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El catafalco o tumbano

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No siempre tuvo, al parecer, el tamaño y el ornato que fue adquiriendo en el transcurso del tiempo. En Otazu (A), en la segunda década de este siglo hacían de túmulo las andas que habían sido utilizadas para la conducción del cadáver las cuales, colocadas en el centro de la iglesia, se cubrían con un paño negro adornado con encajes que representaban calaveras y huesos humanos<ref>AEF, III (1923) p. 66.</ref>. En Zeanuri (B), hasta los años cuarenta, se ponía ante las gradas del presbiterio un paño negro sobre el cual, a ras de suelo, se ponía un bastidor de madera forrado de tela negra que tenía forma de ataúd. En Murchante (N) el primitivo túmbano era muy sencillo y se armaba con dos caballetes y unas tablas forradas con tela de satén negro; sobre él se colocaban las velas encendidas. En otras localidades como Garde, Goizueta, Sangüesa (N) y Salvatierra (A) esta forma rudimentaria de túmulo -una mesa cubierta de paño negro con seis candelabros encima- quedó reservada para los funerales de menor categoría. También en Hondarribia (G) en los funerales más sencillos o «de caridad» se colocaba en el suelo durante la misa un simple paño negro. En Bilbao (B) el paño que colocaban era negro con una cruz grabada en el centro.
[[File:FIGURA7.124 Tumbano. Monreal (N) c. 1955.jpg|center|600px|Túmbano. Monreal (N), c. 1955. Fuente: Elena Roncal, Grupos Etniker Euskalerria.png|RTENOTITLE_FIGURAclass=grayscalefilter]]
Con el paso del tiempo el catafalco fue adquiriendo una mayor complejidad. En Obanos (N) los libros de la Cofradía de la Vera Cruz consignan el año 1907 la adquisición de un «túmbano» o catafalco para los funerales que produce a la parroquia unos ingresos de alquiler. En Lezaun (N), sobre la mesa cubierta con un paño negro que llegaba hasta el suelo se colocaba una caja mortuoria de pequeñas dimensiones y cuatro velas a sus costados.
En Durango (B), en los funerales de primerísima y primera el paño que cubría el catafalco era de terciopelo con adornos de pasamanería dorada; así mismo los candelabros eran más suntuosos. También en Barkoxe (Z), el paño mortuorio negro que proporcionaba la parroquia para cubrir el catafalco en las misas del novenario o del aniversario era diferente según la clase de entierro. En Hondarribia (G), el catafalco de primera clase contenía adornos de madera pintada y cuatro hachones además de los grandes candelabros que estaban situados permanentemente ante el altar.
En Deba (G), el número de hachas que se encendían junto al catafalco, ''tunba, ''eran respectivamente, seis, cuatro o dos según fueran los funerales de primera, segunda o tercera categoría. En Portugalete '''(B) '''este número de velas descendía gradualmente de doce a cuatro según la clase de funeral.
El catafalco se colocaba también para aquellos oficios fúnebres que se celebraban en las parroquias con ocasión del fallecimiento del Papa o del Obispo. En Sangüesa (N) se anota que en tales casos se ponía especial interés en su montaje buscando la belleza estética, con ricas telas y muchas luces y colocando los signos de la dignidad del difunto sobre el simulacro de ataúd que remataba el catafalco.
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