Encontrados en parajes circundantes

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Satrústegui señala que a la hora de dar explicaciones sobre la procedencia de los niños siempre se atendía al oficio del padre. De este modo los pastores, carboneros y leñadores los traían del monte mientras que en las poblaciones costeras los hallaban en la mar. Este autor recoge la explicación que uno de sus informantes recibió de su padre: "Te encontré en la borda de las ovejas ardi etxien justamente debajo del pesebre ganbela azpien, con sólo una camisa pequeña. Te traje a casa en el seno kolkuen entre la ropa y el pecho"[1].

En Lezaun (N) les inculcaban que los padres los habían encontrado en el monte o en una finca. Algunos niños mantenían durante la infancia el recuerdo del lugar donde supuestamente habían nacido. En Gamboa (A), en algún caso, también que habían sido hallados en el monte o durante la noche.

Según una informante de Ezkio (G) se les decía que los hallaban en los zarzales, sasiartean, y que los tiraban los aviones. Así que los niños solían tener miedo a arrojar piedras a la maleza por si había un bebé y los que iban al monte a guardar el ganado miraban por los alrededores por si encontraban alguno. En Gatzaga (G) también se decía que los hallaban, llorando, ocultos en algún zarzal[2].

Una informante de Carranza (B), que conoce el papel de la cigüeña, recuerda que en su casa les decían que los encontraban en los troncos huecos de los castaños viejos. A otra le explicaron que su madre la había hallado en la huerta debajo de una col. En el Valle de Elorz también se recoge la creencia de que se encontraban junto a una col[3]. Satrústegui cita igualmente esta creencia y añade que cuando los niños oían esto iban adonde sus padres a preguntarles si habían encontrado alguno y en muchas ocasiones ellos mismos visitaban la huerta esperando dar con uno[4]. En Donibane-Garazi (BN) se les decía que la madre iba a buscarlos, a los niños en las coles y a las niñas en las rosas.

En Markina (B) se les decía que los encontraban en los almiares de helecho, idi-meta, y en Izurdiaga (N) existía la creencia infantil de que nacían debajo de las rocas.

En Urdiain (N), desde que la fábrica de cementos de Olazagutía creó puestos de trabajo a principios de siglo, surgió una nueva versión: aparecían en la cantera donde sus padres manejaban el barreno[5].

En Hondarribia (G) se les decía que los encontraban en la mar atrapados entre las redes junto al pescado y que eran los padres quienes los pescaban. También les explicaban que el color oscuro del meconio se debía a que mientras los pequeños habían estado en la mar sólo habían comido chipirones, calamares.

En el Muelle Viejo de Portugalete (B), donde la actividad económica giraba en torno al mar, se les decía que los traía el padre de un barco o de un viaje.

En Apodaca (A) se les explicaba que los habían encontrado en un puente. Una informante de Moreda (A) comenta que a algunos críos se les aseguraba que los habían dejado abandonados los gitanos bajo un puente de piedra; esto para hacerles rabiar como pago a alguna trastada.

En Ribera Alta (A) para gastarles una broma se les insistía en que no eran hijos de sus padres sino de unos gitanos que acamparon en alguna campa cercana al pueblo y que cuando marcharon los dejaron abandonados.

En Gernika y Zeanuri (B) cuando un niño era díscolo se le decía que lo habían dejado los gitanos o que se lo habían comprado a ellos. También se empleaban expresiones del tipo au kittano-bandakoa da (éste es del bando de los gitanos).

En Markina (B) cuando se producía un nacimiento en una casa del vecindario de Goierri si algún niño preguntaba en su hogar por la procedencia del mismo, los padres le respondían que los vecinos habían ido temprano por la mañana a la cueva de Atxurre y se lo habían comprado a Mari la de la cueva, que lo tenía en el regazo.

Exvoto, Santuario de Arrate. Eibar (G). Fuente: Koldo Lizarralde, Grupos Etniker Euskalerria.

Una informante de Elgoibar (G) recuerda que siendo niños tenían la creencia de que los bebés procedían de un ex voto de la ermita de Arrate y que dentro de ese ex voto que era una embarcación la Virgen guardaba los niños. Los padres les decían: "Arrateko txaneletik ekarte ziren umiak". Los niños de aquella época estaban convencidos de que para recoger a los bebés del exvoto las madres tomaban un mantón y se dirigían a la ermita donde recogían la criatura que la Virgen les daba y tapada con el mantón se la llevaban a casa.

Igualmente en Eibar (G) ha estado generalizada la creencia de que los niños se traían de allí[6].

En Beasain (G) antaño se les decía a los niños de los caseríos que los bebés procedían de Ataun, Atauna jun die motil txikie ekartzea. En Lekunberri (N) que los habían traído en un coche y los habían dejado o que habían llegado de Irurzun, o de Pamplona o de otra localidad. En Lezama (B) que los traían de Bilbao y en Nabarniz (B) que los buscaba la madre a Madrid.


 
  1. José M.ª SATRUSTEGUI. Comportamiento sexual de los vascos. San Sebastián, 1981, pp. 227-228.
  2. Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 34.
  3. Javier LARRAYOZ. "Encuesta etnográfica del Valle de Elorz" in CEEN, XVI (1974) p. 74.
  4. José M.ª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 174.
  5. José M.ª SATRUSTEGUI. Comportamiento sexual de los vascos. San Sebastián, 1981, p. 228.
  6. Juan SAN MARTIN. "Arraten sortzen da bizitza" in Piarres Lafitte'ri omenaldia. Bilbao, 1983, p. 850.