Regalos de los invitados
En tiempos pasados no fue habitual realizar regalos a los novios y los que recibían procedían de los familiares más próximos. Hay que tener en cuenta que los invitados a la boda eran pocos y casi todos parientes directos.
En Markina (B) los vecinos y parientes normalmente no les hacían regalos y en el caso de que algún pariente lo hiciese consistía en objetos para la casa; los padrinos eran quienes les obsequiaban con algunos. En Lezaun (N) a la novia le regalaban una cubertería, una bandeja, una licorera u objetos similares. No había costumbre de hacer regalos y quienes los efectuaban eran los parientes más cercanos. En Bernedo (A) antaño se hacían pocos obsequios y consistían en cosas útiles para cubrir las necesidades de los recién casados. En Getaria (G) los padres regalaban el arreo a los novios, pero los parientes no les obsequiaban con nada.
Antaño era frecuente que los escasos regalos con los que se obsequiaba a los novios fuesen fundamentalmente de naturaleza práctica y les sirviesen para completar el ajuar doméstico. También era habitual que los invitados contribuyesen al banquete ofreciendo alimentos.
En Sara (L), en otro tiempo, el padrino regalaba a la novia un carnero, zikirua, y la madrina al novio alguna prenda de vestir y un par de gallinas. Con posterioridad ambos pasaron a regalarles dinero. Estos obsequios eran llevados el día anterior al de la boda a la casa donde el matrimonio se iba a instalar. Cada uno de los testigos también regalaba al novio media docena de botellas de vino casero, etxearnoa. Dos días antes del casamiento una joven de la casa del testigo llevaba a la de boda una cesta, saskia, sobre su cabeza con la media docena de botellas; cesta que iba cubierta con un paño blanco, lonjera, sujeto a aquélla mediante cintas de color cuyas puntas colgantes caían detrás y a los costados de la portadora. Los testigos de la novia regalaban a ésta dos mazapanes, kolineta, que llevaban a la casa de la boda dentro de cestas aderezadas como las de las botellas. Del mismo modo algunos de los compañeros de juventud, gazte-lagunak, hacían al novio algún presente en dinero o en especie y otros costeaban la música del día de la boda. También las compañeras de la novia, gazte-lagunak, obsequiaban a ésta enviándole presentes en cestas. Estas eran de forma circular, fabricadas con mimbre, sin aro ni asas ya que estaban hechas para llevarlas sobre la cabeza. Las portadoras de las cestas, saskigaileak, cargadas con los regalos se juntaban en un sitio convenido de donde iban todas en grupo a la casa de la boda y allí las descargaban. En el camino alguno o algunos mozos disparaban armas de fuego como si trataran de impedir la marcha de la comitiva. Las portadoras de las cestas eran obsequiadas con una merienda.
En Zuberoa, unos días antes de la ceremonia nupcial, casi siempre en domingo, porque lo usual era que los casamientos se celebraran en martes, tenía lugar una ceremonia conocida como tzintzarrada. Consistía en escoltar unos corderos o carneros, de dos a cuatro según las necesidades, al caserío donde iba a tener lugar el banquete, ya que se destinaban al mismo. Lo común era que estos animales fueran ofrecidos por el padrino de uno de los cónyuges. Junto a ellos iban más de cien cabezas de ganado. Su presencia venía precedida por el tintineo de las esquilas. El tamaño de los cencerros así como su sonido eran diferentes, lo que producía un extraño concierto. La gente contemplaba el paso del rebaño alineada al borde del camino. Llegaban al caserío entre el ruido de los badajos y los gritos de los pastores y se hacía entrega de los carneros. A continuación se invitaba a los pastores a descansar mientras el rebaño era llevado a pacer. Por la tarde la tzintzarrada retomaba el camino de vuelta. El siguiente día era el de los regalos. Los mensajeros, hacia las diez, aparecían con sus mejores galas portando un cesto al brazo con el regalo de boda tradicional: un pollo, una docena de huevos y dos botellas de vino añejo. A la hora de efectuar los regalos primaba el carácter práctico, procurando reponer los víveres que se iban a consumir en la celebración[1].
En Apodaca (A) en tiempos pasados si la pareja se quedaba a vivir en el pueblo les regalaban platos, tazas, mantas, algún cuadro de la Ultima Cena para el comedor, sillas, tinajas de miel, trigo, gallinas, herramientas o algo de dinero en metálico. A los que se casaban y se iban a vivir a Vitoria ropa de cama, toallas, vajilla, cubertería, mesas, sillas y dinero.
En Berganzo (A) los novios solían recibir como regalo media fanega de trigo, gallinas, dinero, un cuadro, un juego de licor, una bandeja, platos, vasos, servilletas, toallas u otras cosas del hogar.
En Gamboa (A) eran agasajados por parte de los invitados recibiendo un regalo por cada casa. Se trataba de objetos que les podían ser útiles como colchas, mantas, menaje de cocina, etc. Otros daban dinero para ayudar a los gastos o para que compraran lo que necesitaran. En Nanclares de Gamboa (A) los pastores tenían la costumbre de regalar alguna oveja al novio, si se dedicaba a este oficio, para que pudiera "tirar" en este momento tan dificil como era crear un nuevo hogar. Como compensación, con el tiempo y una vez instalados los recién casados, los pastores eran bien atendidos en esa casa y recibían algún cordero de vez en cuando.
En Moreda (A) antes los regalos más frecuentes consistían en vajilla, tarteras de cocina, bandejas, un juego de café, de vasos de agua, una jarra, toallas, mantelería, un juego de ropa de cama (sábanas, mantas, almohadón, sobrecama), una mantilla de lana hecha a ganchillo, un crucifijo para poner en la cabecera de la cama o la imagen de la Virgen y otros objetos decorativos. Los padres de la novia ponían el dormitorio completo a los recién casados y los padres del novio aportaban la ropa que su hijo necesitase y alguna que otra cosa necesaria para la casa. Los padrinos acostumbraban dar el mejor regalo a los novios. Generalmente era la novia quien más regalos recibía consistentes en anillos, cadenas, sortijas, etc.
En Treviño (A) en tiempos pasados los invitados cumplimentaban a los recién casados con objetos que iban a necesitar para vestir su nuevo hogar como lámparas, muebles, mantas, etc. En Pipaón (A) igualmente con utensilios para la casa como toallas, mantelerías o dinero. En Abadiano (B) mantas, alfombras, platos y otros enseres. En Muskiz (B) utensilios de cocina como una plancha, un cueceleche, platos, sartenes, juegos de sábanas, delantales, lámparas o un reloj de pared. En Beasain (G) cazos, cubiertos y juegos de café. En Bidegoian (G) ropa para la cama y utensilios de cocina.
En Arrasate (G) los novios, cuando la boda era entre gente sencilla, recibían de sus parientes y amigos regalos consistentes normalmente en ropa de cama y de vestir y también toallas y similares Cuando los contrayentes pertenecían a un mayorazgo de renombre recibían objetos más valiosos, generalmente una batería de cocina de cobre compuesta de marmitas, calderas, chocolateras y otros recipientes.
En Garde (N) los obsequios más típicos consistían en una vajilla, una mantelería, un juego de café, una bandeja de plata, una cubertería, un cuadro de la Ultima Cena, un tú y yo (dos tazones de desayuno en los que está grabado "tú" y "yo") y toda clase de utensilios para la casa.
En Lekunberri (N) recibían obsequios de los parientes y amigos consistentes en vajilla y ropa para el hogar. A la novia se le llevaban los regalos el día del refresco.
La encuesta del Ateneo constató a principios de siglo una peculiar forma de entregar los regalos de boda en el Valle de Burunda, en Navarra. Después de la comida era costumbre que todos los invitados, excepto los mozos obsequiasen con algo a los novios mediante la siguiente ceremonia. En el umbral de la casa y reunidos todos los invitados, colocaban dos o tres bancos en el suelo, encima tres colchones que como ajuar llevaba la novia, las colchas y las almohadas y un juego de cama. Sobre todo ello se tumbaba el padrino y encima de él iban depositando la ropa blanca del novio y de la novia; a continuación los invitados colocaban sus regalos que generalmente también consistían en ropa blanca. Encima de ésta se posaba una bandeja en la que los padres depositaban la dote en metálico y a continuación los tíos y hermanos casados un duro cada uno. Seguidamente, si los recién casados quedaban en la casa, las mozas subían el ajuar y los regalos a las habitaciones y si iban a vivir a otra casa, eran colocados por los mozos en un carro tirado por bueyes y se llevaban con gran algazara al nuevo domicilio en compañía de todos los invitados.
En Alsasua y Olazagutía, pertenecientes al citado Valle de Burunda, días antes de la boda los parientes de los novios preparaban un regalo, que generalmente consistía en toallas, pañuelos, mantelerías o tela para enaguas, camisas u otras prendas. Cuando llegaban todos a la casa de la novia, en el centro de cuya habitación principal habían colocado una cama, acostaban al padrino y comenzaban a echar los asistentes sobre él los regalos que llevaban. Como tales presentes consistían por lo general en ropa blanca en abundancia, ocurría con frecuencia que había que sacar al padrino casi asfixiado de debajo del montón de tela. Una vez que todos habían echado sobre él sus respectivos presentes le preguntaban; "¿Padrino, y ahora qué falta?". Contestaba éste: "Un arca con su cerraja y la novia con su alhaja". A continuación comenzaban a beber vino y aguardiente y a bromear hasta que entrada la noche se retiraban cada cual a su casa[2].
Ya se observa por las anteriores descripciones que incluso en tiempos pasados figuraba entre los regalos algo de dinero.
En Amezketa y Beizama (G) anunciadas las segundas proclamas, el jueves siguiente cada uno de los que habían sido invitados a la boda enviaban a la casa de la novia un cuartal de trigo y aceite. Los parientes y los vecinos solían dar también un duro. La gente joven regalaba sábanas, pañuelos y algún otro lienzo[3].
En Araitz (N) y en Zuberoa los convidados solían llevar a casa la víspera de la boda una botella de tres pintas, un pan y una gallina. Quien no tenía gallinas debía llevar dinero[4].
En Orozko (B) antiguamente las bodas eran tan sencillas que muchas veces no había ni regalos; algunos parientes daban a los novios dinero y en caso de comprarles algo solían ser objetos de uso como juegos de café o de vasos de vino y de agua, cucharillas, un crucifijo y una aguabenditera.
En Elgoibar (G) antaño los parientes y vecinos que acudían a la boda les regalaban lo que tuviesen en esa época en el caserío: un celemín de trigo, de maíz, pollos, chorizos, patatas o castañas, en una palabra los productos de su propio caserío. También ropa. Los familiares e invitados a la boda dejaban dinero en una txapela grande que se ponía a la entrada del caserío. Los parientes y amigos regalaban a los novios objetos para la casa: cazuelas, planchas, lámparas, alfombras, sobrecamas, mantas, sábanas, toallas.
En Elosua (G) a mediados de los años treinta los regalos de los familiares y de los vecinos eran en especie y se llevaban la víspera de la boda a la casa del novio donde se celebraría el banquete. A mediados de los años cincuenta los regalos de los familiares más cercanos solían consistir en una vajilla, cristalería y tazas de café. El resto de los familiares y amigos daban dinero.
En Hondarribia (G) los padrinos, parientes, amigos y vecinos obsequiaban a la pareja con algo para la casa como mantas, colchas, mantelerías, cuberterías o los clásicos juegos de café. Tras la guerra civil, poco a poco se fue introduciendo la costumbre de regalar dinero a los novios.
Al igual que en otras celebraciones donde se festejan ritos de paso, los padrinos también han contribuido de modo importante en el matrimonio, aportando en algunas localidades los mejores regalos. En las anteriores descripciones ya se han constatado algunos ejemplos.
En Liginaga (Z) antaño los padrinos de bautismo hacían a los novios regalos con motivo del casamiento. La madrina regalaba a la novia una camisa, mantarra, braga y jubón, y al novio otra camisa. El padrino les regalaba ciertas cantidades en metálico.
En Mendiola (A) los padrinos solían regalar los mejores obsequios: en tiempos pasados los gemelos del novio, dinero y objetos para el hogar como cuadros, cubertería o vasijas; hoy normalmente el regalo consiste en una importante cantidad de dinero.
Para obviar el problema de las repeticiones de los regalos en las últimas décadas se han introducido las llamadas listas de boda. Consisten en una relación de regalos expuesta en un gran comercio de tal modo que los invitados a la boda puedan elegir entre los obsequios posibles cuál es el que les interesa costear a los novios. Cuando un regalo resulta caro para una sola familia, se unen dos o más para adquirirlo. Quizá debido a que para que se afianzase esta moda era necesaria la presencia de comercios de cierta entidad, se inició en las zonas urbanas o en las poblaciones importantes. Los que no eligen ninguno de estos regalos suelen dar dinero (Orozko-B; Garde, Izurdiaga, Obanos, Viana-N).
En Bermeo (B) los invitados, o todos aquéllos a los que se ha anunciado la boda, hacen un regalo a la novia que generalmente consiste en objetos para la casa que ella misma elige y señala en una lista de boda que se suele colocar en un comercio determinado. Hasta hace poco, cuando los regalos no los indicaba la novia, se le decía a ésta el establecimiento donde habían sido adquiridos de forma que los pudiese cambiar si no eran de su gusto. El regalo se debe hacer al poco de recibir la invitación.
En Artajona (N) en la actualidad se recurre con frecuencia a las listas de boda para evitar repetir los regalos. Pero éstos quedan para que los realice la familia; los amigos, en cambio, entregan dinero para que los novios lo destinen a cubrir las necesidades que tengan. A pesar de que esta costumbre se ha generalizado, todavía hay quienes se mantienen firmes en el tipo de regalo que se hacía antaño.
En los últimos años se ha generalizado la costumbre de dar dinero en vez de hacer un regalo concreto, de este modo pueden disponer de él para adquirir aquello que realmente necesiten.
En Moreda (A) en la actualidad los parientes y amigos ya apenas hacen regalos a los novios en género u objetos, se limitan a darles una cierta cantidad de dinero acorde con los tiempos. De este modo se evita el problema de que reciban regalos repetidos y además disponen de una cantidad en metálico que les permite comprar lo que necesiten.
En Mendiola (A) hoy en día es más raro entregar regalos, lo cual se hace antes del día de la boda, ya que lo normal es que los novios reciban dinero de los invitados, cuando no un viaje para su luna de miel costeado generalmente por los amigos de ambos.
En Treviño (A) se ha producido con el transcurso de los años un incremento en el valor económico de los regalos con los que parientes y vecinos obsequian a los novios y también se ha visto modificada la naturaleza de los mismos. Hoy en día además de un regalo material existe la posibilidad de dar a la pareja una cierta cantidad de dinero, y esto último se está imponiendo poco a poco.
En Carranza (B) en la actualidad se regalan cuberterías, vajillas, juegos de café, electrodomésticos, adornos y a menudo dinero. Si el grado de parentesco es algo alejado o no se tiene una relación estrecha con los contrayentes se les da dinero, generalmente el mismo día de la boda cuando tras el banquete los novios pasan saludando a los comensales. Este se ofrece introducido en un sobre, generalmente con el nombre de quien o quienes lo regalan. Si se tiene más confianza se les pregunta qué regalo desean, pero aún así es habitual que prefieran dinero. De este modo pueden emplearlo en lo que ellos necesiten y evitar la duplicidad de regalos.
En Abadiano (B) en la actualidad en la mayor parte de los casos los regalos se han sustituido por dinero, los invitados aportan una cantidad equivalente a lo que pueda costar el banquete de boda. En Beasain (G) ahora la mayoría hace entrega de un dinero con el que los novios también costean en parte o en su totalidad los gastos del banquete. En Bidegoian (G) en torno al año 1960 se comenzó a regalar dinero, con el que podían sufragar parte de los gastos de la boda.
En San Martín de Unx (N) se van imponiendo los regalos en metálico para evitar su repetición y porque los novios prefieren dar un destino más libre a ese dinero. En Izal (N) desde los años 1970-80 los obsequios son generosos y a menudo en metálico.
A pesar de haberse generalizado el recurso al regalo en metálico, en la actualidad se siguen realizando obsequios como en tiempos pasados consistentes en vajilla, electrodomésticos y otros utensilios necesarios para el nuevo hogar. Suele ocurrir que estos últimos provengan de los familiares más próximos mientras que el dinero corresponda a las personas más alejadas en parentesco o a los amigos.
Tanto en tiempos pasados como en la actualidad los regalos de boda los hace la unidad familiar y no cada uno de los invitados que la componen. Existe cierta correspondencia entre los regalos sobre todo en los casos de parentesco próximo; se han hecho buenos regalos a aquellos novios de cuyas familias se había recibido a su vez obsequios importantes. Las personas invitadas que por cualquier motivo no pueden asistir a la boda también los hacen, aunque no suelen ser tan buenos como cuando van al banquete. La cuantía de los presentes que reciben los novios así como la importancia de los mismos ha experimentado una notable variación a lo largo del presente siglo. A continuación se describen a modo de ejemplo las transformaciones operadas a este respecto en algunas localidades.
En Amézaga de Zuya (A) antiguamente no se hacían regalos en las bodas sino que se esperaba a que la familia tuviera el primer hijo. Más adelante se fue imponiendo la nueva costumbre. En un principio se trataba de presentes de poco valor con los que muchas veces se contribuía a "montar" la casa. Solía tratarse de sábanas, sobrecamas, toallas y un crucifijo. El dinero en metálico se comenzó a regalar más tarde. Los novios recibían estos regalos antes del día de la boda y cada uno los llevaba a su casa, más adelante los reunían. Solían provenir de los familiares ya que los primeros vecinos a menudo no regalaban nada. Hoy en día los padrinos suelen hacer un buen obsequio a los novios. La situación económica de cada familia tiene gran importancia en este asunto ya que de ello dependerá el tipo de ceremonia y de banquete que se celebre así como los regalos. En este sentido las costumbres han evolucionado mucho en los últimos años sobre todo en lo que respecta al lujo que rodea a la ceremonia religiosa. Hoy en día los regalos que reciben los novios son importantes. En la mayoría de los casos se trata de dinero ya que esto le permite a la pareja adquirir lo que realmente necesita y evitar acumular regalos innecesarios o repetidos.
En Urduliz (B) en los años treinta-cuarenta se les entregaban cosas que necesitasen para la casa o para completar el arreo; ropa, sábanas, toallas, pañuelos y en algunas ocasiones también dinero. En los años sesenta-setenta los regalos apenas habían variado- mantas, sábanas, sobrecamas, toallas, una cafetera, juegos de café, vajilla, cubertería. Hoy en día reciben gran cantidad de regalos y a menudo dinero en vez de objetos. Los regalos más comunes en la actualidad son pequeños electrodomésticos, una televisión, un vídeo, un equipo de música, vajilla, cristalería, cubertería, alfombras, mantas y adornos para la casa. A menudo los amigos y los compañeros de trabajo, en vez de hacer un regalo cada uno, reúnen el dinero de todos y les hacen entrega de un obsequio de mayor cuantía. Los vecinos, amigos y parientes que no asisten al banquete también les obsequian con sencillos presentes como adornos para la casa, juegos de toallas, sábanas, juegos de vasos. Para cumplir con estas gentes que no han sido invitadas pero están relacionadas con los novios, el día de la boda les envían unos pasteles y unos puros. Algunas parejas de la localidad han comenzado a poner listas de bodas en grandes comercios, pero esta costumbre aún no se ha generalizado.
En Lezama (B) antaño el regalo podía consistir en algún animal o apero de labranza, fanegas de trigo, maíz, muebles-cama, doseles, una jofaina, etc. Ahora consiste en general en objetos para la casa como electrodomésticos, cristalerías, vajillas, cuberterías, adornos o lámparas y también dinero. Los padrinos suelen hacer un buen regalo.
En Aoiz (N) antiguamente era costumbre regalarles objetos para la casa como sobrecamas, vajilla, un reloj o algún mueble. A mediados de siglo continuaba esta costumbre aunque cada vez más los novios ponían la casa a su gusto y los regalos eran de tipo decorativo: jarrones, figuras, alfombras, cuadros. Hacia los años setenta se pusieron de moda las listas de boda, sin embargo en la actualidad ya no se recurre a ellas porque no son del gusto de los jóvenes. Ahora el regalo consiste en una cantidad de dinero que les sirve para pagarse el viaje. La costumbre de dar dinero se observa entre los amigos y familiares más lejanos porque los abuelos, hermanos y algunos tíos prefieren regalar algún detalle.
En Sangüesa (N) hasta el advenimiento de la sociedad consumista los regalos a los novios no eran por lo general de excesivo valor y siempre consistían en objetos para la casa. Con la llegada del bienestar social son más caros y se intenta que su valor sobrepase el costo del cubierto. Son frecuentes los objetos suntuosos de adorno y los electrodomésticos. En ocasiones se les entrega directamente el dinero y en otras se reúne lo aportado por varios amigos y se compra por ejemplo un electrodoméstico caro.
- ↑ Jean de JAUREGUIBERRY. “Un mariage en Haute-Soule” in Gure Herria, XV (1934) pp. 165-167.
- ↑ EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDd.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 269-270.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 274.