Sarampión, elgorria, txarranpina

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Enfermedad y denominaciones

La enfermedad del sarampión se manifiesta como cualquier proceso catarral, con fiebre muy alta, tos seca, estornudos, secreción nasal y conjuntival, y deriva en una erupción de manchas rojas por todo el cuerpo. En Moreda (A) dicen que es una dolencia parecida al “mal rojo” de los cerdos.

El sarampión es una enfermedad muy contagiosa y la contraían la mayoría de los niños, dato este que se recoge en todas las localidades encuestadas. Se decía que era mejor pasarlo de niño ya que se acrecienta la gravedad si se sufre de adulto (Apodaca-A). Algunas familias pensaban que era mejor que los niños de una misma casa lo pasasen cuanto antes para inmunizarse, por lo que les tenían juntos (Obanos-N); otras optaban por aislarlos (Murchante-N). En su tiempo fue considerada una enfermedad grave tal y como se señala en la encuesta de Allo (N) donde dicen que en el siglo XIX muchos niños murieron víctimas del sarampión y otros sufrieron secuelas graves, quedando ciegos o sordos para el resto de sus vidas. Hoy en día se administra una vacuna por lo que es raro que ningún niño padezca la enfermedad, por lo menos en su fase aguda.

El nombre común para designar a la enfermedad es sarampión. En San Martín de Unx y Obanos (N) también le llaman sarrampión. En Apodaca (A) mal rojo. En Sangüesa (N) le denominaban además rubiola y escarlata.

En las localidades vascoparlantes se han recogido los nombres de gorria (Lemoiz-B; Berastegi, Bidegoian-G; Bera, Goizueta-N); gorriña / gorrilla (Astigarraga, Beasain, Elosua, Telleriarte, Zerain-G; Arraioz, Bera-N; Donibane-Lohitzune-L); gorreria (Eugi-N); elgorria (Olaeta-A; Abadiano, Amorebieta, Bedarona, Bermeo, Durango, Gorozika, Lemoiz, Nabarniz, Orozko, Zeanuri-B; Elgoibar, Elosua-G), mingorria (Beasain, Berastegi-G), nafarreri gorria (Urdiain-N), txarranpiña / xarranpiña / xarronpiña / xarranpio (Goizueta-N, Astigarraga, Oñati-G, Donibane-Lohitzune-L), txarrankila (Hondarribia-G) y pauloak (Donoztiri-BN).

Remedios

Es general el remedio de guardar reposo y mantener el calor en la cama, evitando el exceso de luz que molesta al enfermo. Teniendo en cuenta que el proceso suele acompañarse de conjuntivitis, hacían especial hincapié en el peligro que podía sobrevenir por la exposición a la luz. Por ello mantenían a los niños a oscuras o con luz roja en la habitación. También se acostumbraba limpiar los ojos con agua con sal (Bermeo-B) o los ojos y los oídos con agua de manzanilla, larramila (Lekunberri-N).

Además, la bombilla de la habitación se cubría con un paño o papel rojos (Amézaga de Zuya, Bernedo, Mendiola, Ribera Alta, Valdegovía-A; Amorebieta, Bedarona, Carranza, Durango, Nabarniz-B; Bidegoian, Elosua, Zerain-G; Allo, Izurdiaga, Lekunberri, Murchante, Sangüesa, Viana-N). En algunos lugares también en la ventana ponían paños rojos (Amézaga de Zuya, Apellániz, Berganzo, Ribera Alta-A; Orozko-B; Allo, Améscoa, Murchante, Tiebas-N) e incluso en los espejos (Amézaga de Zuya). De esa forma se lograba que la luz de la estancia fuese de dicho color.

En algunas localidades llegaban más lejos. Así en Olaeta (A) decían que al niño con sarampión se le debía tener abrigado entre sayas rojas[1]. Similar costumbre de vestir al enfermo con ropa de color rojo se ha recogido en Carranza (B), Beasain y Zerain (G); y vestir la cama de rojo se ha constatado en Carranza (B) y Allo (N). En Sangüesa (N) se les ponía un paño rojo alrededor del cuello o sobre la cama.

En Carranza aseguran que actuando de este modo se ayudaba a que la enfermedad brotase y así “saliese fuera” cuanto antes; de lo contrario “el mal se metía hacia dentro” y el niño podía quedar sordo, ciego e incluso morir. La misma creencia se ha recogido en Amézaga de Zuya (A) donde señalan que “cuando sale hacia fuera”, la peligrosidad de la enfermedad desaparece. En Bermeo (B) se creía que iniciado el proceso, si no brotaba el eritema, el niño corría el peligro de ahogarse, por lo que debía favorecerse la erupción a base de calor. Con esta finalidad en Elosua y Bidegoian (G) envolvían al enfermo en una manta, artilla, y en Arrasate (G) frotaban el cuerpo del niño con agua fría y sal y, sin secarlo, le abrigaban. En Durango (B) también han consignado la necesidad de proporcionar calor al niño para que le brotase el sarampión.

Entre los remedios se conoce también el de dar purgantes de aceite de ricino al comienzo de la enfermedad (Ribera Alta-A), hacer dieta ligera y beber mucho líquido (Mendiola, Moreda-A) o no proporcionar alimento alguno porque todo sentaba mal (Obanos-N). Si la enfermedad no cedía se administraba leche de burra como último remedio (Goizueta-N); en Vasconia continental también se decía que había que beber enormes cantidades de leche[2].

En Allo (N) se practicaban sangrías, pinchando una vena de la mano y dejando salir sangre, labor que hacía exclusivamente el practicante; en la zona de Urdiain (N), en algunos casos de sarampión, se usaban sanguijuelas, iteinak[3].

En Olaeta (A), Zeanuri[4] (B) y Donoztiri (BN) antiguamente con el fin de provocar el sudor, colocaban al enfermo bajo un colchón. En Murchante (N) para bajar la temperatura se colocaban paños fríos en la frente y se les daba a beber una infusión preparada con la flor de la borraja, “agua de borrajas”, y en Zerain (G) infusión de biborera-belarra. También en Hondarribia (G) se ha consignado que era bueno sudar, tomando la precaución de no enfriarse.

En Sara (L) lavaban el cuerpo con cocimiento de malva o con el de salvado de harina de trigo. Al efecto antiséptico que lleva en sí cualquier lavado, se unía el emoliente que se atribuye a la malva, rica en mucílagos. Es la Malva sylvestris o malva oficial, en euskera zibuina, lore-farfaila, gazna-bedarra, que se cría a la vera de los caminos así como en los cementerios y que florece en primavera y en verano[5].

En Arraioz (N) el “médico viejo” recomendaba tomar agua mezclada de tres fuentes: Alernegiko iturri zarra, Apezturri y Gaztañeko iturri. En Donazaharre (BN), cerca de la Iglesia de San Juan de Urrutia existe una fuente a cuyas aguas atribuían la virtud de curar el sarampión[6]. En la Ribera de Navarra, en los años cuarenta se constató un remedio creencial según el cual “media docena de cebollas introducidas dentro del colchón curan el sarampión más atrevido”[7].

Hacia mediados del decenio de los setenta comenzó a administrarse una vacuna para evitar la enfermedad. Posteriormente se retiró porque ocasionó algún problema y poco tiempo después volvió a implantarse. Hoy día (año 2004) se les vacuna a las criaturas con doce meses y se repite la vacuna a los cuatro años. Se da junto con las de la rubeola y parotiditis, paperas, y es conocida como la triple vírica. A la semana de tomarla puede originar una reacción que provoca malestar e incluso fiebre.


 
  1. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 235.
  2. DIEUDONNÉ. “Medécine populaire au Pays Basque” in Gure Herria. Tomo XXVI. Bayonne: 1954, p. 199.
  3. José Mª SATRUSTEGUI. “El mercado de las sanguijuelas en el País Vasco” in CEEN, IV (1972) p. 49.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 235.
  5. Ángel GOICOETXEA. Las enfermedades cutáneas en la medicina popular vasca. Bilbao: 1982, p. 13.
  6. José Miguel de BARANDIARAN. Diccionario Ilustrado de Mitología Vasca. Obras Completas. Tomo I. Bilbao: La Gran Enciclopedia Vasca, 1972, p. 121.
  7. José Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 74.