Despedida de quintos
Uno o dos meses antes de su incorporación a filas los mozos del reemplazo, "los quintos", son convocados al Ayuntamiento para ser tallados. Algún tiempo más tarde tiene lugar en la Caja de Reclutas de la capital el sorteo de los destinos.
El día del sorteo era conocido en el País Vasco continental con el nombre de xorteko eguna en alusión al "tirage au sorte" que en las generaciones anteriores, precedía a la incorporación al ejército, armada. Los jóvenes que habían pasado por el "Conseil de revisión" eran llamados xortetuak (Iholdi-BN).
Antes de partir al cuartel asignado, todos los quintos en grupo se despiden del pueblo. Esta costumbre no parece muy antigua y en algunos lugares la despedida de los quintos está vinculada a las cuestaciones juveniles de la víspera de Santa Agueda (Moreda, Ribera Alta-A; Lezama-B; Bidegoian-G; Sangüesa, Murchante-N); también a las celebraciones del carnaval (Viana, Monreal-N) o a las de Navidad (Bidegoian-G). Actualmente esta fiesta de los quintos está en decadencia como se apunta en las encuestas.
En Obanos (N) los mozos que han cumplido o van a cumplir los 18 años, un domingo determinado se pasean por todo el pueblo con un acordeón y un bombo parándose en las casas de las chicas de su quinta y en sus propias casas donde las madres les sacan alguna cosa para "picar"; allí cantan y cuentan algún chiste y se van a otra casa. En los últimos años esta fiesta empieza de víspera cenando en un bar o restaurante.
En Allo (N) el tercer domingo de noviembre es conocido como "día de los quintos". Este día, los mozos que entran en quintas recorren el pueblo acompañados de una banda de música. Provistos de grandes bandejas salen postulando por las calles; con lo recaudado celebran ese día una merienda y si sobran fondos continúan merendando en días sucesivos. Esta costumbre no se considera antigua, comenzó a practicarse en la década de los años veinte y, tras un paréntesis motivado por la guerra civil de 1936, continúa celebrándose en la actualidad.
En Artajona (N) los mozos que deben incorporarse a filas celebran dos fiestas: una cuando los tallan y otra cuando los sortean. Cada una de ellas duraba tres o cuatro días, coincidiendo con el fin de semana. Cuando los tallaban, cenaban juntos los quintos; al día siguiente almorzaban y cenaban, el tercer día y a veces el cuarto, comían y cenaban. Los dos últimos días acudían de visita a casa de "las quintas", en donde les ofrecían pastas y bebidas y también alguna gallina o conejo para las comidas de esos días. Después de comer, acompañados de música iban bailando por las calles, hasta el amanecer del día siguiente.
El día del sorteo tenían el mismo programa con la diferencia de que esta vez pedían dinero con un plato o con un saco por todas las casas del pueblo para gastarlo en comida, bebida y en pagar a los músicos. Estas dos fiestas se mantienen en la actualidad; pero los quintos, ellos mismos se costean sus gastos y no se les obsequia con animales para sus comidas.
En Sangüesa (N) el mes de febrero y durante tres días salían los "quintos" con su charanga y celebraban copiosas comidas. Recorrían toda la localidad especialmente las casas de las "quintas". Entre dos mozos llevaban sobre los hombros un grueso palo, "la tranca", donde colgaban todo lo que traían de casa más los pollos y las longanizas que les regalaban. En una cesta metían los huevos, el tocino y las botellas que recogían.
Esta costumbre, que perduró hasta los años ochenta está en franco retroceso debido a su elevado gasto y a la dificultad de reunir a todos los "quintos" pues muchos han empezado a estudiar fuera de la localidad. A eso se suma la pérdida de significación de tal despedida ya que, a la semana siguiente de ir a la mili, algunos mozos ya han vuelto a pasar el fin de semana en casa.
En Viana (N) cuando entran en filas los "quintos" recorren todas las casas de la localidad haciendo una cuestación. Generalmente se les entrega dinero; hasta hace pocos años se les daba además sobadillas, chorizos y dulces. Van vestidos con lo más estrafalario que encuentran en sus casas, especialmente gorros y sombreros; a veces llevan alguna prenda o distintivo militar y la música está compuesta por media docena de instrumentos de viento. Se mantiene la costumbre de comer y cenar juntos pero el baile con las mozas, después de la cena, desapareció hace algún tiempo.
Los quintos salen a pedir en tres ocasiones: antes de Navidad, en Carnaval y una semana antes de ir de soldados. Antaño cantaban canciones de despedida o canciones que estaban de moda, ahora no suelen cantar nada especial. Un informante recuerda que hace muchos años, en la Noche Vieja, salían los mozos "quintos" por las calles cantando al son de música de cuerda, y se reunían en una cena de patatas con abadejo. Las letrillas que cantaban eran éstas:
- Ya se van los quintos, madre
- ya se va mi corazón
- ya que se va quien me tiraba
- chinitas a mi balcón.
- Los quintos del año treinta
- dicen que no beben vino
- pues con el vino que beben
- pueden andar los molinos.
En Garde (N) el último día de las fiestas del año anterior al de ir a la "mili" se celebraba "la llega". Todos los de la quinta de ese año, acompañados por una orquestina, iban cantando de casa en casa y recibiendo donativos: huevos, jamón, chorizo y dinero. Las magras se pinchaban en una barra afilada denominada Barren que la llevaba uno de los quintos. Los huevos se recogían en una cesta de mimbre y con el dinero que les daban compraban vino. A la noche hacían una cena con todo lo recogido e invitaban a los de una quinta inferior y a las chicas "quintas".
Esta costumbre se perdió en los años sesenta. Se ha vuelto a celebrar en alguna ocasión para recordar la tradición. Actualmente se hace una cena popular en la que participa todo el pueblo.
En Monreal (N), el martes de Carnaval, los mozos de la misma quinta y los del año siguiente, hacían una merienda. Todos los mozos provistos con alforjas y cestas, salían a la calle a pedir por las casas alimentos para la merienda. Para animar la ronda llevaban un acordeón. Los vecinos les daban huevos y longanizas y, a veces, algo de dinero. Después se juntaban en una casa y celebraban la merienda. Esta práctica ha perdurado hasta los años ochenta.
En Aoiz (N) todos los quintos, después de ser tallados, se reunían en un almuerzo. Posteriormente acompañados de un acordeonista e incluso de una banda de música, salían a recorrer el pueblo con gran algarabía, entonando todo tipo de canciones. Pasaban por las casas del pueblo donde les obsequiaban con un aperitivo y les daban algún dinero. Ese día comían, merendaban e incluso cenaban en un bar o en la casa de uno de los quintos.
Esta costumbre desapareció en los años ochenta. En la actualidad únicamente van a las casas de los conocidos; se sigue pidiendo dinero por la calle. El "día de quintos", además del día en que los tallan, se celebra también cuando los sortean, esto es, cuando conocen el destino. Desde los años setenta, las mozas nacidas en el mismo año celebran este día junto a los mozos.
En Murchante (N) el "día de los quintos" se celebra en febrero. Salen éstos acompañados de los músicos a pedir por las calles. Después se reúnen en una comida de hermandad con "las quintas". Hasta bien entrados los años setenta "los quintos" comían ellos solos después de haber ido rondando por las casas de "las quintas", que les entregaban dinero o bebidas.
En San Martín de Unx (N) "la fiesta de los quintos" es de reciente implantación. Los mozos que se incorporan al servicio militar piden dinero por las casas y con lo que sacan celebran una comida y baile junto con "las quintas".
En Goizueta, Arano y Artintza (N) después de tallarse se juntaban en una comida y los de Lekunberri (N) el mismo día del sorteo hacían una cena. En Lezaun (N) la "despedida de quintos" que duraba dos días tenía lugar en invierno, sin fecha fija. Hacían una colecta por el pueblo acompañados de un acordeón y con lo recogido hacían una merienda.
En Salvatierra (A) los mozos de la quinta celebran su incorporación al servicio militar recorriendo por la mañana las calles del casco urbano y de extramuros, así como los barrios de la villa. Van en grupo amenizado por músicos, unas veces txistularis otras con acordeón o conjunto musical; piden por las casas y reciben los donativos. Al mediodía y a la noche comen y cenan juntos. Por la tarde, a la hora acostumbrada, "ponen" baile en la plaza. En kalejira por la calle Mayor van a la otra plaza y después de varios bailables finalizan en ella.
No todos los años se ha celebrado esta fiesta porque predominaban los que opinaban que por tal motivo no procedía hacer ningún festejo.
En Apellániz (A) en la despedida de los jóvenes que iban a cumplir el servicio militar, todos los mozos del pueblo salían de ronda y pedían huevos, chorizos, manteca y dinero. Entregaban el dinero a los nuevos quintos y con lo demás celebraban una comida[1].
En Ribera Alta (A) los jóvenes que se incorporaban ese año al ejército iban pidiendo en la víspera de Santa Agueda por todas las casas del pueblo y con lo recogido en esta cuestación preparaban una cena para todos. El día en que los mozos se tallaban en el Ayuntamiento éste les daba una cantidad de dinero con el que hacían una comida en alguna de las tabernas de Pobes.
También en Apodaca (A) después de tallados, el Ayuntamiento obsequiaba a los mozos con una copa de vino rancio, aceitunas y galletas. Los mozos salían cantando y se reunían en una comida que era pagada a escote. Al terminar la comida todos los "quintos" tenían que fumar un puro, aunque a algunos les sentara mal.
Asimismo en Valdegovía (A) el día en que se tallaban en el Ayuntamiento los mozos hacían una comida todos juntos.
En Moreda (A) antaño los amigos del que se iba a incorporar a filas, hacían con éste una merienda la víspera del día que iba a partir a su destino; esta merienda tenía lugar en una cueva del pueblo. Allí comían chuletas asadas o conejo guisado y bebían abundante vino. Terminaban cantando y contando chistes. Esta cena o merienda era pagada a escote, a "esporvoteo". En la actualidad, se celebra una cena o merienda en una bodega del pueblo; pero no la víspera de la partida sino algún día anterior, generalmente en sábado.
En Pipaón (A) con algunos días de antelación a su partida los mozos del pueblo hacían una ronda por todas las casas. Con los obsequios recogidos preparaban una cena y el dinero era repartido entre los jóvenes que aquel año iban al servicio militar. Estas eran algunas de las letrillas de las canciones que se entonaban como despedida:
- Adiós hermanas y hermanos,
- Adiós padre y adiós madre,
- adiós hermanos queridos,
- adiós mozas y mozos
- adiós hasta que volvamos.
- Con intención de volver,
- mañana me voy soldado,
- y si no me das el sí
- de pena me moriré.
- Ya se van los quintos madre,
- ya se va mi corazón,
- ya se va el que me tiraba
- chinitas a mi balcón.
- Mi padre y mi madre lloran,
- porque me llevan soldado,
- yo les digo que no lloren
- que me llevan "de a caballo".
- Mañana me voy soldado,
- con intención de volver,
- si vuelvo y estás casada,
- de tu sangre he de beber.
En Bernedo (A) "los quintos", tanto los que tenían que cumplir el servicio militar como los que quedaban libres, hacían una comida juntos. Antaño los amigos daban algo de dinero a los que se iban para que lo llevaran a su destino y lo pudieran gastar. Hoy en día los mozos, más desvinculados del pueblo, forman sus cuadrillas con chicos y chicas de otras localidades y se juntan todos en la ciudad. Así es que cuando tienen que ir a la mili, celebran la despedida dentro de esa cuadrilla con una cena, un día de fiesta y en la ciudad. También los mozos de Mendiola (A) se reúnen en Vitoria y despiden con una cena a los que se incorporan al servicio militar.
En Orozko (B) a principios de siglo los jóvenes celebraban su incorporación al servicio militar, soldadu joatea, reuniéndose en una taberna del pueblo para una comida en común. Para ello sacrificaban un animal que bien podía ser un burro joven, astakumea. Por esa época los jóvenes que tenían que incorporarse al ejército se acercaban a la ermita de San Sebastián de Egurrigartu para ponerse bajo la protección de este santo que fue militar romano.
En Zeanuri (B) en la fecha fijada todos los quintos del pueblo acudían al Ayuntamiento a tallarse. Ese día todos ellos en grupo recorrían las tabernas del pueblo tomando vinos, txikitoak. Una vez que conocían el destino que les había tocado en suerte y antes de incorporarse a él se despedían con una comida en la que participaban todos, kinto-bazkarie. En las primeras décadas del siglo los jóvenes que entraban en edad de ir a la milicia, soldadiskia, acudían a la ermita de San Urban en Urkia donde se venera la imagen de San Jorge. Pedían a este santo que les tocara en suerte un buen destino en el ejército.
En Lezama (B) los mozos que eran "quintos" salían a cantar por las casas del pueblo la víspera de Santa Agueda; con lo que obtenían en la cuestación preparaban la "comida de quintos", kinto-bazkarie, antes de incorporarse a los cuarteles.
En Abadiano (B) los mozos que en el año tenían que incorporarse a filas iban de casa en casa recogiendo dinero, kinto-batzen y con ello celebraban una comida.
En Carranza (B) la celebración tenía lugar el día en que se tallaban. Después de la revisión médica que se hacía en la Casa Consistorial, era costumbre que los mozos recorriesen la taberna de Concha (capital del Valle) tomando blancos. El importe de las consumiciones corría a cargo del Ayuntamiento.
En Durango (B) los que se incorporaban a filas en el año pedían por las casas de la villa e incluso por las oficinas de las empresas. Con el dinero obtenido celebraban una comida o una cena de despedida.
En Markina, Muskiz y Urduliz (B) los jóvenes que entran en quintas celebran una cena de despedida con los amigos. En la última localidad, terminada la cena, en ocasiones, rapan la cabeza a los que tienen que incorporarse al ejército.
En Bidegoian (G) los jóvenes que se van a incorporar a filas, salen a cantar casa por casa el día de Nochebuena. Esta costumbre se introdujo después de la guerra (1941); antaño esta cuestación tenía lugar la víspera de Santa Agueda.
En Elosua (G) en el periodo anterior a la guerra civil (1936) los quintos iban pidiendo de casa en casa, kinto-eskia, y hacían una merienda en el caserío Benta. Actualmente los quintos preparan ellos mismos la cena en el local de la "Sociedad" del barrio.
En Ezkio (G) hasta la década de los años cincuenta no se celebra la "fiesta de los quintos". Actualmente los jóvenes que durante el año irán a la milicia recogen el dinero casa por casa y luego celebran juntos una cena de despedida.
La cena o merienda de despedida de aquellos jóvenes del pueblo que tenían que marchar al servicio militar ha sido una costumbre muy común; así se ha constatado en Hondarribia, Elgoibar, Getaria y Zerain (G).
- ↑ Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés” in Ohitura, 0 (1981) p. 208.