Causas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El frío, la mala circulación sanguínea y una deficiente alimentación están entre las causas más difundidas a las que los informantes atribuyen la formación de sabañones, que con la llegada del buen tiempo desaparecían. En algún caso se ha consignado que los sabañones eran considerados como signos de salud excelente (Izurdiaga-N). Hoy día esta dolencia es casi inexistente.

En Amézaga de Zuya (A) se ha recogido que los sabañones se forman cuando la piel se ve obligada a soportar intensos y fuertes contrastes de temperatura. Así, en tiempos pasados, a los hombres les salían cuando trabajaban fuera de casa en los crudos días de invierno y a las mujeres al lavar la ropa en el agua helada de ríos y manantiales. También en Abadiano (B) señalan que eran jornadas propensas a la formación de sabañones la realización de determinadas tareas agrícolas invernales, como recoger nabos. En el Valle de Erro (N) anotan que los sabañones salían en invierno si se permanecía mucho tiempo al aire libre. Los pastores solían ser los más afectados, uno de ellos recuerda que solían tener sabañones hasta en las orejas.

En Apodaca (A), además de al frío, atribuyen su aparición a vestir calzado invernal como botas de goma y al contraste de arrimar los pies muy fríos a la chapa o al horno de la cocina, caliente en exceso. También en Nabarniz (B) abundan en esta última causa de que es malo el choque brusco entre frío y calor intensos.

En Obanos (N) y Hondarribia (G) hasta los años sesenta fue corriente tener sabañones debido, además de al frío, a una alimentación inapropiada o deficiente. En Arrasate (G) se decía que se curaban con buenas digestiones y vida activa al aire libre.

En Moreda (A), Astigarraga (G) y Tiebas (N) atribuyen la aparición de sabañones a la mala circulación sanguínea que, según indican, se corrige con baños de agua. En Moreda mucha gente padecía sabañones sobre todo cuando se iba a recoger olivas y desaparecían con la llegada del buen tiempo. A esto alude el dicho de Pipaón (A) “los sabañones se quitan con polvo del trillo”.

En Apodaca (A) decían que los sabañones se curaban con la flor de las habas queriendo expresar, según señalan los informantes, que cuando florecen las habas ha llegado el buen tiempo y por tanto ya no hay sabañones. Lo mismo quieren significar en Astigarraga (G) con la mención de que se iban en la época de las flores de las habas, babaloreak, pues eso marca el final del periodo frío. En San Martín de Unx (N) se ha recogido que los sabañones sanaban “con agua de mayo”, es decir, en primavera y los siguientes dichos de Viana (N) aluden a este mismo hecho: “los sabañones se quitan con agua de mayo”, “los sabañones se quitan el 40 de mayo” y “los sabañones se quitan con polvo de la era”.

En Obanos (N) señalan que los sabañones se ensañaban con frecuencia en la población infantil y en algunos niños eran una verdadera plaga. Otro tanto se ha podido constatar en Apodaca (A) donde advierten que eran muy molestos sobre todo en los niños porque se rascaban y se podían hacer sangre. También en Moreda (A) anotan que salían mucho a los pequeños en los talones, en los dedos de pies y manos, y en las orejas. Se manifestaba en forma de manchas coloradas que se hinchaban para posteriormente reventar y quedar como una herida. El turror o escocedura era constante por lo que no era infrecuente la imagen de niños con abundantes corronchos o redondeles de sabañones.

En algunas encuestas se ha consignado que se tomaban precauciones para la no aparición de sabañones. Así en Mendiola y Moreda (A), al llegar los fríos invernales, recomendaban resguardarse las orejas con gorros, las manos con guantes y los pies con calcetines de lana y buen calzado. En Gorozika (B) señalan que era eficaz eludir el agua fría y mantener los miembros en calor. En Orozko (B) dicen que aparecen en las partes del cuerpo más expuestas al frío y que se curan con el movimiento. En Viana (N) una medida preventiva en invierno era evitar pisar las uvas en el lagar.

En Abadiano (B) y Goizueta (N) se ha recogido que, a pesar de todas las medidas y cautelas que se tomen, hay personas propensas a que se les formen sabañones y otras que los padecen muy raramente.

En el Valle de Carranza (B), entre las mujeres, a la que tenía sabañones se le cantaba la siguiente letrilla:

Aunque me des treinta reales
no voy contigo a lavar
porque tienes sabañones
y me los puedes pegar.