en agosto o septiembre.
En Aoiz (N) el uso de baños ha sido y es bastante frecuente, principalmente entre las personas de más edad. Los lugares a los que se acudía y se sigue acudiendo son Tiermas, que se halla cercano a esta población aragonesa, y Fitero. Se asiste a los mismos cuando se padece una enfermedad o una o dos veces al año para prevenirla. En la actualidad se va a Tiermas en verano, pues en ese momento bajan las aguas del pantano que lo cubre. También aprovechan entonces para tomar baños de lodo. En Sangüesa (N) también se acudía a Tiermas.
En Zerain (G) ha habido costumbre de ir a tomar baños contra el reuma a Fitero. Una informante de Munitibar (B) recuerda que su padre acudía todos los años andando hasta Lekeitio (B) a una casa de baños donde los tomaba durante unos diez días. Había personas que también asistían al balneario de Urberuaga, cerca de Markina (B). En Apodaca (A) antiguamente acudían al de Sobrón en Álava. En San Martín de Unx (N) se acercaban a los baños de Fitero. En Lekunberri (N) se iba a los de Betelu y algunas mujeres a los de Zestoa. En Obanos (N) los había que acudían hace más de cincuenta años a los de Belas coain y Fitero ambos en Navarra.
En Bidegoian (G) reconocen que hoy en día se acude mucho a los balnearios, sobre todo la gente mayor y allí se tratan diversas enfermedades o males. Pero antaño también se acudía al balneario de Zestoa por recomendación del médico.
En Elosua (G) recuerda un informante que para curar el reuma tomaba baños calientes con agua de mar en Deba (G). Se introducía en la bañera con agua caliente y permanecía así un cuarto de hora. Repetía el tratamiento durante nueve días.
En Liginaga (Z) cuando uno sufría de reumatismo se hacía uso de baños. Se acudía a la aldea vecina de Lakarri, donde se tomaban baños de agua ferruginosa.
En Donoztiri (BN) para curar el reuma, arrengura, algunos acudían a Akize (Dax) a bañarse en las aguas termales de aquel pueblo.
En la actualidad esta práctica se está generalizando mucho entre las personas mayores, que se acogen a las ayudas ofertadas por los organismos provinciales y estatales. Suelen tomar los baños en novenas, es decir, en tandas de nueve días (Allo-N).
En Mundaka (B) se tomaban baños de agua de mar en una casa conocida como “La bañera” que se encuentra junto a la iglesia parroquial. En Gernika (B), donde en otoño se iba a Arnedillo a los baños de barro, en primavera se acudía a la casa de baños de Mundaka a tomar baños de algas.
En Amorebieta-Etxano (B) los que tenían reuma iban a “las bañeras”, consistentes en unos baños de aguas saladas. Dependiendo del estado en que estuviesen los afectados acudían una o dos veces al año.
En Elosua (G) un informante recuerda que los baños de mar se tomaban por mandato del médico. En Bidegoian (G) eran recomendados igualmente por el médico y se tomaban durante nueve días seguidos entre otras razones para tratar el reuma.
En Bedarona (B) recuerdan que las familias acomodadas de Lekeitio acudían a la cercana playa de Lapatza (Ea) a bañarse porque dec ían que dicha agua era buena para el reuma.
En Aoiz (N) se bañaban, y alguna persona mayor lo sigue haciendo, en las aguas de la llamada Fuentica de Gorriz, manantial subterráneo que desemboca en el rio Irati y cuyas aguas se dice que son beneficiosas para remediar problemas reumáticos y de riñones. En Zerain (G) estimaban aconsejable lavarse con el agua de ciertas fuentes naturales.
En San Martín de Unx (N) se recomendaban “baños de sereno” que consistían en dormir al raso para recibir el rocío sobre el cuerpo.
En Zerain piensan que para el reuma es bueno tomar durante nueve días baños donde se han cocido hojas de nogal y aliso, intxaur- eta altza-ostoak.
En Liginaga (Z) se decía igualmente que el enfermo debía bañarse durante quince días consecutivos en un cocimiento de hojas de nogal y de aliso al que se había añadido un kilogramo de sal. En Azkaine (L) que debía tomar baños frecuentes y calientes de agua de cola de caballo, azeri-buztana. En Ataun (G) se consideraba recomendable darse un baño con el agua resultante de la cocción del sauquillo, anduerea.
En Bidegoian (G) se hacen baños de agua muy caliente con sal o con hierba malva.
En Aoiz (N) en las casas particulares también se hacían baños de agua caliente para mejorar los dolores corporales. Se recurre a baños principalmente en casos de afecciones reumáticas, de artritis y artrosis, además de cuando duele la espalda.
En Bernedo (A) otro procedimiento era el mismo que se aplicaba a los sabañones consistente en cambiar bruscamente la zona afectada de agua fría a caliente.
En Azkaine (L) mezclaban en nueve pintas de agua (cinco litros), dos kilogramos de sal y una jarra de vinagre. Después empapaban con esa agua una sábana de cama y se envolvían con ella.
Infusiones y decocciones
Las infusiones más comunes para la curación del reumatismo parecen haber sido las de fresno.
En Arraioz (N) para el reuma, la artrosis y las enfermedades de los huesos en general consideran que es muy bueno tomar infusiones de hoja seca de fresno, lizerra. Se debe beber tres veces al día durante ocho, descansar otros ocho y repetir las tomas. En Lekunberri (N) también se ingieren infusiones de hojas de fresno, lizar-ostoa, al igual que en Ribera Alta (A), donde se recomienda beber durante nueve días.
En el Valle de Erro (N) se consideraba que era bueno tomar en ayunas agua en la que se hubiesen hervido hojas tiernas de este árbol.
En Astigarraga (G) se utilizaban hojas del fresno hembra, lizarra, que decían que se distinguían por ser estos árboles los que tenían flor. Se partía en trozos una rama entera con hojas y flores y todo ello se cocía en agua. Esta infusión se tomaba en ayunas. En Zerain (G) se recogía la flor de fresno y diariamente se bebía un vaso de infusión.
En Carranza (B), en tiempos pasados, se tomaba la corteza de este árbol o la hoja del mismo tras cocerla en agua. Una informante estima que la corteza era más efectiva que la hoja. En Amorebieta-Etxano (B) también corteza.
En Zeanuri (B) a finales de junio se recogían fresno y hojas de roble y cuando se necesitaban se cocían y su agua se tomaba por la mañana y por la tarde[5].
Pero el fresno no ha sido la única especie vegetal empleada contra estos males. A continuación se citan unas cuantas más.
En Busturia (B) también consideran bueno cocer ruda, boskotxa (Ruta chalepensis), y tomar el agua resultante. Se cree igualmente eficaz el agua de luki-buztena (Equisetum arvense).
En Elosua (G) se cocía azari-buztana y el agua resultante se bebía en ayunas tres veces al día. En Viana (N) toman infusión de cola de caballo durante nueve días.
En Agurain (A) beben infusión de la raíz de la planta depegotes (Arctium lappa) e infusión de achun u ortiga (Urtica dioica). En Pipaón (A) infusión de ortigas.
En Valdegovía (A) se recomienda tomar infusiones de sauce y también de tomillo, romero y brezo. En Mendiola (A) en ayunas el caldo resultante de la cocción de cáscaras de judías secas. En Moreda (A) infusiones hechas con tomillo.
En Ribera Alta (A) se hierven en agua hojas de sauce y la infusión obtenida se bebe durante nueve días seguidos.
En Abadiano (B) se recurre a unas hierbas denominadas precisamente erreuma-bedarrak, que tomándolas en infusión ayudan a combatirla.
En Carranza (B) se han tomado asimismo infusiones de meacamas para calmar estos dolores. Una informante conoce esta práctica de su abuela, quien recolectaba las flores, las secaba y después las guardaba en botes para tenerlas a disposición. Según ella es un remedio muy bueno para purificar la sangre. Recuerda asimismo haber empleado raíces de ortiga con la misma finalidad. Se arrancaban y limpiaban y tras cocerlas en agua se tomaba el líquido obtenido sin edulcorar.
En Zerain (G) se recurría a la infusión de bostorri-belarra (Potentilla reptans), un vaso al día.
En Elgoibar (G) se toma en ayunas caldo de cebollas. Se corta una cebolla en cuatro pedazos y se cuece en dos litros de agua hasta que se reduzcan a la mitad. El líquido resultante se toma frío y en ayunas durante cuatro días, un cuarto de litro cada vez.
En Telleriarte (G) se sirven de una planta de nervios azules, zain urdiñak, que crece en los campos cultivados, llamada zainbedarra. Se asegura que este mal se alivia notablemente tomando a diario y en ayunas el agua resultante de su cocción.
En Garagarza (G) se cocían raíces de fresa silvestre, maullukien zuzterrak (Fragaria vesca), y se tomaban un par de tazas diarias. Contra esta misma afección también se recurría a las hojas de tomate, tomateen orriak, cocidas. Igualmente se tomaban dos veces al día.
Entre los agotes de Navarra trataban de remediar sus dolores reumáticos con infusiones de “palos de carrasquilla”[6].
En Zeanuri (B) se mezclaban muchas plantas para hacer un jarabe: zarzaparrilla, cominos rústicos, flor de corazón y guayaco (zartzaparrilla, txarpoil-bedarra, biotz-lora eta alaka-bedarra). Se tenían hirviendo durante media hora, se sacaba el preparado del fuego, se dejaba enfriar y después se le mezclaba azúcar moreno y miel, se ponía de nuevo al fuego hasta que hirviese y se guardaba en una botella. Este jarabe se tomaba mañana y tarde[7].
En Allo (N) se bebe vino cocido con romero, a modo de jarabe. En Uharte-Hiri (BN) vino cocido, caliente y azucarado en el momento de acostarse, también leche caliente antes de irse a la cama.
Hoy en día se siguen tomando infusiones de muchas hierbas medicinales y la gente acude a las herboristerías para adquirirlas (Bidegoian-G).
Remedios con ajos
Al ajo (Allium sativum) se le atribuyen popularmente muchas virtudes por lo que no resulta extraño que también se le considere idóneo para combatir los dolores reumáticos.
Está ampliamente extendida la recomendación de comer abundantes ajos (Apellániz, Ribera Alta, Valdegovía-A; Izurdiaga, Obanos, San Martín de Unx, Viana-N) crudos (Moreda-A; Bedarona, Busturia, Muskiz-B; Beasain, Bidegoian, Zerain-G). En Agurain (A) se aconseja masticarlos en ayunas. También señalan que es conveniente comerlos en ayunas en Lemoiz (B) y Murchante (N), además de crudos (Mendiola-A, Bermeo-B). En Amézaga de Zuya (A) comer ajos crudos picados.
En Carranza (B) una informante recuerda que su padre comía los ajos crudos para calmar las molestias que le causaba el reuma. Troceaba varios finamente con la ayuda de un cuchillo y los depositaba en una cuchara sopera, con otra cogía un poco de miel, comía la cucharada de ajos y de inmediato la de miel para enmascarar el desagradable sabor de los primeros. Otra de las personas consultadas en esta localidad también ha comido ajos crudos machacados para aliviar los dolores reumáticos.
En el Valle de Erro (N) reconocen igualmente que comer abundante cebolla y ajos mejora las dolencias del reuma.
Pero los ajos no sólo se han comido crudos. Algunos también los han ingerido cocidos o bien han tomado el agua resultante de su cocción.
En Bajauri (A) se comían cocidos o crudos mientras que en Mendiola (A) se bebía en ayunas el caldo obtenido de la cocción de los mismos.
En Bermeo (B) el agua en la que se han cocido ajos se considera igualmente un excelente remedio contra este mal.
Algo más habitual ha sido tomar el líquido resultante de su maceración, que unas veces se ha efectuado en agua y otras en alcohol.
En Bajauri se bebía el agua en la que se habían macerado ajos crudos picados después de haberla colado.
En Amorebieta-Etxano (B) se trituran dos dientes de ajo y se dejan en agua y a la mañana siguiente se bebe el líquido en ayunas. Se toma una única vez al día.
En Beasain y Hondarribia (G) se considera que es bueno poner por la noche en maceración unos dientes de ajo en un vaso de agua y por las mañanas beber dicha agua.
En Garagarza (G) en medio litro de alcohol común de farmacia se echaban diecinueve dientes de ajo picados y se mantenían en maceración durante tres meses sin abrir la botella. Se recomendaba tomar en mayo y octubre diecinueve gotas al día.
En Carranza (B) también se hacía la siguiente preparación: En un frasco se mezclaban dos vasos de agua y uno de alcohol y se le añadían de seis a ocho ajos que se dejaban macerar alrededor de una semana. Después, todas las mañanas se ingería en ayunas una pequeña cantidad, diez o doce gotas que se vertían en un poco de agua con la ayuda de un cuentagotas.
En Sangüesa (N) se maceraban ajos en alcohol, se tenía la mezcla al sereno y se tomaba el líquido obtenido. También se maceraban en aceite y se mantenían varias noches al sereno.
Por último reseñar la práctica que se llevaba a cabo en el Valle de Elorz (N), donde ciertos dolores reumáticos se combatían frotando con ajos sobre la zona dolorida[8]. Esta práctica también se ha citado anteriormente en Améscoa (N).
Remedios con ortigas
Si el ajo ha constituido un remedio ampliamente extendido para numerosas enfermedades, las fricciones con ortigas no han estado menos difundidas. Ya se han citado algunos casos en el apartado anterior dedicado a las fricciones.
La práctica de dar friegas con esta planta en las zonas doloridas se ha constatado en Amézaga de Zuya, Bernedo (A); Carranza, Gorozika (B); Astigarraga, Zerain (G); Améscoa y Aoiz (N).
En Elgoibar (G) se golpeaba la zona afectada con ortigas, asunak, y después se frotaba con alcohol.
En Zerain se flagelaban con un ramo de ortigas, asun-sorta. Se decía que las ampollas que se formaban sacaban el mal fuera.
En Berganzo (A) se azotaban con ortigas y así, dicen, se reanimaba la circulación sanguínea. En Pipaón (A) se golpeaban con esta planta como remedio contra el reuma y las lumbalgias. En Arraioz (N) se recurría a este remedio para los dolores musculares y de tipo reumático. En Izal (N) se pasaban ortigas por la zona del cuerpo dolorida para proporcionar calor y así aliviar el reuma.
También se ha citado con anterioridad el uso de las ortigas en infusión (Agurain, Pipaón-A) y en vahos (Obanos-N).
Grasa de lirón, muxar-urina, y grasa de tejón, azkenarro-urina
En varias poblaciones alavesas y navarras se ha recogido la práctica de frotar las zonas doloridas con grasa de lirón, conocido en las mismas como micharro.
En Agurain, Alaiza, Apellániz y Bernedo (A) un tratamiento casero para quitar los dolores reumáticos consistía en darse friegas en la parte dolorida con grasa de micharro.
En la Montaña Alavesa se recurría igualmente a las fricciones con grasa de mitxarro, lirón, roedor parecido a la ardilla pero de menor tamaño que ésta[9].
En Lezaun (N) se aplicaba calor y se untaba la zona con aceite de misharra[10], que tenía la particularidad de que no se helaba, solidificaba, durante todo el año. En Améscoa (N) el remedio más estimado en todo el Valle era la grasa de micharro.
En Larrainzar (N) se consideraba muy bueno para el reuma el aceite de muxarra, lirón. Decían que era tan fuerte que si se echaba una gota en la palma de la mano, salía por el otro lado[11].
En Eugi (N) el mejor remedio contra el reuma lo constituían el sebo de los tejones y de los lirones, azkonar eta bixerren urinak.
Pero además de a la grasa de lirón se ha recurrido a preparados obtenidos a partir de otros animales.
En Zerain (G) se cogía vivo un lagarto, muskarra, y ayudándose de unas tenazas se introducía en un saco. Se ponía a hervir aceite en un recipiente y se metía en él el saco y se freía así al lagarto hasta que se deshiciese. Con este aceite se frotaba bien la zona afectada por el reuma.
Cuando en Usurbil (G) alguien sufría de reumatismo articular se preparaba el siguiente remedio: Se clavaba un lagarto vivo con el hierro del horno y se sumergía en una cazuela de aceite hirviendo, que se tapaba; pasado un rato se le añadía vino y se colocaba todo en un puchero de barro, donde reposaba unos veinte días. Luego bastaba con untar la parte dolorida[12].
En Sara (L) para curar el reuma se frotaba la zona dolorida con manteca de tejón, azkenarro-urina. En Azkaine (L) también se aplicaba sobre las articulaciones de brazos y rodilla grasa de tejón, azkenarro-urina.
Pulseras de cobre
En las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo, e incluso más tarde, se pusieron de moda unas pulseras imantadas a las que se atribuía la cualidad de aliviar o curar los dolores reumáticos. No rodeaban completamente la muñeca sino que estaban abiertas de tal modo que los dos extremos aparecían rematados por bolas del mismo material que la pulsera (Agurain, Amézaga de Zuya, Apodaca, Bernedo, Mendiola, Moreda, Valdegovía-A; Durango, Gorozika, Muskiz-B; Bidegoian-G; Allo, Goizueta, Lezaun, Murchante, Obanos, San Martín de Unx, Viana-N; Donibane-Garazi-BN).
Pero también en tiempos anteriores se recurrió a pulseras de cobre. Se decía que para ser efectivas debía haber pasado a su través una corriente de alta tensión. En Berganzo (A) se colocaba en la muñeca o en el pie un aro de cobre al que con anterioridad habían aplicado tensión eléctrica.
También en Zerain (G) se llevaba en la muñeca una pulsera de cobre a la que faltaba un trozo para cerrar el círculo y por la que había pasado corriente de alta tensión. Se decía que atraía el reuma hacia sí, y al no estar cerrada, el mal salía fuera. Este cobre se recogía en los alrededores de las torretas de alta tensión.
En Vitoria (A) pensaban que no había nada mejor contra el reuma que colocarse un anillo o pulsera de cobre en la parte dolorida. Este material debía provenir de un cable que hubiese servido para la conducción eléctrica de alta tensión[13].
En Beasain (G) hacia los años cincuenta del siglo pasado se llevaba en la muñeca una correa metálica elástica y cerrada, al estilo de algunas correas de reloj. Se decía que estaban imantadas y que se importaban de Japón.
En San Martín de Unx (N) en los años setenta eran frecuentes unas pulseras elásticas e imantadas a las que se atribuían propiedades antirreumáticas.
Patata o castaña en el bolsillo
Ha estado muy extendida la creencia de que portando en el bolsillo una patata, menos frecuentemente una castaña, se aliviaban los dolores del reuma.
En Garazi (BN) las mujeres solían poner una patata de cinco ojos en un saquito entre las sayas y cuanto más se ablandase tanto más se calmaban los dolores. Los hombres solían llevarla en el bolsillo[14].
En Lemoiz (B) las personas reumáticas portaban en el seno, kolkoa, unas patatas pequeñas envueltas en un trapo; se decía que la mejoría se hacía patente conforme se pudrían. En Bernedo (A) se creía que si se llevaba una patata en el bolsillo, el reuma se iba curando y sus síntomas desapareciendo a medida que se secaba la patata. Para que surtiese efecto la patata debía ser redonda.
En Allo (N) llevaban en el bolsillo de la chaqueta una patata pequeña en prevención de esta enfermedad. Esta práctica se ha registrado en muchos otros pueblos como Agurain, Apellániz, Bernedo, Mendiola, Pipaón (A); Bermeo (B); Berastegi (G) y Olondriz[15] (N).
El mismo efecto de alivio contra los dolores reumáticos se ha atribuido al hecho de portar en el bolsillo una castaña pilonga. Así se ha constatado en Agurain, Mendiola (A); Beasain (G); Aoiz, Murchante (N) y Donibane-Lohitzune (L) donde se le denomina itsas-gaztainen fruitua.
Con la misma finalidad se llevaba en el bolsillo un ajo en Olondriz (N) y Zeanuri (B) o piedras o una ramita de olivo en el bolsillo trasero del pantalón en Murchante.
Otras prácticas creenciales
En Bernedo (A) se guardaban en la faja con este fin las hojas de los lirios que se esparcían por las calles para la procesión del día del Corpus Christi.
En Améscoa (N) antaño trataban de curar los dolores causados por el reuma vendando el miembro afectado con la trencilla de adorno que llevaban los ataúdes construidos por el carpintero del pueblo. Se arrancaban estas trencillas y se guardaban en casa para curar el reuma y los calambres. Esta misma práctica se ha registrado en Allo (N).
En Beasain y Bidegoian (G) en otros tiempos mucha gente subía al monte Ernio y pasaba sus miembros afectados por el reuma a través de los aros de hierro que cuelgan de los brazos de la cruz de piedra que se alza un poco más abajo de la cumbre. De ellos se dice que son eficaces contra el reuma y los dolores de huesos. La misma virtud que a los aros se atribuye a las cintas que han tocado la cruz de Ernio. Estas cintas se entregan a quienes no pueden subir hasta el monte para envolver los miembros atacados por la enfermedad[16].
- ↑ Andoni REKAGORRI. “Medicina en la comunidad pastoril de la Sierra de Gorbea” in Etniker Bizkaia. Núm. 5-6 (1992) p. 80.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 261.
- ↑ Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid: 1944, p. 167.
- ↑ Recogido por Florencio PORTU: LEF. (ADEL).
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 261.
- ↑ Mª del Carmen AGUIRRE. Los agotes. Pamplona: 1978, p. 222.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 261.
- ↑ Javier LARRÁYOZ ZARRANZ. “Encuesta etnográfica del Valle de Elorz (2ª parte)” in CEEN, VI (1974) p. 70.
- ↑ Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “Folklore de la Montaña Alavesa” in AEF, XX (1963-1964) p. 31.
- ↑ Los lirones, misharrak, están activos desde San Juan hasta Todos los Santos. Al principio se observa si hay rastros al pie de las hayas para hacerse una idea del número y de las zonas donde están. Al final del periodo, cuando más gordos están y se reúnen en los misharzulos para hibernar se cogen con el humo del alcor, madera podrida y seca. Se comen fritos y se consideran un plato exquisito. El aceite se guardaba para el reumatismo. En Todos los Santos se cree que desaparecen en los misharzulos y se entierran entre las raíces de las hayas.
- ↑ APD. Cuad. 3, ficha 346.
- ↑ Luis MURUGARREN. Usurbil: Aguinaga, Urdayaga y Zubieta. San Sebastián: Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián, 1974, p. 132.
- ↑ Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 267.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 261.
- ↑ APD. Cuad. 2, ficha 223.
- ↑ Gurutzi ARREGI. “Prácticas de medicina popular en ermitas y santuarios” in Cuadernos de Sección. Hizkuntza eta Literatura. Aingeru Irigarayri Omenaldia. Núm. 4. Donostia-San Sebastián: Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, 1985, p. 625.