Banquete de primera comunión. Komunioko bazkaria
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La primera comunión tiene también una dimensión de verdadera fiesta familiar y social. Al principio la comida de ese día en casa apenas difería de la ordinaria, si acaso se reforzaba el postre. También fue costumbre hacer una chocolatada o tomar un pequeño refrigerio tras la ceremonia religiosa.
Por los años 50 se empezó a generalizar la celebración de una fiesta doméstica en torno a la mesa familiar del mediodía, con un número reducido de invitados, entre los que figuraban los padrinos del niño. A veces en tan señalada fecha se mataba un pollo o un cordero cebado en casa para la ocasión. Más tarde por diversas razones, de las que no está ausente la ostentación, se comenzaron a celebrar los banquetes en restaurantes con un elevado número de convidados como consecuencia de las convenciones sociales.
El desayuno de chocolate
En Apodaca (A) tras la comunión de la mañana los familiares del comulgante iban a casa a desayunar chocolate, pan tostado y galletas. Mientras hubo escuela en la localidad se preparaba chocolate y galletas para todos. A los niños de la escuela que hubieran cantado en la ceremonia se les repartía caramelos y estampas. También en Moreda (A) antiguamente a los familiares y amigos se les invitaba a tomar chocolate en casa.
En Elgoibar (G) entre los años veinte y cuarenta cuando tenía lugar la comunión solemne, en algunos casos se festejaba con una chocolatada en casa aunque había también quienes celebraban el acontecimiento en un restaurante.
En Elosua (G) en las primeras décadas del siglo la comunión primera o pequeña no estaba rodeada de otra celebración que la de chocolate hecho que se tomaba en casa.
En Durango (B) hasta la década de los sesenta se festejaba con un desayuno de chocolate a la taza con galletas, en el que se reunían los niños de la vecindad y los familiares de casa.
En Lezama (B), Aoiz (N) y Treviño (A), en otro tiempo, como la comunión se recibía por la mañana temprano, la costumbre era festejarlo con un desayuno especial en familia. También en Orozko (B) hacia los años veinte, el día de la primera comunión se celebraba de una forma sencilla, generalmente con algo especial para desayunar. En Nabarniz (B) o no se tomaba nada o en casa algo diferente a los días ordinarios como chocolate a la taza (etxien zeozer, txokolatie edo ostantzien ezer bez). El cura repartía algunos caramelos entre los comulgantes (abadiek karamelo batzuk).
En Abadiano (B) antiguamente la ceremonia religiosa era tempranera y a los niños comulgantes se les repartía un bollo y un trozo de chocolate a cada uno. También en Trapagaran (B), en la ocasión, se les daba un bocadillo a los niños por cuenta del ayuntamiento.
En Alboniga (Bermeo-B) antaño después de la función religiosa, se servía una chocolatada a todos los niños en el mismo pórtico de la iglesia.
En el pueblo de Ahedo del Valle de Carranza (B) el día en que se celebraba la primera comunión asistían gran número de niños provistos cada uno de una taza y un trozo de pan. Concluida la misa se sentaban en los bancos de piedra que adosados a las paredes recorren el pórtico y tomaban chocolate que se les sacaba en cantimploras, cacharras. Los niños que comulgaban lo hacían en la sacristía y a éstos se les ofrecía además de chocolate, galletas y bizcochos. Posteriormente sólo tomaban esta refección quienes hubieran hecho la comunión. En el pueblo de Biañez de esta misma localidad tomaban parte en la chocolatada los niños que comulgaban y quienes la habían recibido el año anterior. Para ello colocaban varias mesas en el pórtico. Esta costumbre se ha perdido.
En Gorozika (B) en tiempos pasados la primera comunión se celebraba en día laborable y al finalizar la ceremonia religiosa el sacerdote ofrecía un pequeño refrigerio de bebidas y galletas. Hacía entrega también, en recuerdo del acto, de una lámina para enmarcar con el motivo religioso de la figura de Jesús o de un santo, donde figuraba el nombre del comulgante.
En Urduliz (B), en tiempos pasados, tras la ceremonia religiosa los comulgantes se sacaban una foto en el pórtico de la iglesia y a continuación tomaban chocolate con barquillos que preparaba la hermana del cura para ellos, abadek barkilleruri barkillok erosi ta abaden arrebek txokolate itteun komuniño itten gendunentzako. El cura repartía un diploma entre los nuevos comulgantes.
En Gatzaga (G) finalizada la ceremonia religiosa, el sacerdote obsequiaba a los niños con un desayuno consistente en chocolate con bizcochos y agua con bolado, bolaua[1].
En Obanos (N) a principios de siglo después de comulgar, en la casa parroquial les daban chocolate hecho a las chicas y ajoarriero a los muchachos.
En Viana (N), antaño, como la procesión de la primera comunión finalizaba junto al colegio de monjas, éstas obsequiaban a los comulgantes con un desayuno de chocolate hecho, acompañado de pastas. El colegio desapareció en la década de los sesenta y a la vez este refrigerio, aunque el rito finaliza hoy en el mismo punto.
En Cortes (N) desde principios de siglo, los niños, acompañados por el párroco, al salir de la iglesia después de la ceremonia de la primera comunión se encaminaban a una de las casas de propietarios más notables de la localidad donde les obsequiaban con un desayuno de chocolate[2].
En otro tiempo, según se ha recogido en las encuestas, en algunas localidades apenas se hacía ninguna celebración o comida especial con motivo de la primera comunión salvo si acaso la chocolatada o desayuno antes citados.
Así en Amézaga de Zuya (A) antaño no había banquete y en Treviño (A) si bien era una fiesta importante, antiguamente era esencialmente religiosa y sólo unas pocas familias organizaban con este motivo una comida familiar en casa del comulgante.
En Elgoibar (G) entre los años veinte y cuarenta con motivo de la primera comunión pequeña no se hacía ninguna celebración especial. En la década de los cincuenta esta comunión de la edad temprana continuaba consistiendo en una cosa sencilla, poco más que la celebración eucarística durante la misa que algunos remataban con una comida doméstica sin invitados, es decir con la única participación de los que vivían en la propia casa.
En Ezkio (G) no se conoce que hubiera ninguna celebración hasta época reciente. Tampoco en Getaria (G) ni en Donibane-Garazi (BN) antaño la primera comunión pequeña o privada se festejaba en modo alguno. Otro tanto ocurría en Urduliz (B) donde hasta los años cuarenta no se hacía ninguna celebración con motivo de la comunión.
En Zerain (G) la "comunión menor" estaba ausente de celebraciones y la comunión solemne tampoco era objeto de ningún extraordinario, únicamente la comida de casa solía ser de domingo, igandeko bazkaria etxian. En Beasain (G) antaño se hacía algo especial en la comida ordinaria de casa.
En Allo (N), en las primeras décadas del siglo, la comida del día de la comunión no se diferenciaba de la de un día cualquiera salvo en el postre que en esta ocasión consistía en arroz con leche o natillas.
En Obanos y Viana (N) ocurría algo similar. En esta localidad, a principios de siglo, sobre todo en las casas pobres apenas se celebraba familiarmente, la comida era si acaso un poco mejor que la ordinaria. En Obanos los informantes señalan que por esa misma época apenas se notaba el acontecimiento en la comida doméstica. En la década de los cincuenta ya era perceptible en las casas alguna consideración especial en la comida y en ciertos hogares en que pervivía la costumbre de comer todos de la cazuela, ese día se comía "en plato".
Agape familiar
Conforme transcurren los años, en unos lugares la comunión solemne y en otros la única se ve acompañada de una fiesta familiar íntima a la que poco a poco se van agregando más invitados.
La comida generalmente tiene lugar en casa. Para realizarla a veces se sacrificaba algún animal doméstico (Amézaga de Zuya, Moreda-A; Nabarniz-B; Berastegi, Elgoibar-G; Lezaun-N). Entre los comensales fue usual incluir a los padrinos (Amézaga de Zuya, Bernedo-A; Elosua, Getaria, Telleriarte-G; Sara-L; Arraioz, Goizueta, Izal, Obanos-N). También se ha consignado en algunas localidades la costumbre de que fuera el niño que había hecho la primera comunión quien presidiera la mesa y bendijera la comida para dar comienzo a la misma (Apodaca-A; Artajona, Sangüesa-N). A veces, sobre todo en zonas rurales, se invitaba al ágape al cura y al maestro o maestra.
En Amézaga de Zuya (A), contra la antigua tradición se fue introduciendo la costumbre de celebrar una comida doméstica corriente a la que asistían los familiares que habían acudido a la ceremonia en la iglesia: el grupo formado por los padres, los hermanos y los abuelos al que se incorporaban los padrinos de bautismo. No iban los tíos ni los vecinos. El sacerdote tampoco asistía para evitar el compromiso de tener que complacer a varios en un mismo día. Más tarde se comenzó a darle a la comida un sesgo más de banquete, matándose por ejemplo un cordero para la ocasión.
En Apodaca (A) la comida de la primera comunión antiguamente tenía lugar en casa, siendo el niño quien presidía y bendecía la mesa en esta ocasión. Las madres solían proveerse en la capital, Vitoria, de algunos productos especiales para la conmemoración.
En Artziniega (A) se celebra una comida familiar algo extraordinaria a la que acuden como invitados los familiares más allegados. En Bidegoian (G), antaño tanto la primera comunión como la comunión solemne se festejaban en casa sin invitados, con una comida mejor que la ordinaria. En Oiartzun (G), según recogió Lekuona en los años veinte, el acto de la primera comunión mayor, komunio aundia, de un niño se consideraba fiesta familiar y en la comida del mediodía se hacía algún gasto mayor en atención a tan gran acontecimiento[3].
En Berastegi (G) señalan los informantes que debido a que ambas comuniones se efectuaban en primavera, en la comida familiar preparada al efecto, era ritual degustar cordero asado, arkume errea. En Izurdiaga (N) se hacía en casa una comida especial con los familiares más allegados y de igual manera procedían en Monreal (N) hasta los años 70 extendiendo a veces la invitación a algunos amigos de la familia.
En Lekunberri y Lezaun (N) la comida en casa era sólo para quienes vivían en ella con el menú algo mejorado. En esta última localidad advierten que se mataba un pollo o un cabrito para la ocasión.
En Elgoibar (G) en los cincuenta la comunión solemne era objeto de un banquete familiar al que además de los padres y los hermanos estaban invitados los tíos y los primos del comulgante. En algunas casas se preparaba cordero para realzar la jornada. Desde los años sesenta las dos comuniones, privada y solemne, quedaron reducidas a una que es la que se celebra.
En Elosua (G) en las décadas de los veinte y treinta, en el día de la comunión solemne se reforzaba el menú ordinario sólo para los de casa. A partir de los años cuarenta en que ya la comunión era única, se celebraba con una comida en casa a la que se invitaba a los familiares paternos y maternos del niño.
En Hondarribia (G) en tiempos pasados el día de la comunión solemne o komunio aundia, los familiares y allegados que habían acompañado al niño a la parroquia se reunían después a comer en el domicilio familiar. En Getaria (G) la celebración en torno a la mesa se hacía también cuando tenía lugar la comunión solemne del niño y a ella se invitaba a los padrinos de bautismo del comulgante. Igual tradición se ha recogido en Izal y en Goizueta (N) donde se hacía una buena comida familiar con asistencia generalmente de los padrinos de bautismo, atautxi-amautxiak. También en Arraioz (Baztan-N) tanto antes como ahora se celebra alguna fiesta familiar con motivo de la primera comunión. Antaño la celebración se hacía en casa y no se invitaba a nadie salvo a los padrinos de bautizo del comulgante[4].
En Donibane-Garazi (BN) y Sara (L) el día de la comunión solemne en casa se celebraba, en honor del niño, un banquete. En la última localidad asistían a él los parientes y amigos de la familia, además de los padrinos de bautismo que eran invitados expresamente por el ahijado ese mismo día[5].
En Berganzo (A), antes de los años cincuenta, se hacía un banquete en casa el mismo día en que tenía lugar la primera comunión, que solía ser domingo y a él estaban invitados los familiares del niño. En la década de los cincuenta esta comida seguía celebrándose en casa si bien se había incrementado el número de comensales familiares a cuyo grupo se incorporaban el cura y la maestra del pueblo.
En Valdegovía (A) anotan también que se hacía una fiesta con comida en la casa del niño, donde además de los familiares estaban invitadas las personas de relieve social de la localidad como el cura, el maestro o el médico.
En Aoiz (N), antiguamente, si la misa no era muy de mañana tal y como ocurría en ocasiones, los familiares se congregaban al mediodía en torno a la mesa. Además de los padres y los hermanos concurría algún familiar cercano, a veces también se invitaba a la maestra y a algún vecino.
En Urduliz (B) fue en los años cuarenta cuando comenzó a celebrarse un banquete con motivo de la comunión que era más o menos ostentoso de acuerdo con la capacidad económica de la familia. En casos había invitados y entre ellos podía encontrarse el cura.
En Bernedo (A) siempre se ha celebrado una fiesta familiar. Antes a la comida doméstica, además de los de casa, acudían los abuelos que no vivieran con el nieto y los padrinos de bautismo También en Gamboa, Mendiola y Pipaón (A) se festejaba con una comida en casa congregando a los familiares más cercanos.
En el Valle de Carranza (B) la comunión se ha celebrado hasta hace no muchos años en casa con una comida en la que participaban además de sus moradores y los abuelos del niño que no vivían en el caserío, otros familiares venidos generalmente de distintos puntos del Valle. Era ante todo una fiesta infantil y lo normal era invitar preferentemente a los primos. La comida tenía carácter de gran celebración.
En Moreda (A) se fue introduciendo la costumbre de hacer comidas en el domicilio familiar, sacrificando algún animal de la casa para el evento, invitando a los familiares más allegados. Esta celebración ha ido adquiriendo cada vez una importancia mayor.
En Amorebieta-Etxano (B) el acto se celebraba en casa con una comida mejor que la ordinaria. A ella se invitaba a los familiares más cercanos, como los tíos de ambas ramas, paterna y materna, además de los padrinos de pila. En Lemoiz (B) participaban también los familiares y padrinos pero se agregaban los vecinos y algún amigo.
En Nabarniz (B) de no hacerse prácticamente nada, en los años cuarenta se pasó a festejar con un pequeño ágape en casa, leen ez, gero etxien. En esta comida doméstica participaban los de casa y algún familiar de mucho trato, bazkarie etxeko artekoentzat. Siempre se preparaba algo especial.
En Busturia (B) se hacía una comida en casa con asistencia de los familiares hasta el grado de parentesco de primos. En Muskiz (B) la comida era especial con la presencia de la familia en sentido estricto: padres, hermanos y abuelos. También en Markina y Zeberio (B) cuando se hacía la primera comunión había una comida en casa y en Arrasate (G) señalan que el ágape familiar en casa es similar al que se hace con motivo de un bautizo.
En Allo (N) a partir de mediados de la década de los veinte, tras la misa solemne en que se recibía la primera comunión tenía lugar un banquete doméstico al que se invitaba a los familiares. Por la tarde acudían a la casa del comulgante para felicitarle otros vecinos y parientes más lejanos que se quedaban un rato tomando pastas y licores. En Viana (N) desde la década de los treinta en adelante, la fiesta familiar comenzó a adquirir relieve pues se invitaba a la comida en casa a los abuelos y a algunos familiares más próximos.
En Artajona (N) antaño en todas las familias había un banquete o comida especial. El número de los asistentes dependía de la disponibilidad económica de cada casa pero siempre acudían los padres, los hermanos y los abuelos. A este grupo fijo se agregaban, en su caso, los tíos y los primos del comulgante. La comida la bendecía el comulgante y los brindis con que finalizaba la misma estaban dedicados a él.
Por la noche, en algunas familias, la comida sobrante del mediodía se destinaba a cena entre quienes acudían a la casa a felicitar al comulgante, "los que iban a dar la enhorabuena".
También al sacerdote que había celebrado la ceremonia y a las monjas en cuyo colegio los comulgantes habían estudiado el último curso les alcanzaba algún regalo gastronómico. Las familias les enviaban un cuarto de cordero, un postre o una botella de licor.
En Garde (N) hasta los años 70 lo extraordinario consistía en celebrar una comida mejor que la habitual en casa. Una costumbre muy antigua era que en el caso de que hiciesen la primera comunión tres amigos, juntos comían en la casa de uno de ellos, merendaban en la de otro y cenaban por fin en la del tercero. Era la forma de que los niños celebraran su fiesta.
En Sangüesa (N) la comunión de un niño siempre llevaba consigo algún tipo de celebración en la familia, aunque fuese pobre, en su propio hogar. Hasta la década de los 70 la comida se realizaba en "la sala" de la casa. Entre los asistentes los abuelos siempre, los tíos a veces y también algún vecino de mucha amistad. El comulgante presidía la mesa entre los padres y bendecía los alimentos. Finalizada la comida, entretanto los comensales prolongaban la sobremesa, la madre con el niño acudían a la iglesia donde tenían lugar las "promesas del bautismo".
El banquete de comunión hoy
A partir de las décadas de los setenta y ochenta, prácticamente en todas las localidades encuestadas se ha constatado que aquel conjunto familiar reducido (quienes vivían bajo el mismo techo y los abuelos) con la incorporación de los padrinos de bautismo y eventualmente de algún amigo íntimo o vecino, que antiguamente solía estar presente en la comida doméstica con motivo de la primera comunión, ha ampliado su círculo de participación. Hoy día entre los invitados figuran numerosos familiares, vecinos y amigos que acuden previamente a la ceremonia religiosa.
Algunas familias siguen celebrando la fiesta en casa aunque con más suntuosidad que antaño. Así en las localidades de Mendiola, Treviño (A); Muskiz, Trapagaran (B); Beasain, Hondarribia, Oñati, Zerain (G); Garde, Obanos, Sangüesa, San Martín de Unx y Viana (N) se ha consignado que normalmente u ocasionalmente aún se obsequia a los invitados con una comida doméstica. A veces en zonas rurales con un menú elaborado en sus platos principales con productos recogidos o elaborados en casa (parte no urbana de Elgoibar-G).
Tanto eventualmente en los lugares citados como comúnmente en todos los demás es habitual que el ágape se celebre en un restaurante con el que es preciso concertar la comida anticipadamente debido a que estos acontecimientos se acumulan en la primavera por las mismas fechas.
Las razones aducidas para este cambio de la celebración de una comida familiar en casa a los restaurantes y con carácter casi multitudinario han sido muy parecidas en todas las localidades encuestadas.
Las primeras comuniones han adquirido un gran relieve social (Abadiano-B; Beasain-G; Aoiz, Sangüesa, Viana-N); ese día se celebra por todo lo alto, hasta los invitados estrenan ropa nueva con tal motivo (Lezama-B); se observa una enfatización de los elementos que acompañan al acto religioso y entre ellos la comida en los restaurantes (Garde-N); es frecuente entre los informantes encontrar expresiones de que la primera comunión se ha convertido en un acontecimiento "casi como una boda" (Apodaca, Moreda-A; Durango, Orozko, Urduliz-B; Telleriarte-G, núcleo urbano de Elgoibar-G); también se aportan argumentos como la falta de espacio en las viviendas actuales (San Martín Unx-N) y el liberar a los de casa de la carga de la organización, "para que la madre no trabaje ese día" (Obanos, Arraioz-N; Muskiz-B); el mayor bienestar económico alcanzado hoy día por la gran mayoría de la gente o para demostrar el rango social y poner de manifiesto la pujanza económica de la familia (Bermeo, Muskiz-B).
Para cumplir con los familiares y amigos que no han sido invitados a la primera comunión es costumbre enviarles unos pasteles junto con el recordatorio.
En algunas poblaciones se ha constatado que para festejar el acontecimiento se desplazan a localidades vecinas por problemas de capacidad del local necesario en el lugar donde transcurre la ceremonia religiosa o por ostentación. Así en Bermeo (B) se ha registrado la costumbre de celebrar esta clase de ágapes en la vecina villa de Gernika; de Moreda (A) acuden a alguno de los muchos servicios de comedor de la cercana ciudad de Logroño y de Sangüesa (N) a pueblos de los alrededores como Liédena, Yesa y Javier.
En Beasain (G) se ha recogido que la celebración puede ser en casa pero si es fuera acuden gran cantidad de invitados. También los informantes del Valle de Carranza (B) y de Aoiz (N) confirman que los banquetes actuales en los restaurantes son muy concurridos. En Zerain (G) hoy día se celebra una comida familiar bien en casa o en un restaurante pero los invitados son siempre los familiares, etxeko senideek. En Monreal (N) la tradición de celebrar el acontecimiento en restaurantes con invitación extensiva a familiares y amigos data de los años 70. En Obanos (N) concretan más el alcance de los convidados al ágape que comprende a los abuelos, tíos y primos e incluso a los amigos del niño y de los padres y por supuesto a los padrinos de bautismo que se sienten especialmente obligados a asistir.
En Hondarribia (G) actualmente (años 90) cuando el niño hace la primera comunión lo normal es reunirse a comer en casa con la presencia de los padres, los abuelos, los padrinos, los hermanos y los tíos. Ultimamente se observa la costumbre de invitar también a los primos y si la asistencia es muy nutrida se hace la comida en un restaurante.
Además de la tradición hoy día generalizada de repartir entre los asistentes después de la comida el recordatorio de la primera comunión donde constan los datos identificatorios del niño, la edad y demás circunstancias como la fecha y lugar donde se ha celebrado la ceremonia religiosa y alguna cita evangélica o piadosa, en algunas localidades hay costumbre de repartir un detalle entre los presentes como recuerdo de ese día (Mendiola-A).
- ↑ Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 96.
- ↑ José María JIMENO JURIO. "Cortes de Navarra. Calendario festivo popular" in CEEN, VI (1974) p. 487.
- ↑ Manuel de LEKUONA. "La religiosidad del pueblo. Oiartzun" in AEF, IV (1924) p. 20.
- ↑ Vidal PEREZ DE VILLARREAL. "Arráyoz, un lugar del Baztán. Estudio etnográfico" in CEEN, XXII (1990) p. 300.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. "Bosquejo etnográfico de Sara, (VI)" in AEF, XXIII (1969-1970) p. 104.