Cunas de madera. Zurezko kumak
El uso de las cunas de madera ha sido común y mayoritario prácticamente en todo el territorio de Euskal Herria (Amézaga de Zuya, Apodaca, Berganzo, Gamboa, Mendiola, Pipaón, Ribera Alta, Salvatierra, Treviño, Valdegovía-A; Abadiano, Amorebieta-Etxano, Bermeo, Busturia, Carranza, Gorozika, Lemoiz, Markina, Muskiz, Nabarniz, Orozko, Urduliz-B; Sara-L; Aiherra, Donibane-Garazi, Iholdi, Uharte-Hiri-BN; Liginaga-Z y en todas las localidades guipuzcoanas y navarras encuestadas). Estas cunas eran generalmente cerradas por sus cuatro costados, con forma de cajón y en algunos casos con barrotes. La mayoría de ellas disponían de unos balancines en su base que permitían que se pusiesen en movimiento. Dependiendo de los recursos económicos de las familias podían ser simples o por el contrario elaboradas y adornadas. Las maderas usadas para su confección eran muy variadas: nogal, castaño, roble, haya, cerezo, pino, chopo, etc.
En Gorozika (B) un informante describe una cuna de más de un siglo. La particularidad de ésta reside en el modo de sostenerla y en la forma de ponerla en movimiento. Consistía en una caja rectangular alargada con dos agujeros, uno en la parte alta del cabezal y el otro en la parte correspondiente a los pies, que servían para colgarla mediante dos ganchos de hierro entre dos palos fuertes, de manera que teniendo una base fija la cuna pudiera balancearse. En el suelo se colocaban otros dos palos atravesados para que no se cayeran los dos que la sujetaban. También había cunas con balancín que se accionaban con el pie y otras fijas que eran como una pequeña cama.
En Sara (L) la cuna era una suerte de arqueta de madera sobre dos travesaños arqueados que apoyados sobre el suelo permitían que la cuna pudiese mecerse. En Liginaga (Z) tenía forma de pesebre.
En Mendigorria (N) la mayoría de las veces era un cajón de madera que se tenía en la cocina al alcance de la vista[1].
En Artziniega (A) se utilizaban como cunas las llamadas arquillas, arcas rectangulares sin patas y planas que se colocaban directamente en el suelo.
En Izurdiaga (N) consistía simplemente en un cajón con un colchón de hojas de maíz y con las patas unidas por un xinbe, balancín.
En Amézaga de Zuya (A) la forma de la cuna era la de una caja con patas bajas, una especie de gamella[2] pequeña que solía tener boliches.
En Zeanuri (B) las cunas antiguas, de los años veinte, eran fabricadas por el carpintero del pueblo con madera de castaño. Tenían forma de arqueta y en su base, en la cabecera y a los pies, se fijaban unos travesaños curvos cuyos extremos sobresalían. Apretando en ellos con el pie se balanceaba la cuna; a esta acción de moverla rítmicamente para que la criatura se durmiera se le llamaba en esta localidad kumiari erain (eragin). No en todas las casas había cuna; era frecuente que el matrimonio que ya hubiese criado a sus hijos prestase o regalase la suya a algún matrimonio pariente o vecino que hubiese "tenido familia".
En Berastegi (G) a veces el habitáculo era cerrado en forma de artesa o kutxa, aunque las más habituales eran abiertas y con antepecho torneado.
En Zerain (G) solían ser de nogal, cerezo, roble o castaño con forma de pequeña cama cerrada por los cuatro costados, formando un cajón de paredes altas y teniendo en las cuatro esquinas un remate de forma esférica. El fondo estaba cerrado del mismo material. Carecían de patas y en su lugar tenían dos travesaños curvos perpendiculares al mueble y paralelos entre sí, que permitían el vaivén del mismo. Los travesaños sobresalían del cuerpo de la cuna unos 15 cm. El adulto tomaba asiento en una silla apoyando uno de sus pies en esta parte sobresaliente y de este modo acunaba al niño mientras dejaba libres sus manos para realizar algún otro trabajo.
En San Martín de Unx (N) normalmente también eran de madera, con balancín y un tanto rústicas Existían de dos tipos, unas más pequeñas que las otras. Las más pequeñas se empleaban para tener al niño cerca del hogaril, al amor de la lumbre
En Arrasate, Beasain, Elosua y Ezkio (G) las cunas de madera eran cerradas y con los laterales altos. Solían ser como una caja cuadrada.
En Obanos (N) hacia 1910 eran de madera. Una informante de más de ochenta años recuerda que "las cunas eran como conchas de madera que se movían solas a un lado y a otro, pero la mayor parte de los niños no tenían cuna, los acostaban con la madre".
En Bernedo (A) en tiempos pasados no estuvo muy difundida por lo que generalmente el niño dormía en la cama; las que había eran rectangulares, lisas, pintadas y con cuatro patas.
En Garde (N) antes de 1950 estaban hechas con tableros de pino y sin adornos.
En Lezaun (N) eran "como una caja de zapatos" con dos largueros en los costados y otros dos más cortos a la altura de la cabeza y de los pies. A veces se molduraba la cabecera.
En Lezama (B) la cuna se fabricaba en madera y mimbre. La estructura se hacía con madera y las patas se apoyaban sobre dos listones curvados al calor del fuego que permitían que se balancease. La cuna se vestía con fundas generalmente bordadas por la madre durante su embarazo.
En Urduliz (B) las de madera fueron más modernas que las de mimbre y su uso comenzó hacia la década de los cuarenta o cincuenta. Eran cerradas por sus cuatro lados y en algunas ocasiones también tenían barrotes, pero no era habitual.
En Berganzo (A) solían estar barnizadas en color caoba y tenían forma cuadrada y con barrotes.
Las cunas de Muskiz (B) tenían barandillas de barrotes, patas rectas y eran rectangulares, hechas de madera de haya.
Las cunas de Lekunberri y Monreal (N) consistían antiguamente en un cajón de madera rectangular tallado con motivos florales; posteriormente se construyeron con barrotes.
En Apodaca (A) la cuna se fabricaba a menudo en casa, a veces torneada, aunque en esta localidad se constata que los primeros meses el niño dormía con su madre. En Pipaón (A) era también de madera con palos torneados; solía hacerse en casa y pasaba de generación en generación. En Ribera Alta (A) igualmente torneada y barnizada.
En Sangüesa (N) la cuna tenía los flancos a modo de barandilla con balaustres torneados. Se apoyaba en el suelo con patas de forma curva, para poder balancearla. En caso de no tener cuna, algún familiar o vecino les prestaba la suya. En Viana (N) solamente los pudientes usaban cunas de madera con barandillas laterales.
En Allo (N) se compraban en Estella, eran de madera o con barrotes de hierro. Las cuatro patas se apoyaban sobre dos tablillas arqueadas para poder balancearse.
En Goizueta (N) los tableros del cabecero eran redondeados tanto por la parte superior como inferior, en cambio en la parte de los pies sólo tenían forma redondeada por la parte inferior. Presentaban barrotes a los lados.
En Aoiz (N) lo habitual era que las cunas fueran de madera natural, forrada o pintada, rectangulares y con una tabla en el fondo. Unas eran cerradas con cuatro chapas alrededor adornadas con grabados geométricos, ramitas de olivo e incrustaciones doradas. Otras tenían barrotes de sección cuadrada o torneados. Estas últimas eran más caras y por lo tanto sólo las adquirían los pudientes. Tenían dos arcos de madera a modo de patas y se balanceaban con la mano Pasaban de generación en generación.
En Moreda (A) tenían unos tablericos, listones o bolillos laterales con los que se unía la cabecera curvada a la piecera. Aparecían decoradas con motivos pictóricos en colores azul y rosa, los más comunes figuras de niños, pajaritos y flores.
En Trapagaran (B) la cuna tenía la base curva para balancearla y después ruedas; las actuales ruedas son metálicas con un baño de níquel.
En Obanos (N) a partir de 1960 comenzaron a ser más sofisticadas y se construyeron con maderas lacadas, pintadas de blanco, azul o rosa o también del color natural de la madera.
En Lemoiz (B) la cuna llevaba acoplado en la cabecera un arco hecho con mimbre donde se sujetaba una sábana para proteger al niño de las moscas. En Carranza (B) a este tipo de cuna se le ponía una gasa por encima para que estos insectos no molestasen al niño. En Abadiano (B) ponían con este fin una tela sujeta a un palo vertical. En Lezama (B) en la cabecera se fijaba una estructura en forma de ele invertida de la que colgaba un estor para proteger al niño. La misma costumbre se practicaba en Viana (N) donde usaban una sábana para que insectos y luz no molestaran al niño. En Telleriarte (G) en el brazo alto de la cuna se colocaba una especie de cortina que protegía al niño del sol. En Allo (N) las cunas más elegantes tenían en su cabecera un soporte elevado desde donde las madres colgaban cortinillas de encaje y tul que daban al niño una mayor intimidad.
- ↑ Rosa Esther FERNANDEZ. "Estudio etnográfico de Mendigorria (Navarra)" in Contribución al Atlas Etnográfico de Vasconia. Investigaciones en Alava y Navarra. San Sebastián, 1990, p. 372.
- ↑ Recipiente pequeño hecho ahuecando un medio tronco, donde se amasa la harina para la masa del pan. (Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. Voces alavesas. Bilbao, 1958).