En el huerto doméstico. Etxekanderearen baratzea

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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El nombre de baratzea, que hoy significa huerta, se encuentra asociado a lugares que fueron en su tiempo espacios de enterramiento. En Ataun (G) llaman Jentilbaratza, literalmente el jardín de los paganos, a un sitio donde se cree que fueron enterrados los gentiles y en que, por otra parte, no pudo haber huerta por ser peñascoso. El mismo nombre de Jentilbaratza designa en Arano (N) los numerosos cromlechs existentes en esta región. A los que existen en los montes de Oiartzun (G) se les conoce como jardín de los moros, Mairubaratza. Se dice que en éstos se hallan enterradas brujas, intxixuak[1].

En Alboniga (Bermeo-B) algunos niños que morían sin bautizar eran enterrados en la huerta del caserío, solué, sin que nadie se enterase; a otros se les daba tierra en el cementerio viejo.

En Artajona (N) los fetos de menos de cuatro o cinco meses se enterraban sin caja en el descubierto de la casa. En Markina (B) se daba tierra a los abortos en la huerta de la casa. En Garde (N) y Sara (L) a principios de siglo en el huerto contiguo a la misma[2].

Una informante de Gamboa (A) procedente del pueblo de Lasierra, en el municipio alavés de Ribera Alta, recuerda que hacia 1940 le nació muerto un hermano y su padre lo enterró en la huerta, junto a la casa, en un lugar donde no pasaba nadie.

En Lekunberri (BN) los niños que morían sin llegar a ser bautizados de urgencia se enterraban en el huerto de la casa. En Azkaine (L) y Zugarramurdi (N) se les daba tierra en la huerta, baratzea, de su casa natal[3]. En Donoztiri (BN)[4] e Iholdi (BN)[5] también en la huerta de la casa, envueltos entre dos tejas abarquilladas.

En Santa-Grazi (Z) los niños sin bautizar se sepultaban en el huerto, pero el cura terminó por prohibirlo haciendo que se llevasen a una esquina del cementerio.

Así se constata en Garrüze y Gamarte (BN) donde estos niños se enterraban en el huerto. En la primera de las localidades esta zona se conocía como baratze-xokoan o andereen bajatzia. Antaño el término baratzea indicaba la zona de delante de la puerta de la casa, pero actualmente hace referencia a los alrededores de la misma. En la segunda población recuerdan que no se colocaba ningún tipo de señal sobre el lugar de enterramiento.

Según Lafitte, en muchas localidades de Baja Navarra no se plantan más que flores en una pequeña parcela de terreno situada junto a la casa, conocida como etxekanderearen baratzea, el huerto de la señora de la casa. En este lugar eran sepultados bajo teja los nacidos muertos[6].

En Izpura (BN) los nacidos muertos y sin bautizar recibían tierra en el jardín de la casa, en un lugar que, como se ha indicado antes, se conocía como etxekoanderiaren baratzia. En este recinto la mujer plantaba flores, principalmente crisantemos.

La costumbre de efectuar inhumaciones en el huerto también fue constatada en Berriatua (B), Aretxabaleta, Mendaro, Mutriku, Zerain (G), Liginaga (Z) y Uharte-Hiri (BN)[7].


 
  1. José Miguel de BARANDIARAN. "Stèles et rites funéraires au Pays Basque" in Ekaina, XI (1984) pp. 140-141.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 104.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. "De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones" in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 332.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. "Rasgos de la vida popular de Dohozti" in OO.CC. Tomo IV. Bilbao, 1974, p. 59.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. "De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones" in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 332.
  6. Pierre LAFITTE. "Atlantika-Pirene-etako sinheste zaharrak" in Gure Herria, XXXVII (1965) p. 101.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. Mitología vasca. Madrid, 1960, p. 128.