El servicio militar obligatorio. Soldadutza

Al llegar a los dieciocho o veinte años los jóvenes se ven obligados a incorporarse al ejército por un determinado periodo de tiempo. En euskera este periodo es llamado soldadutza (Bizkaia), soldadiska o soldaduska (Arratia, Orozko, Urduliz-B y Gipuzkoa) y soldadugoa o soldadukoa (Navarra e Iparralde). En la década de los años cincuenta el servicio militar se prolongaba durante año y medio; posteriormente se ha ido acortando gradualmente hasta un tiempo de nueve meses en los años noventa. También la edad de incorporación se ha ido adelantando. Antaño se "entraba en quintas"[1] el año en que se cumplían los veintiuno; posteriormente se ha adelantado la edad en uno o dos años.

Eran muy pocos los jóvenes que en las décadas pasadas se libraban de esta obligación. Aparte de los casos de una enfermedad declarada eran causas de excepción los defectos físicos como la miopía, los pies planos o la corta estatura; también quedaban libres del servicio militar los hijos únicos de madre viuda.

Jóvenes en el servicio militar. Moreda (A), 1939. Fuente: José Ángel Chasco, Grupos Etniker Euskalerria.

A partir de los años setenta con el mayor acceso de la juventud a las carreras universitarias se han multiplicado las prórrogas por razón de estudios y por ello son muchos los jóvenes que entran en el servicio militar cumplidos los 25 o más años, una vez que se han graduado. Desde finales de la década de los ochenta se ha incrementado el número de los jóvenes que aducen objeción de conciencia para incorporarse al ejército y en los años noventa no son pocos los que rehusan prestar el servicio militar declarándose insumisos.

Antaño la incorporación obligada al ejército suponía para muchos jóvenes alejarse de su casa y de su entorno familiar por primera vez en su vida y tener que hacer frente a un ambiente desconocido y hostil. En las comarcas de habla vasca el temor a la milicia se veía acrecentado por el poco conocimiento del idioma castellano por parte de los jóvenes. Por esta razón, en Orozko (B), unos meses antes de entrar en quintas los jóvenes salían como criados a los pueblos alaveses límitrofes para poder aprender y practicar el castellano. Prácticas semejantes tenían lugar en otras comarcas vascoparlantes.

Los destinos a plazas lejanas como las del Norte de Africa o a las Islas Canarias eran particularmente temidas porque suponían escasas posibilidades de obtener, durante todo el servicio militar, más de un permiso para regresar a casa. A esto se sumaba la poca estima de que gozaba el rancho de los cuarteles, la prevención ante las exigencias de la disciplina militar, de los castigos y de las bromas o novatadas a los reclutas.

Todas estas circunstancias convirtieron el servicio militar obligatorio en un tiempo de prueba. Venía a marcar el paso de la primera juventud a la madurez. De hecho la mili, ha constituido un ritual de iniciación a la edad adulta (Bermeo-B; Obanos-N). Esta percepción ha sido muy común; a pesar del sacrificio económico que suponía para la familia la ausencia del hijo durante el servicio militar muchos padres consideraban que tal periodo fuera de casa le venía bien para que "aprendiera lo que era la vida y se hiciera hombre". Una vez licenciado del ejército la juventud quedaría atrás y vendría el tiempo de pensar en casarse.

Despedida de quintos

Celebraciones de quintos


 
  1. El reclutamiento de soldados por el sistema “de quintas” data del siglo XVII en tiempos en que resultaban insuficientes las levas ordinarias para nutrir las filas del ejército. Por ello se recurría al sorteo de todos los mozos hábiles, eligiendo uno de cada cinco. A este procedimiento se denominó quintar (Cfr. Diccionario de Autoridades R.A.E. Ed. facsimil. Madrid, Credos, 1984). Posteriormente quinta vino a ser sinónimo de leva, reclutamiento o reemplazo y ha perdurado popularmente con esta significación incluso en tiempos en que el servicio militar se impuso como obligatorio para todos los mozos hábiles.